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El escritor nacional publicó su nuevo libro de relatos.
El costarricense Fernando Contreras publicó «Sonambulario», un libro de relatos breves sobre el mundo de los sueños.
En el más estricto sentido entreverar significa mezclar o introducir algo entre otras cosas; y esto fue precisamente lo que hizo Fernando Contreras en su nueva obra «Sonambulario», que circula desde hace pocos días en los estantes de las librerías. Un libro de la colección La otra orilla, del sello Norma, que cobija a autoras nacionales como Tatiana Lobo, Enrique Castillo y recientemente a Leonardo Garnier.
Para Contreras, quien se dio a conocer en 1993 con su novela «Única mirando al mar», es su segunda publicación en el género de cuentos; el anterior fue «Urbanoscopio», de 1997.
Según el escritor, en esta nueva propuesta literaria «no hay ninguna intención más que la de mostrar, exponer si se quiere, los vagos recuerdos que quedan una vez emplazado el soñante de nuevo en la vigilia. Por más que se hable de los sueños, por más que se exploren sus caminos, los mundos a los que conducen resistirán todo intento de interpretación».
Otros obras de Contreras son «Los Peor» (novela, 1994) y «El tibio recinto de la oscuridad» (novela, 1999). Actualmente es docente e investigador de la Universidad de Costa Rica. Su obra ha sido antologada en publicaciones internacionales.
EN LA PUERTA UNIVERSAL
«Nadie puede afirmar que no sueña con puertas…porque puerta y sueño son lo mismo», relata Contreras en uno de los 15 relatos de este abanico sonámbulico que se entrevera desde el primero hasta el último de ellos.
No se puede hablar de que sea un libro de cuentos, tal como lo conocemos en su definición más usual. Al contrario, los relatos constituyen una red que el autor construye desde las primeras páginas, en las que va tejiendo la base de su propuesta al lector. Es en los últimos relatos cuando todo este aparente tinglado se devela al lector.
Fernando Contreras intenta desde su perspectiva darnos una lectura del mundo de los sueño, aunque en ocasiones estos relatos abandonan la regla literaria para convertirse en meditaciones o aproximaciones interpretativas pintadas con las imágenes de la ficción.
Al respecto, Contreras afirma que «las clasificaciones, los ordenamientos y demás tentativas de aproximación a sus contenidos, solo son el pobre consuelo con que la razón disfraza su fracaso».
En «Sonambulario» el escritor evidencia su «fascinación por el mundo de los sueños, de la construcción de lo onírico y sus conexiones universales, lo que equivale a decir un sueño milenario y colectivo. «Ese es el precio por ser engendrado, porque en cada estremecimiento del orgasmo se va la vida entera; y si culmina en una fecundación, el engendro llevará las imágenes de las dos vidas que le dieron vida, como estas heredaron, a su vez, las im*genes de sus ancestros…Eso que vuelve una y otra vez a la carne es una cadena de imágenes de longitud incalculable», nos cuenta en «De la reencarnación (Sueño recurrente)».
«Sonambulario es también la ruta de un sonámbulo. Más esquivo aún que un intrincado sueño resulta el episodio sonambúlico. El sonambulismo no es un padecimiento, como quieren creer quienes nada saben del asunto sino, más bien, un raro privilegio», asegura Contreras.
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