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Por la dignidad nacional, Costa Rica debe rechazar el TLC, usando las formas de la democracia. El TLC es mucho más que un convenio comercial. Es la imposición de un modelo, ajeno a nuestra historia, que pretende acabar con el Estado solidario y con la sociedad de oportunidades que hemos construido.
Antes que fomentar exportaciones o generar empleos, el TLC busca reformar instituciones y forzar cambios que nuestro pueblo ha rechazado con sabiduría. Hablar del TLC no es hablar de libre comercio sino de reforma del Estado oculta, antidemocrática, sin diálogo, sin debate; es hablar de cambios obligados en el Seguro Social, en el ICE, en el INS; de limitaciones graves para nuestro sistema judicial y legislativo.
Hay que modernizar nuestras instituciones para alcanzar un desarrollo económico que beneficie a todos, pero la falsa modernización que el TLC impone busca favorecer al gran capital, se dirige a que las empresas transnacionales hagan negocios fáciles. Los que pretenden subastar nuestras instituciones y entregar las riquezas nacionales con tal de atraer inversionistas quieren desmantelar el Estado social de derecho y exponer a la ruina a importantes sectores, entre ellos al agricultor que nos ha surtido la mesa y ha moldeado la identidad nacional.
Esa es la cruda realidad del TLC que muchos ocultan: quieren obligarnos a competir con mano de obra barata y retraso social.
Sí, costarricenses, aplicando la estrategia de la mentira y el miedo, nos están chantajeando, nos dicen que, si no se aprueba el TLC, aquí todo se acaba: se irán empresas, se perderán empleos y hasta las pulperías van a cerrar. Todo eso es falso. Nos quieren asustar para que aceptemos un TLC bueno para el capital extranjero, pero dañino para el país.
Por su Estado de Derecho, por su nivel educativo, y sus riquezas naturales, Costa Rica seguirá siendo atractiva para los buenos inversionistas, para los que valoran nuestra democracia y nuestra paz social. Estados Unidos no va a cerrarnos mercados. Somos un buen socio comercial: les compramos el doble de lo que les vendemos.
Es falso que Estados Unidos nos va a castigar, si no aprobamos un TLC que a ellos mismos les dejó grandes dudas y que, en durísima batalla política, fue aprobado por un margen de dos votos.
Como candidato presidencial ahora y después como Presidente les reitero que seguiremos siendo buenos amigos y socios de los Estados Unidos, con quienes impulsaremos acuerdos de inversión y nos mantendremos en las negociaciones del ALCA.
Esta discusión sobre el TLC surge al inicio de la campaña electoral. Eso nos permitirá analizarlo en forma serena, amplia y de cara al pueblo poniendo en evidencia si hay grandes negocios que algunos políticos ocultan con este Tratado.
Usted decidirá con su voto qué ruta debe seguir el país y cuáles son las oportunidades que vamos a ofrecer a nuestros jóvenes.
Que Dios nos ilumine a todos para tomar la mejor decisión. Digamos SI A COSTA RICA, NO AL TLC. Imitemos el ejemplo de Juanito Mora y los héroes de 1856 que lucharon por un país libre y soberano, y honremos también a nuestros líderes de los años 40, a Monseñor Sanabria, a Manuel Mora, a Calderón Guardia y Figueres Ferrer que nos enseñaron a comprender que no hay desarrollo económico sin justicia social.
¡Unidos por la Patria, defendamos la dignidad nacional!
* Diputado y candidato presidencial por la Unión Patriótica.
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