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El 15 de setiembre de una periodista

El pasado 16 de setiembre, cuando me dispuse a leer un periódico nacional de gran difusión, como lo hago cada mañana, me dejó perpleja la información que apareció sobre los actos celebrados el día anterior para conmemorar la  independencia.

El pasado 16 de setiembre, cuando me dispuse a leer un periódico nacional de gran difusión, como lo hago cada mañana, me dejó perpleja la información que apareció sobre los actos celebrados el día anterior para conmemorar la  independencia.

La noticia sobre las celebraciones patrias se componía de un título en la portada y dos noticias y algunas fotos en una página interior del periódico. Lo que me extrañó fue que todo  lo que apareció sobre el tema apuntaba hacia un único punto: las minifaldas de las bastoneras que participaron en los desfiles en los distintos lugares del país. De acuerdo con lo que leí, pareciera que repentinamente, la periodista encargada de tales reportajes, se convirtió no solo en la voz de la moral y  el decoro,  sino también en la emisaria clandestina del Ministro de Educación, quien «acusó» a muchachas, directores, colegios y comunidades, que no solo se atrevían a desobedecer la orden ministerial, sino también a exhibir sus piernas ante los  «abochornados» ciudadanos que las observaban desde la orilla de la calle.

¿Qué función tienen los desfiles del 15 de setiembre? Por lo menos yo siempre había creído que eran una forma de celebrar la independencia de España (ojo, digo solo España), de fomentar la educación cívica y de sacar a relucir nuestra identidad y  cultura nacional. Pero pareciera que eso no es así. Actualmente, se ha reducido a una guerra por el largo de las enaguas.

No pienso hacer una apología sobre la minifalda, aunque  es cierto que me gusta el invento de Mary Quant, quien en los 60, le subió el ruedo a los vestidos, me interesa hablar sobre estas muchachas que participan en las celebraciones, con la mejor de sus intenciones: celebrar a la Patria.

No leí en el periódico sobre el espíritu cívico de estas jóvenes, que aguantaron todo el trayecto bajo el sol abrasador de Chacarita, ni sobre la preparación y la entrega que tuvieron durante un mes al ensayar después de clases, con el fin de  lucir sus coreografías en las calles de  barrios y ciudades. Nada de eso se dijo.

La información sobre el 15 de setiembre se redujo  al largo de las enaguas. No importaron los actos, la participación ciudadana, ni el esfuerzo y dedicación  de las jóvenes que desfilaron, si hubo de eso, no me pude enterar. Pareciera que fue intrascendente, lo trascendente fue el largo de la falda y el destacar, usando corresponsales en todo el país, cuáles colegios incurrieron en la falta, para pedir una sanción a alumnas, profesores y directores.

Después, los mismos medios de comunicación se quejan de la indiferencia de los estudiantes ante los problemas de la Patria, de la falta de conocimiento de lo que somos, pero cuando se integran a una fiesta cívica, las acusan por sus  minifaldas y en ningún momento por su participación y dedicación. La periodista, en esta ocasión, solo fue capaz de ver las hojas, o sea las minifaldas, pero se olvidó del bosque, el entusiasmo, que dio realce a una fecha importante en el calendario costarricense que, además, pareciera que es celebrada solo por  colegiales y escolares.

  • Isabel Gallardo
  • Opinión
Spain
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