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Un grupo de ciudadanos costarricenses protestaron ante la embajada de Israel en el Centro Colón por los ataques aéreos y terrestres de esta nación contra la población de Gaza. (Foto: Katya Alvarado).
Los ataques israelíes han estado precedidos por un «cerco económico» impuesto por Israel por más de siete años a la zona.
El mundo mira horrorizado el bombardeo de la Franja de Gaza, donde cerca de 1,5 millones de personas están indefensas ante los ataques de la aviación y la artillería israelí. Estos han destruido sistemáticamente hospitales, escuelas, universidades, casas, en una ofensiva que ha costado ya más de 700 vidas y dejado a miles de heridos desde que se inició el ataque, el 27 de diciembre pasado.
«El ejército cortó en dos la franja de Gaza y cercó la ciudad de Gaza», dijo el ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, al iniciarse la segunda semana de la ofensiva. «Lanzamos esta operación para asestar un golpe duro a Hamas, cambiar las condiciones de vida en el sur de Israel, llevar la calma y la seguridad a los ciudadanos y parar el contrabando de armas hacia la franja de Gaza», añadió Barak.
Ese mismo día, los cables informaban que al menos 40 personas, refugiadas en una escuela gestionada por la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) en la ciudad de Jabaliya (al norte de la franja de Gaza), murieron por un ataque israelí. Otras escuelas fueron también atacadas y las Naciones Unidas exigieron explicaciones a Israel, al asegurar que no solo estaban bien identificadas, sino que las autoridades israelíes tenían las coordenadas de los lugares porque ellos se las habían suministrado.
Con sus casas destruidas y sin agua, luz o comida, los habitantes de Gaza buscan refugio ante los ataques, sin la posibilidad de huir a alguna parte.
EL GUETO
La Franja de Gaza mide unos 40 kilómetros de largo y diez de ancho y se extiende por la costa mediterránea entre Israel y Egipto.
Israel tomó control de Gaza y Cisjordania en la Guerra de los Seis Días, en 1967. En 1994, cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo, la Autoridad Nacional Palestina recibió el 80% del territorio, sin que, desde entonces, se haya podido avanzar en un acuerdo negociado sobre las disputas territoriales que enfrenta a judíos y palestinos.
En agosto del año pasado, un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) advirtió que la pobreza en los territorios palestinos ocupados por Israel había alcanzado «niveles sin precedentes» como consecuencia del «cerco económico» impuesto a la zona por más de siete años.
Antes del inicio de la rebelión contra la ocupación, conocida como Intifada, en septiembre de 2000, unos 30 mil palestinos que vivían en Gaza trabajaban en las industrias israelíes. En diciembre de 2003, esta cifra se redujo a 4.000, según datos del Banco Mundial.
En 2006, añadió la UNCTAD, el número de palestinos que vivían en «extrema pobreza» casi se duplicó, alcanzando a más de un millón de personas. Cerca del 46% de los empleados públicos no podían comprar los alimentos básicos, mientras que 53% de los hogares en Gaza sufrieron una caída en sus ingresos a menos de la mitad con respecto al año anterior.
El estudio señalaba también que la política israelí de «separar» a las autoridades palestinas del mundo árabe y de los mercados, restringiendo el movimiento de las personas y de los bienes, «exprimió la economía a un tamaño menor que hace una década», haciendo que la dependencia palestina de las importaciones aumentara un 86% el 2006.
La UNCTAD criticó también la negativa de Israel a entregar más de $800 millones por concepto de impuestos que recogió a nombre de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en 2006. Era la segunda vez, desde el 2002, que Israel decidía retener esos recursos, con lo que los ingresos de las autoridades palestinas disminuyeron a menos de $600 millones, la mitad de lo que tenían en 2005.
Del 2001 a 2005, más de 24.000 palestinos perdieron sus hogares como resultado de las demoliciones llevadas a cabo por el ejército israelí y unos 45 palestinos murieron diariamente en el 2004, como resultado de los enfrentamientos, según datos divulgados por la BBC de Londres.
