Abrir Noticia Guardar

Crítica de Cine El baño

Bondadoso como el agua, según reza el mismo texto, este filme chino destaca por su sencillez y profundidad, en una cartelera donde abunda la estridencia.

Bondadoso como el agua, según reza el mismo texto, este filme chino destaca por su sencillez y profundidad, en una cartelera donde abunda la estridencia.

Zhang Yang, formado en el teatro y los vídeos musicales, vuelve a cautivar al público con su segundo largometraje. Con el primero, «Spicey Love Soup», cosechó una lluvia de premios y aplausos en el mercado local; con esta «Shower» suma reconocimientos internacionales en Seattle, Rotterdam, San Sebastián y Toronto. Y es que el tema y sus marcos de referencia son universales.

«En el noroeste de China hay zonas secas donde llueve solo una vez al año. Allá nunca se bañan, no porque no quieran, sino porque no hay suficiente agua.»

Conflicto generacional y choque de culturas: el hijo mayor vuelve de la rica provincia de Shenzhen al barrio viejo de Beijing, donde reencuentra a su padre y a su hermano retrasado mental (creyó por error que el progenitor había muerto). Ellos dos atienden conforme las tradiciones un baño público para hombres que proviene de un pasado de varones y mujeres segregados. Clientes fieles, en su mayoría ancianos, lo disfrutan como un club social, donde conversan y toman té, juegan ajedrez y peleas de grillos, lo que mezclan con baños suculentos y masajes vigorosos.

Son gente humilde, con sus defectos y virtudes a flor de piel, en un espacio que propicia junto a la desnudez del cuerpo la del alma; abunda el humor y una ternura áspera. El filme los describe con cariño agridulce; Yang comprende la intangible riqueza de esa comunión humana y la ensalza.

A través del recién llegado, modelo de éxito actual, vamos comprendiendo valores que el posmodernismo desprecia y abrazamos una nostalgia que deja provechosas inquietudes. El baño individual y mecanizado del prólogo hace un adecuado contraste con el relajado ambiente colectivo del resto de la obra.

Zhu Xu (como el padre), Pu Cun Xin (el que regresa) y Jeing Wu (el entrañable hermano menor) son intérpretes reconocidos en la China Popular que aquí se desenvuelven con naturalidad y apego al libreto; los acompaña un conjunto de actores secundarios bien orquestado. La fotografía y la banda sonora son discretas y funcionales al servicio de esta gente inocente y su pequeño mundo.

A diferencia de «Haman, el baño turco», de Ferzan Ozpetek, que también apreciamos en la Sala Garbo, ésta no plantea la dimensión homoerótica. Mas ambas coinciden en su crítica al progreso deshumanizado, en su respeto a las diferentes costumbres y en destacar valores populares en vez de al héroe de turno. Además, «El baño», brinda una eficaz lección sobre la minusvalía y sus paradojas, no tan radical como en «El color del paraíso» del iraní Majid Majidi, pero igualmente digna y hermosa.

Asimismo, nos recuerda el agua como origen y prodigio de la vida en el planeta. En este trópico húmedo y generoso que habitamos los costarricenses se nos escapa su importancia y su escasez. Bienvenido un filme que nos recuerda cuán útil y placentera es; cuán necesaria para nuestro cuerpo, también; y ahora que conforme las oportunas denuncias de la Universidad Nacional sabemos de la negligencia con que el gobierno administra este recurso, cuán necesaria la acción ciudadana para protegerla.

  • Gabriel Gonz´lez-Vega Crítico de Cine
  • Cultura
Notas

Este documento no posee notas.