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Evaluación de los cursos: un debate urgente, I parte

Evidentemente, evaluar de manera periódica los cursos impartidos en la Universidad de Costa Rica es una tarea fundamental para asegurar su calidad. Tal función, hasta ahora, ha estado a cargo del Centro de Evaluación Académica, cuyos instrumentos de evaluación están dirigidos a producir una valoración cuantitativa del desempeño docente. Tal énfasis se explica, en buena medida, porque esas valoraciones son posteriormente utilizadas para calificar al docente en Régimen Académico.

Evidentemente, evaluar de manera periódica los cursos impartidos en la Universidad de Costa Rica es una tarea fundamental para asegurar su calidad. Tal función, hasta ahora, ha estado a cargo del Centro de Evaluación Académica, cuyos instrumentos de evaluación están dirigidos a producir una valoración cuantitativa del desempeño docente. Tal énfasis se explica, en buena medida, porque esas valoraciones son posteriormente utilizadas para calificar al docente en Régimen Académico.
Desde hace algún tiempo, sin embargo, he empezado a tener serias dudas sobre la utilidad de esos instrumentos de evaluación, razón por la cual he decidido exponerlas a la comunidad universitaria con el fin de invitar a otros académicos, así como a los especialistas del CEA, a un diálogo que permita mejorar los instrumentos de evaluación. Las dudas que tengo son de tres tipos: de concepción, de metodología y de pertinencia.
 
 
En cuanto al enfoque, mi principal cuestionamiento es que no creo que se pueda evaluar el desempeño docente sin evaluar, de manera simultánea y sistemática, el desempeño de los estudiantes. Veamos unos ejemplos. Una de las preguntas generalmente incluidas en las evaluaciones del CEA es si el docente expone los contenidos con claridad. Apliquemos esto ahora a un curso del Bachillerato en Historia, digamos Teoría de la Historia Económica y Demográfica, con un promedio de lecturas de 100-120 páginas semanales. Imaginemos ahora tres estudiantes que asisten a clase habiendo leído menos del 25 por ciento de las lecturas y que rara vez participan en clase (probablemente la razón principal por la que no participan es porque no leen). En tales circunstancias, por más claramente que explique la materia el profesor, para esos estudiantes, faltos de los fundamentos mínimos proporcionados por las lecturas que no leyeron, la explicación no podrá ser clara.
Otras de las cuestiones que por lo general plantea el CEA son si el profesor estimula al estudiante a formar criterios propios y si propicia la participación de los estudiantes. Mi pregunta aquí es ¿cómo el profesor va a estimular la formación de criterios propios o a propiciar la participación de los estudiantes cuando un requisito básico para formar esos criterios o para estimular esa participación (es decir, la lectura de la bibliografía asignada) no siempre es cumplido por todos los estudiantes?
A mi juicio, uno de los mayores problemas con los instrumentos del CEA es que los resultados de la evaluación son presentados como promedios (ciertamente uno puede solicitar un desglose de la calificación, pero rara vez se presta atención a tales datos). Volvamos al ejemplo anterior. Imaginemos ahora que en el curso de Teoría de la Historia Económica y Demográfica, hay matriculados 15 estudiantes, de los cuales 10 están presentes cuando se hace la evaluación, en cuenta los tres que casi nunca leen. En tales condiciones, y en relación con las preguntas consideradas anteriormente, siete estudiantes califican al profesor con un 9, y los tres que rara vez leen (y que además salieron mal en el examen), califican al profesor con un 2. Así pues, en las tres preguntas indicadas, el profesor obtiene una calificación de 6,9!
Si suponemos que un patrón de evaluación similar se mantiene en otras preguntas, un profesor, eventualmente excelente, resultaría con una nota mediocre en cuestiones tales como si utiliza una metodología apropiada o recursos didácticos adecuados.
Parecería que no es necesario insistir en la injusticia implicada en una situación de este tipo, si no fuera porque hay autoridades universitarias que todavía insisten en desconocer que las evaluaciones del CEA pueden tener graves problemas de representatividad. Igualmente, conviene enfatizar en este tipo de sesgos porque todavía hay docentes que creen que todos los estudiantes, cuando se les presenta la posibilidad de evaluar al profesor, lo hacen sin faltar a la verdad.
En un segundo artículo me referiré a las preguntas incluidas en las evaluaciones y a cambios que es posible hacer en los instrumentos utilizados por el CEA.

*Docente UCR

  • Iván Molina Jiménez
  • Opinión
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