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En 1949, el gran poeta español Rafael Alberti publicó en Montevideo el libro titulado Coplas de Juan Panadero, compuesto por indignados tercetos, uno de los cuales expresa:
«Mas porque soy panadero,
no digo como los tontos:
«que hay que hablar en tonto al pueblo»«.
Una y otra vez, recuerdo estos versos al ver la campaña de dibujos animados con que se ha promovido el TLC en televisión, y no pude evitar evocarlos al ver y leer los campos pagados del candidato presidencial por aclamación, Óscar Arias Sánchez, en los cuales hace una defensa del «sí».
El aspirante del Partido Liberación Nacional, sin embargo, no aclara, en algunos casos, a qué hay que decirle «sí» (una actitud similar a la que tuvo en días pasados, cuando pidió perdón por los errores cometidos por la organización política que representa, sin molestarse en indicar cuáles eran esos errores); y en otros, simplemente asocia el sí con un optimismo superficial.
Puesto que tanto Arias Sánchez como los defensores del TLC han insistido en que una de las ventajas comparativas de Costa Rica es contar con una población educada, ¿por qué motivo, entonces, insisten en formas de comunicación que, en vez de invitar a la reflexión y al análisis, lo que hacen es faltarle el respeto a la ciudadanía, al hablarle «en tonto»?
En una sociedad como la costarricense, dominada por el desencanto y la incredulidad en relación con la política y los políticos, la tendencia de estos últimos a abstenerse de ofrecer criterios razonados y fundamentados, en vez de contribuir a resolver el problema, lo agrava.
El «sí» y el «no» no suponen valores por sí mismos, sino en relación con aquello que se rechaza o se acepta. «Sí» le dijo una parte del electorado alemán al nazismo. «No» le dijo Juan Rafael Mora a los filibusteros. Así, en la vida social, como lo demostró el cantante catalán, Raimon, en 1963, también hay que saber decir «no». A los que pretenden hablarles en tonto a ciudadanos y ciudadanas, hay que decirles no. A los piden perdón sin especificar las faltas cometidas, hay que decirles no. A los que propugnan un sí vacío o superficial, hay que decirles no.
*Catedrático. Universidad de Costa Rica.
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