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La gerente de Operaciones de la Caja, Gabriela Murillo, reconoce que el presupuesto de inversión es bajo, pero defiende la labor de la institución
Gabriela Murillo, gerente de la División de Operaciones de la CCSS, aseguró que durante los años 90 hubo una restricción muy fuerte del gasto y toda la infraestructura se deterioró.
La reciente tragedia en el Hospital Calderón Guardia dejó al descubierto serias deficiencias en la infraestructura hospitalaria que son resultado, tanto de la insuficiente inversión de recursos, como de la deficiente acción de mantenimiento de los niveles operativos en los centros médicos.
La efectividad de las políticas de la Caja quedó en entredicho y llama la atención cómo las autoridades de todos los niveles evaden tener responsabilidad directa en lo ocurrido.
Sobre la efectividad de la inversión que realiza la CCSS, UNIVERSIDAD conversó con la arquitecta Gabriela Murillo, gerente de la División de Operaciones.
Muchas excusas se han dado sobre lo ocurrido en el hospital Calderón Guardia, pero realmente ¿qué grado de responsabilidad está dispuesta a asumir la Caja?
Lo que hay que entender es que la Caja tiene un principio de delegación. Hay una administración central, pero cada hospital tiene su propia administración y sus propios servicios de mantenimiento e ingeniería; entonces, por ejemplo, si un extintor está lleno o no eso es un tema que le toca directamente a la administración del establecimiento. La Junta Directiva de la Caja no puede estar encima de esto; además hay una ley de desconcentración que establece que cada hospital tiene autonomía para ejecutar acciones como construir, comprar equipo y terrenos.
El director del hospital ha afirmado que por tratarse de un edificio viejo, los proyectos de remodelación, que solicitaron hace 12 años, debían pasar y ser aprobados por la administración central de la Caja.
La pregunta acá es si todo esto sucedió porque no tenían un edificio nuevo o sucedió porque hubo medidas de seguridad básicas que no estaban atendidas. Si es porque no había un edificio nuevo entonces toda la Caja está en problemas.
Además, a ellos se les hizo en edificio nuevo de patología y de urgencias, que tiene dos pisos de neurología, es decir que muchos de los pacientes que estaban en el edificio viejo debieron estar en el nuevo. Es el hospital al que más inversión se le ha dado en los últimos años, hablamos de más de C3.500 millones.
Que ellos quisieran todo el hospital nuevo, sí, pero hay cuestiones básicas que no requieren grandes inversiones como tener señalización clara, rutas de evacuación, que la gente sepa cuáles son las salidas de emergencia y tener sistemas de incendio funcionando son cosas que no requieren grandes inversiones.
Los bomberos aseguran que la misma situación de riesgo y de mala infraestructura se presenta en todos los hospitales del país, ¿evidencia esto un deterioro en las políticas de inversión de la Caja o es simple negligencia por parte de la dirección de los centros médicos?
Hay una política clara para mejorar la infraestructura hospitalaria; en este momento estamos reconstruyendo el hospital de Liberia, viene el hospital nuevo de Heredia, ya está el de Alajuela, viene el hospital nuevo de Ciudad Cortés, un edificio nuevo para el Hospital de las Mujeres, un nuevo servicio de urgencias de Nicoya y de Upala y una nueva clínica en Santo Domingo y en Atenas.
Se ha hecho inversión a lo largo y ancho del país, pero tenemos que ser concientes que durante los años 90 hubo una restricción muy fuerte del gasto y toda la infraestructura se deterioró.
La inversión se hace pero hay un plan de prioridades para hacer las cosas poco a poco, digamos el Calderón Guardia, tiene un plan maestro y se le han ido dando las cosas poco a poco, lo más urgente era un nuevo edifico para emergencia y ahí está.
Usted habla de priorizar la inversión, pero ¿cuáles criterios se utilizan para definir esas prioridades y cuáles con las prioridades de la Caja en este momento?
