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Aún no hay un estudio que revele cómo se han invertido $254 mil en préstamos destinados al sector salud.
Más que una desgracia momentánea, el incendio en el Hospital Calderón Guardia es un síntoma del deterioro sufrido por la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) en los últimos años.
Si bien las autoridades alegan falta de dinero para prevenir la tragedia, las cifras de la institución muestran que la plata existe, pero ha sido administrada de forma tal que el servicio, la infraestructura y la seguridad se mantienen en niveles poco menos que aceptables.
La Caja posee ¢120 mil millones en ahorros que no fueron utilizados el año pasado para construir obras, a la vez que mantiene un superávit de ¢26 mil millones en seguro de salud para otros proyectos no ejecutados, como los servicios de emergencias en Nicoya y Upala, además del nuevo Hospital de Heredia.
RETROCESOS
Gabriela Murillo, Gerente de la División de Operaciones de la CCSS, sostiene que existen prioridades de inversión y que se están haciendo obras importantes.
Reconoció que «tenemos que ser conscientes de que en los años 90 hubo una reestructuración muy fuerte del gasto y, la infraestructura en general, se deterioró». (Ver entrevista en página 6).
Aparejada a esta situación, no se sabe con certeza cómo se han manejado $254 mil (¢122 millones al tipo actual de cambio) en préstamos que la Caja solicitó a distintas instituciones desde 1992 a 1994, dijo Marcela Román, economista y Coordinadora Especial del X Primer Informe del «Estado de La Nación» que se publicará próximamente.
En la Memoria Anual de la Contraloría General de la República, presentada en mayo anterior, se reporta un incremento en el superávit de la CCSS del 41%, lo que se traduce en ¢147.674 millones como producto del aumento en los ingresos y la disminución de los gastos en el 2004.
Si bien este resultado es positivo y necesario para la institución, la Contraloría llama la atención si esta baja del gasto para lograr el superávit redunda en el deterioro de servicios.
El ente contralor también reporta que la CCSS gastó en el 2004 el 82% del presupuesto, lo que muestra una subejecución presupuestaria de ¢120.822 millones y el retraso grave de varios programas de importancia.
Una de las áreas con atraso crítico es la cobertura del servicio y el desarrollo de la infraestructura hospitalaria.
El informe señala que «no se ejecutaron 16 subproyectos de obras de remodelación a hospitales desconcentrados; no se cumplió con el fortalecimiento de la infraestructura del Hospital Tomás Casa de la Osa, el CASI de Caóas y el Hospital de las Mujeres (antes Carit), así como con la fase de precalificación para construir el Hospital de Heredia.
Además, se detalla que existen otras deficiencias como la falta de implementación de programas como el de salud integral del sida, que no se efectuaron en 10 hospitales.
También se cita la falta de normas de seguridad para el servicio radiológico, fallas en la compra de medicamentos y el crónico mal de las listas de espera.
Tanto Román como el expresidente ejecutivo de la Caja, Guido Miranda, aseguraron que el rompimiento de una estructura ordenada en las jerarquías de la institución creó una duplicidad de funciones o una falta de control del presupuesto específico para cada área.
Este cambio, según los consultados, comenzó a principios de los años 80. En igual sentido se manifestó Lilliana Arrieta, excoordinadora del Área de Calidad de Vida de la Defensoría de los Habitantes. (Ver nota aparte: «Desconcentran hospitales sin darle seguimiento»).
Para la especialista, esta cadena de hechos desembocan en el desmantelamiento de los servicios estatales, el cual se trata de justificar con el argumento de la falta de recursos.
Aunado a este proceso también Arrieta achaca gran parte del deterioro al personal de la Caja, «ya que si bien es cierto existe muchas personas comprometidas, otras se encargan de retrasar los servicios para cobrar extras o llevar a pacientes a sus clínicas particulares».
MILLONARIA COMPRA DE SERVICIOS
Arrieta explicó que el deterioro en los distintos sectores de atención en la Caja se debe a una mala administración de los recursos, ya que desde hace 10 años existe superávit.
«La entidad presenta un problema de administración. A veces un bombillo quemado es suficiente para suspender un servicio», enfatizó.
Dijo que «el deterioro en las diferentes áreas ha provocado una millonaria compra de servicios externos, los cuales resultan mucho más caros que si la CCSS comprara los equipos y capacitara al personal para utilizarlos». Este criterio fue compartido por Guido Miranda y por la economista Marcela Román.
Pero Gabriela Murillo consideró que la entidad tiene sus prioridades de inversión y que los fondos siempre son insuficientes porque la CCSS adquiriera mucha infraestructura a su cargo.
«Sí se están haciendo cosas. La Caja no podría asumir la tragedia ocurrida porque en realidad para eso se delega la responsabilidad de cada hospital a un director que debe velar por todo», enfatizó.
Dijo que entre los planes inmediatos se reconstruyeron los servicios de Emergencias en Nicoya y Upala. Se considera presupuestar el costo de los hospitales de Heredia y de las Mujeres, además de uno nuevo en Ciudad Cortés, una clínica en Santo Domingo de Heredia y Atenas.
CONSECUENCIAS DEL CAMBIO
Cuando el Ministerio de Salud asumió la rectoría del sector de salud, «muchos de sus programas, que debía asumir la Caja, quedaron varados o simplemente suspendidos», aseguró Lilliana Arrieta.
Lo mismo consideraron Guido Miranda y Marcela Román.
Los especialistas estimaron que este problema se acentuó a inicios de los años 90 cuando se negoció el préstamo multisectorial de salud que comenzó a aplicarse en 1994.
Román enfatizó en que no ha habido una evaluación integral de los resultados obtenidos con ese empréstito ni de las medidas tomadas se tomaron en el sector.
Para ella, no ha habido una debida separación y claridad de funciones entre la rectoría ejercida por el Ministerio de Salud y la CCSS, a la cual le toca ofrecer los servicios médicos.
Miranda opina lo mismo y asegura que se debe dar una planificación a mediano y largo plazos, porque en materia de salud, que es tan compleja, «no se deben hacer las cosas de la noche a la mañana».
Los consultados coincidieron también en que se debe reforzar más el nivel primario de atención mediante clínicas y hospitales mejor dotados, así como un fortalecimiento de los Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (EBAIS).
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