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El actor Marcelo Gaete falleció tras medio siglo en los escenarios.
El grupo Surco ha presentado decenas de obras, aquí aparece Marcelo Gaete cuando interpretaba a «Einstein», en 1996.
Tenía 73 años de edad cuando Marcelo Gaete Peragallo, falleció el pasado 10 de octubre. Una penosa enfermedad finalmente apagó el talento, las sonrisas y el ingenio de un hombre que pasó los últimos 50 años de vida en los escenarios de Chile, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Estados Unidos y otros tantos; los que recorrió junto a su inseparable cómplice de aventuras, Sara Astica, con quien se casó en 1956 y procreó cuatro hijos.
Su pasión por el teatro es difícil de resumir en unas líneas, como difícil es contar una vida en una plana de periódico. Porque para Gaete la vida y el teatro eran lo mismo, porque él mismo era una parte del teatro encarnado en ser humano.
Ni la enfermedad impidió al siempre actor pisar los escenarios. El 15 de abril pasado fue parte del elenco del montaje «Rinoceronte», obra de Eugene Ionesco, estrenada en el Teatro Nacional bajo la dirección de Lorenzo Quinteros.
Gaete fue parte de la generación de artistas chilenos que radicaron en Costa Rica desde 1973 debido al exilio impuesto por la dictadura de Augusto Pinochet. Arribó al país en compañía de toda su familia, sin más fortuna que una destacada carrera como actor de cine y teatro, con la imposición del destino de empezar en una tierra nueva, en la que terminó de consolidar su carrera como actor y teatrero independiente.
Con su muerte el movimiento teatral costarricense perdió a uno de los suyos, porque pese a que su raigambre toca el cono sur de América, gran parte de su alma está afincada aquí; en el país donde deja como legado decenas de obras, una verdadera escuela para gran parte de los actores y las actrices que se nutrieron con las ideas nuevas que dieron una necesaria bocanada de aire fresco al teatro nacional.
EL FRUTO DE UN SURCO
No es fácil emigrar, más aún si no se tiene opción para elegir entre hacerlo o no. Pero con una familia a cuestas, Marcelo Gaete y Sara Astica no tuvieron tiempo para pensar mucho en ello. «Al principio hacíamos empanadas y los niños las vendían. Marcelo vendía libros. Hasta que empezamos a actuar en papeles pequeños que no rendían para vivir, así que nos manteníamos con las dos cosas», rememoró Astica en marzo de 1991 en una entrevista que les hizo Manuel Bermúdez a propósito de la inauguración del teatro La Comedia.
A su llegada en 1975 fueron recibidos con sus compatriotas del Teatro del Angel: Bélgica Castro, Alejandro Sieveking, Lucho Barahona y Dionisio Echeverría.
Uno de sus primeros trabajos en Costa Rica fue en la boletería de la Compañía Nacional de Teatro, la que años después les abrieron las puertas a su talento. El primer trabajo actoral que realizaron aquí fue «Tu sabes que no te puedo oír cuando el agua está corriendo», en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano. En esa misma sala se presentaría en las décadas siguientes, siempre haciendo lo que le gustaba: teatro del bueno, del serio, del repertorio clásico y contemporáneo. Porque incluso cuando Gaete montó obras cómicas, siempre tuvo claro que en cualquier género la calidad no podia faltar, «porque la comedia es lo más dificil», afirmaba el director y actor.
En Costa Rica, Gaete y su esposa fundaron en 1991 el Teatro La Comedia, donde hicieron y deshicieron un mundo escénico, que luego trasladaron al Teatro de La Esquina, cerrado luego en 2002 con solo dos años de funcionar.
Los premios y los reconocimientos nacionales no se hicieron esperar para Gaete y el grupo que fundó junto a Sara Astica, El Surco. Mejor actor, mejor grupo, mejor obra, mejor actriz; en fin, nada nuevo para quienes llegaron a Costa Rica sobrepasando los cuarenta años de edad y más de dos décadas de experiencia en los teatros de América del Sur.
Desde sus inicios en 1955 en el grupo Ateneo, en la Universidad Católica de Chile, hasta su última actuación con la Compañía Nacional de Teatro, Marcelo Gaete se paró en los escenarios haciendo lo que mejor sabía hacer: vivir para el teatro, vivir en el teatro; en resumen, vivirlo como quien respira para vivir.
«Fue un hombre todo teatro»
Amalia Chaverri, Viceministra de Cultura:
-Lo más importante en Marcelo Gaete es que nunca traicionó sus ideales. Hizo del teatro su vida y manejó todo el espectro de lo teatral. Un rasgo que no he visto aquí es que una pareja como la de él con Sara Astica sean tan buenos actores, que compartieran el mismo campo con una gran solidaridad y compañerismo. Siempre tuvo una actitud de transmitir sus conocimientos, se abrieron al medio nacional. No conozco persona que no tenga palabras de agradecimiento hacia él, y hacia su trabajo.
Manuel Ruiz, actor y profesor de UCR:
– Fue uno de los mejores actores extranjeros que llegaron al país, sin quitarle méritos a otros. Él y Sara compartieron el escenario con alto nivel actoral. Transmitieron una forma de trabajo en todos los niveles: desde limpiar la sala, hacer labores de producción, buscar gacetillas y cobrar en la boletería. No se amedrentaba ante nada, si él podía hacerlo, lo hacía. Desde el escenario siempre quiso transmitir un mensaje humano y que la gente aprendiera algo cuando iba al teatro. Creía en un teatro humanista y una forma humanista de hacerlo. Junto a Sara Astica fue maestro sin propónerserlo.
María Bonilla, directora y docente en UCR:
– Tuve la suerte de dirigirlos en una obra muy taquillera, en «Pareja Abierta» de Dario Fo. Yo empezaba como directora y ellos ya eran grandes actores. Aprendí de él aspectos de manejo escénico, de cómo conquistar al público. Era un actor nato, que además de formación actoral tenía ángel y simpatía en escena. Conocía el teatro integralmente, hacía de todo. Buena parte de su función fue enseñarnos que no basta que una obra esté bien hecha, además la publicidad debe estar bien concebida, hay que lograr la mayor cantidad de gente posible. El quería que el teatro llegara a la mayoría de personas. El se dedicaba 24 horas al teatro.
Roxana Campos, actriz:
– Es su espíritu, su humanidad y su compañerismo. Aprendí de él muchísimo en lo teatral. Más que un compañero de escena, fue un amigo para todos los del teatro costarricense. El y su esposa eran una sola persona. Además de abrir el espacio teatral, nos abrían su casa.
Myriam Bustos, escritora:
– Marcelo hizo un gran aporte al teatro costarricense, porque además de excelente actor hizo teatro de calidad, desde sus inicios en Chile desarrolló un trabajo muy destacado. Una de las desgracias de ese tipo de teatro es que no tiene mucho público, y por eso debieron cerrar el Teatro de La Esquina.
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