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Hasta hace unos 20 años existía una polarización ideológica en escala mundial; unos defendían el ideal de la empresa privada como instrumento base del desarrollo individual y de los países y otros la empresa estatal o social colectiva.
Con el fin de la Guerra Fría, pareció claro que el nuevo ganador para promover el desarrollo individual y social sería la empresa privada. Pero no pasaron muchos años para que se manifestara el poder y la agresividad de una forma particular de empresa privada: las grandes corporaciones transnacionales. Estas últimas, por su ambición y agresividad en los negocios, provocaron que el Papa Juan Pablo II hablara de un nuevo fenómeno al que llamó «capitalismo salvaje». Hoy los procesos de globalización han implicado la apertura de nuestros pequeños mercados, ya sea por baja en los aranceles o por tratados de libre comercio. De este modo, las transnacionales se han convertido en el nuevo enemigo de otras formas de empresa privada, principalmente nacionales, tales como las pequeñas, medianas, y grandes empresas, agrícolas o industriales, de propiedad individual, familiar o cooperativa.
Estos empresarios locales han mantenido, como norma general, una mayor coincidencia entre sus metas privadas y las metas del país. Su objetivo económico, además del lucro, ha sido incrementar sus inversiones y acrecentar el patrimonio familiar. Su pensamiento es de largo plazo y en función del país. Nuestros empresarios nacionales se han preocupado por Costa Rica y su futuro, porque es el país que conocen, el que les ha dado sus mayores alegrías, tristezas y sueños, es decir, su sentido de la vida. Por eso saben que sus logros, son también los del país y que ambos van de la mano.
La empresa transnacional, aun cuando en muchos casos tiene una base de propiedad muy amplia y noble, pues muchas de sus acciones son propiedad de pequeños y medianos inversionistas y ahorrantes, cuando vienen a nuestros países operan con su visión corporativa y en función de las frías bolsas de valores en Nueva York, Londres o Tokio. Allí lo que importa son las ganancias logradas en beneficio de sus altos ejecutivos y accionistas, sin importar, más allá de lo elemental, los países donde desarrollan sus actividades.
Esta situación marca una diferencia fundamental entre ambas formas de empresa: las unas trabajan para fortalecerse y fortalecer la riqueza del país y las otras solamente como un medio de trasladar recursos a otras latitudes. Con estas características se hace evidente que en una propuesta de desarrollo de Costa Rica a mediano y largo plazo, sea imprescindible la existencia de un empresariado nacional fuerte, porque solamente de esta forma se podrán implementar políticas que tengan como prioridad nuestro país. Por el otro lado, los ticos debemos consumir lo que producen nuestras empresas para que todos ganemos en ingresos y en empleos.
Recordemos que el poder económico da poder político y este no debemos cederlo por ningún motivo. Es una lucha difícil, ya lo dijo un dirigente de Upanacional hace varios años: «En Casa Presidencial le hacen más caso a una transnacional que a una organización que tiene mas de quince mil productores costarricenses afiliados». Para lograr este poder político, el Estado también debe utilizar la banca, telecomunicaciones, energía, agua, educación, salud, recursos naturales, etc., como instrumentos para establecer políticas.
Las transnacionales deben realizar el rol que les corresponde en nuestra economía, pero como complemento a la inversión nacional. Contrario a lo sucedido en el pasado, debemos dar todo nuestro apoyo y canalizar todos nuestros ahorros a fortalecer e incentivar estos sectores productivos locales, privados e institucionales. La inversión extranjera es necesaria, pero debe ocupar un papel complementario a la inversión nacional, nunca sustituto.
Casualmente con los tratados de libre comercio, cuando nos hablan de perdedores y ganadores, generalmente entre los grupos de ganadores están siempre las transnacionales, y entre los perdedores, empresarios nacionales e instituciones del Estado.
Como podrán ver los lectores, no todas las formas de empresa privada, tienen el mismo significado e impacto para nosotros. Según el tipo de empresa que escojamos, así será el país que tendremos.
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