Primero, la idea es no concentrar todo en un solo hospital. En infraestructura y equipo la inversión ha sido de unos ¢20.000 millones por año, eso representa como un 4% del presupuesto de la Caja; la inversión es muy baja para la necesidades que hay.
Empezamos porque el fondo es muy restringido porque el resto la Caja lo tiene que gastar en medicamentos, personal y todos los gastos operativos que son altísimos en el sector salud.
De lo que queda cómo hace para repartirlo, bueno, se establecen áreas prioritarias, especialmente en las zonas más deprimidas socialmente, de más difícil acceso.
Hemos tratado de no concentrar todo en San José, que fue la queja por muchos años, que solo los hospitales nacionales tenían inversión y el resto se nos estaban cayendo a pedazos, entonces nos propusimos reconstruir los hospitales hacia afuera.
El presidente Pacheco y el Dr. Alberto Sáenz han enfatizado en que somos un país pobre y sin dinero para invertir, pero un informe de la Contraloría muestra que la Caja tiene superávit. Entonces, ¿qué es lo que falla, la distribución de los recursos o falta de voluntad política?
Específicamente ese informe de la Contraloría no lo conozco, entonces no podría referirme a él. Pero hay que entender que la Caja tiene dos regímenes que no pueden mezclarse: salud y pensiones.
El dinero de pensiones por supuesto que está guardado y ahorrado, pero por ley no se puede pasar al otro lado; salud lo que recoge lo gasta, por eso hay que tener cuidado a la hora de interpretar las cifras globales.
La Caja tiene una muy buena ejecución del presupuesto, el problema es que los fondos no son suficientes para atender las necesidades de los hospitales. Creo que debe haber un plan para una puesta a punto en la infraestructura hospitalaria, pero es muy caro porque la Caja tiene más de un millón de metros cuadrados de infraestructura.
Tenemos proyectos para hacer reforzamiento estructural y están esperando, el sistema de aguas negras del Hospital México, que vale ¢600 millones, solo la reestructuración del edificio central de la Caja vale ¢6.000 millones, el Hospital México presentó un proyecto para modernizar y poner a punto todas sus instalaciones, pero cuesta ¢45 millones de dólares, el Plan Maestro del Calderón Guardia valía $100 millones.
Entonces veamos, ¿con ¢25.000 millones al año alcanza?, no, no alcanza, entonces tenemos que priorizar, y hay que tener en cuenta que las inversiones van por un lado pero eso no significa que hay que descuidar las medidas de seguridad.
Porque alguien esté esperando un edificio nuevo ya no va a hacer rótulos ni nada de eso, mientras espera mayores medidas debe tomar, no esperar con los brazos cruzados.
Si los hospitales consideran que todo lo tienen que resolver con un edificio nuevo no vamos a llegar a ningún lado, porque mientras reconstruimos áreas pasa mucho tiempo.
En el caso de los proyectos de infraestructura se han visto muchos problemas con empresas que entregan obras en mal estado. ¿Es realmente efectivo este modelo o habría que pensar en otra opción para que los proyectos sean más eficientes y por qué no hasta más baratos?
Ese es un problema que no solo está en hospitales, también en carreteras y en todo, porque el Estado tiene que ir a la empresa privada a contratar servicios y este es un mercado muy pequeño y entonces vienen también extranjeros a ofertar.
La Ley de Contratación Administrativa lo que dice es que si una empresa incumple lo que hay que hacer es quitarle el contrato y se puede castigar hasta con 10 años sin volverla a contratar. Pero, el proceso de probarle a una empresa que ha incumplido es muy arduo.
En urgencias de Nicoya, duramos dos años para quitarle el contrato a una empresa y que otra pudiera terminar el proyecto. En este país por la cantidad de normas es muy difícil sancionar a una empresa porque tienen muchos recursos para acudir.
La inversión en obra pública tiene un montón de leyes que no permiten que sea ágil.
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