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Dictadura de la burguesía

 
Estamos felices en nuestra pequeña dictadura llamada ‘democracia’.  Nuestras libertades son las falsas libertades de un preso con derecho a visita conyugal.  Podemos hablar lo que queramos, porque así estamos contentos y, de todas formas, no hay nada de qué preocuparse porque nada pasa.  Tenemos la libertad de salir del país, pero no lo hacemos por los de migración, o por carecer de plata, incluso, para llenar el depósito del carro; eso sí, la libertad de poder hacerlo aunque no podamos hacerlo la tenemos (¡pobrecitos «los otros», los que no!).  No tenemos para el restaurante argentino de Guachipelín, pero como poder ir, podríamos ir.  No vamos porque no podemos.  Poca carne o nada en la mesa, pero la carne está (en el supermercado), no es porque no esté (seríamos libres de comerla). Somos felices, sobre todo, -¡es nuestro orgullo!- porque elegimos cada cuatro años a uno de los candidatos que la burguesía con su fino encanto nos ofrece -¡y lo hacemos tan libremente!- después de cuatro años del candoroso bombardeo informativo (deformativo) que sistemáticamente nos engaña, nos oculta, nos confunde, nos manipula…, nos insulta.  Prensa, radio, televisión, medios de información (deformación) de una dictadura. Repito: medios de información de nuestra dictadura («democracia») de la burguesía.  Inmensamente inteligentes (su fama traspasa nuestras fronteras), cual sofisticada y ya vieja en su oficio profesional, nuestra intelligentsia selecciona, deforma, tergiversa, mezcla, esconde, enfatiza, miente: medios de información de un régimen duro, controlador, represivo, que existe desde siempre confiado, impune…, tercermundista.  El consenso social en esa, nuestra felicidad costarricense que ocasiona tantos suicidios, mujeres muertas, niñas violadas o violentadas con su gran panza en la escuela o colegio, silenciadas siempre («aquí en Costa Rica castigamos el comercio sexual con menores», ¡ja, ja, no me hagas reir, soy del Club de los Violadores Sueltos!), nuestros indígenas hambrientos y niños desnutridos (qué ignorantes, no comen carne, oiga), y los otros países subiendo en el IDH mientras nosotros, los felices ticos de cerebro lavado por nuestra inteligente, controladora, finísima burguesía, amamos la mano que mece nuestra cuna y nos mantenemos en la más absoluta imbecilidad.  CEPAL, IDH, Banco Mundial, PST cr, Henry Mora…, todos se confabulan ahora contra nuestra prepotente, poderosa burguesía.  De todas partes nos llegan mensajes como luces rojas y bocinas de coches de bomberos.  Nuestro sistema colapsa y no son los extranjeros…, ¿qué hacer?  ¿El petróleo? ¿No firmar el TLC?  ¿La gasolina?  Ahora aparecerá el campo de la prensa fascista denunciando una tendencia indudable, criminalmente izquierdosa del semanario.

  • María Sánchez
  • Opinión
BourgeoisieDemocracy
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