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p>Desde hace tres años el «Encuentro Popular» dijo NO al Tratado de libre comercio con EEUU. Primero, por la procedencia de la iniciativa, hecho que corresponde a la política de dominio imperialista sobre Nuestra América y que, según convicción filosófica yanqui, es la aplicación consecuente del «destino manifiesto» avalado por Dios. Segundo, por el carácter secreto de las negociaciones, el cual trató de invisibilizar la opinión de todo un pueblo respecto de sus intereses fundamentales. Tercero, por la forma engañosa con que se han divulgado las supuestas bondades del TLC ante una opinión pública desinformada; esto con el fin de legitimar la estocada final que desde hace más de veinte años vienen fraguando los politicastros neoliberales a las endebles economías de las naciones del sur de América.
Y cuarto, porque una vez publicado el ambiguo texto formulado a la medida de los intereses de las corporaciones multinacionales de los Estados Unidos, quienes nos opusimos desde un principio al TLC vimos coronadas nuestras sospechas acerca del contenido de lo negociado a espaldas de la comunidad centroamericana: se firmó en Washington un tratado (para Centroamérica) o acuerdo (para Estados Unidos) cuyo contenido corresponde al de una «Constitución supranacional» que engulle, cual leviatán neoliberal, las leyes fundamentales de nuestros países en beneficio del dios mercado.
Similar tratado firmó México con EEUU y Canadá hace diez años. Hoy nuestro hermano mayor sufre la total desarticulación de su economía doméstica, lo que aumenta los índices de pobreza (en el campo pasó del 35% antes al 52% 10 años después de la entrada en vigencia del TLCAN) y empuja a los más pobres a la aventura de la migración, eso si antes no resultan presa de la indigencia o del delito.
Con la aprobación precipitada del TLC en cinco de los siete países involucrados, las cartas del mismo con Nicaragua y Costa Rica están sobre la mesa y los chantajes políticos y económicos por parte del imperio norteamericano en alianza con las burguesías criollas, más el financiamiento de campañas a su favor, no se han hecho esperar. Ante el reto que el aciago momento histórico nos presenta con la imposición de un tratado de relaciones políticas y económicas profundamente asimétricas y leoninas, únicamente un pueblo educado, sabio, valiente y, sobre todo, organizado desde sus bases podrá hacer frente y derrotar el TLC con un país que ya antes, en 1856-7, por la fuerza nos quiso sojuzgar.
No debemos olvidar que, sin TLC, desde hace un cuarto de siglo (administración Monge Álvarez) los saqueadores de este país, atrincherados en el bipartidismo del PLUSC y financiados por los organismos prestamistas internacionales, además de las coimas que usualmente reciben con los negocios del Estado, han venido imponiendo las políticas que pretenden legitimar con el TLC: el deterioro del aparato estatal, de la educación pública, de la seguridad social con el abandono y desprestigio de la CCSS y demás programas e instituciones de bien público, de las políticas de seguridad alimentaria, la entrega de las riquezas naturales al capital extranjero y, en los últimos años, el proceso de privatización de la electricidad, telecomunicaciones, salud, agua, revisión vehicular, puertos, aeropuertos y aduanas, comercio y turismo).
Preparémonos para enfrentar, mediante el referendo de la calle, cualquier proyecto alternativo o plan «b» tipo agenda complementaria o paralela que, a falta del TLC hasta hoy concebido, se pretenda imponer con el fin de lograr el mismo objetivo.
*Profesor
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