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Danza con baulas

Cual si se tratara de una danza macabra, en la que la muerte acosa sus nidos con una afilada daga dispuesta a cortar sus cabecitas, así nos imaginamos lo sucedido a cientos de tortugas baula recién nacidas en las playas de un Parque Nacional costarricense.  Asimismo, cual si la vida de los neonatos de tan maravillosa y venerable especie de reptil marino, no mereciera el mínimo de respeto, las autoridades ambientales de Costa Rica, sin una evaluación responsable, autorizaron despreocupadamente la matanza de tales indefensas criaturas, para que personas vinculadas a «The Leatherback Trust» (Fideicomiso Baulas) pudieran ejecutar sus bien financiados «experimentos», y hacer sus publicaciones en revistas científicas.

Cual si se tratara de una danza macabra, en la que la muerte acosa sus nidos con una afilada daga dispuesta a cortar sus cabecitas, así nos imaginamos lo sucedido a cientos de tortugas baula recién nacidas en las playas de un Parque Nacional costarricense.  Asimismo, cual si la vida de los neonatos de tan maravillosa y venerable especie de reptil marino, no mereciera el mínimo de respeto, las autoridades ambientales de Costa Rica, sin una evaluación responsable, autorizaron despreocupadamente la matanza de tales indefensas criaturas, para que personas vinculadas a «The Leatherback Trust» (Fideicomiso Baulas) pudieran ejecutar sus bien financiados «experimentos», y hacer sus publicaciones en revistas científicas.
Recordemos que ante las primeras noticias de lo sucedido a una decena de tortuguitas sacrificadas por congelamiento, el Dr. Spotila escribió urgentemente al señor Presidente Pacheco, justificando el uso de un «método muy humano» para matar unas pocas tortugas…   Pocos días después, al percatarse que tal muerte no había sido autorizada, siguieron con su danza y declararon que todo se debía a un error de la revista y que en realidad, no se había matado ni una tortuguita.  Sin embargo, cuando creían que con esa «explicación» minimizaban nuestras denuncias, encontramos e informamos de la matanza (cortando sus cabecitas) de cientos de neonatos en manos del Dr. Spotila y otros, en el mismo Parque Nacional Marino Las Baulas de Guanacaste.  Esta vez, un silencio sepulcral, sin carta al presidente, ha sido la respuesta de los mismos que, ¡oh coincidencia!, también habían matado neonatos de tortugas verdes en el Parque Nacional Tortuguero.
 
 
Y es que más allá de esos y quién sabe cuántos otros experimentos, llama la atención la «defensa» que de esas personas ha hecho el Gobierno de Costa Rica, a través de su ministro de Ambiente, quien entre otros, mintió al afirmar que las tortugas sacrificadas por hipotermia estaban condenadas a morir por causas fisiológicas. Aunque hemos de reconocer que de las decapitadas no ha dicho nada, sí es conveniente que la opinión pública conozca que el ministro Rodríguez y el Dr. Spotila, han intentando callarme, «denunciándome» ante la rectoría de la Universidad Nacional por dar (sin permiso) mi opinión a través de la red de internet de la UNA, por, según ellos, haberme vendido a los intereses de los dueños de los terrenos adyacentes al Parque Nacional Marino y por asumir indebidamente una representación oficial de la Universidad.
Más allá de esa acción contra la libertad de expresión y de las intenciones de los insultos y las calumnias de corrupción, conque el ministro me quiere ubicar al lado  de su tío el expresidente Rodríguez, llama la atención que, habiendo él argumentado antes en contra de expropiar los lotes aledaños a los 50m que protegen el hábitat de anidación de las tortugas baula, hubiere cambiado caprichosamente de opinión, colocándose al lado del  «The Leatherback Trust» del Dr. Spotila, para quien el Parque Marino debería de ampliarse a una gran extensión de tierra, más allá de los 50m medidos a partir de la marea alta. Y llama la atención pues, se sabe que la causa principal de la extinción brutal de las baulas tiene su explicación en la matanza provocada por pescadores inescrupulosos que faenan, principalmente, en alta mar.
Cuesta entender el por qué de su nueva posición, si tanto el Instituto Geográfico Nacional como el distinguido exdiputado Ing. Hernán Fournier, aclararon que la ley de creación del Parque Marino no incluye, como parte de los límites del Parque, franja de tierra alguna más allá del límite de la zona pública. Interpretación que es compartida por el mismo «The Leatherback Trust» en su proyecto de ley «de ampliación» del Parque Marino, presentado a la Asamblea Legislativa junto a funcionarios del Parque. En el mismo se enfatiza que en la ley de creación del Parque «no se  hizo referencia a la porción terrestre paralela que limita con la parte Marina» (o sea, con los 50m de zona pública que incluye la playa).
Asimismo, cuesta mucho más entender por qué oponerse a la iniciativa de la Municipalidad de Santa Cruz, que con la asesoría de la  UNA y en cumplimiento del «Convenio sobre la Diversidad Biológica» (Ley N°7416), promueve «un desarrollo ambientalmente adecuado y sostenible» a todo lo largo de una franja de terreno de hasta 200m, adyacente al Parque Nacional, garantiz*ndose mayor protección a las baulas adultas y sus neonatos… ¡siempre y cuando no los maten como parte de más experimentos!
Si no se tiene el dinero para realizar expropiaciones de dudosa base legal, si no se hace prácticamente nada por detener la matanza en altamar, si el gobierno local y sus habitantes toman medidas conservacionistas que merecen el apoyo gubernamental, si los que dicen estar en el Parque para proteger a las tortugas se involucran en escandalosos «experimentos», si cada día que pasa es un día menos para la permanencia de las baulas en el planeta… ¿por qué no actúa el señor Presidente de la República y pone orden en esta extraña danza con baulas?

  • Dr. Freddy Pacheco, Catedrático UNA.
  • Opinión
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