La emisora también divulgó una entrevista con Peter Hansen, director de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA)Además de las demoliciones, los militares israelíes han arrancado olivares. “¿Cuál es la situación de la agricultura?”, le preguntaron.
“Cada vez que hay una operación militar, no solamente se ataca a los militantes, también los civiles están en el medio. Las casas son destruidas y muchas veces -la última vez fue en Yabalia hace dos meses, en la Franja de Gaza- se destruyen hectáreas y hectáreas de tierra agrícola con olivares, naranjos y productos que son cruciales para que la gente sobreviva a pesar de la situación económica.
“Esto no solamente es económicamente un desastre para la población, sino que es muy simbólico: un símbolo de la manera en que no se respeta nada, no se respeta la tierra. Y lógicamente un olivar o naranjos se replantan y empiezan de nuevo, pero no van a tener fruta por cuatro, cinco, ocho o diez años”, explicó Hansen a la BBC.
Al cerco económico, se sumó el cero físico, con la construcción de una muralla que deberá tener 760 kilómetros alrededor de los territorios palestinos de Cisjordania.
La barrera está siendo edificada a pesar de que la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya declaró en 2004 que violaba los derechos de la población palestina.
“El muro pasa por algunos lugares en que separa a la población de los establecimientos que tenemos para educación y salud”, dijo el representante de la UNRWA.
“También hay problema para que lleguen a los hospitales, porque la mayoría de los hospitales están en Jerusalén y se está encerrando totalmente. Aunque el muro no está terminado, ya a alguien que vive al lado de Jerusalén y tiene que ir al hospital, en lugar de tomarle 15 minutos, necesita de tres horas”, añadió.
«En los hechos, lo que Israel está creando es un sistema de guetos peor que el apartheid (régimen de segregación racial en perjuicio de la mayoría negra) en Sudáfrica», dijo Jamal Juma, coordinador de la Campaña contra la Muralla Apartheid en Jerusalén.
¿CÓMO SE LLEGÓ AL ESTALLIDO?
“¿No guarda alguna relación el caos que se sufre en la franja de Gaza con las desastrosas políticas adoptadas por los actores internacionales en los últimos años? ¿Por qué la situación no ha dejado de deteriorarse desde que Israel se retirara en falso de dicha franja en el verano de 2005 y dejase al millón y medio de palestinos encerrados en una enorme prisión de 365 kilómetros cuadrados sin una sola salida al exterior? ¿Por qué no se recuerda que, desde entonces, las fábricas se han visto obligadas a cerrar sus puertas y el comercio se ha interrumpido por completo? ¿Incide en la actual situación el hecho de que la mitad de la población de Gaza esté desempleada y que el 75% viva bajo el umbral de la pobreza?”
Esas preguntas se las hizo Ignacio Álvarez-Ossorio, profesor de estudios árabes e islámicos de la Universidad de Alicante, en un artículo titulado “La herida Palestina”.
Uno de los observadores más agudos del conflicto, el periodista británico Robert Fisk, ha puesto el dedo sobre varias llagas – entre ellas el descrédito del presidente Mahmoud Abbas y la corrupción de su agrupación política, Fatah, –que llevó al triunfo electoral de la entonces opositora Hamas, a la cual Estados Unidos, Israel y sus aliados califican de “terrorista”.
“Se supone que hoy debemos hablar con nuestro fiel policía, Mahmoud Abbas, el líder palestino ‘moderado’ (como lo llaman la BBC, CNN y Fox News), un hombre que escribió un libro de 600 páginas acerca de Oslo sin mencionar una sola vez la palabra ‘ocupación’, que siempre se refirió al ‘reposicionamiento’ israelí en vez de al ‘retiro’, un ‘líder’ en quien debemos confiar porque usa corbata y va a la Casa Blanca a decir puras cosas apropiadas. Los palestinos no votaron por Hamas porque quisieran una república islámica, sino porque estaban cansados de la corrupción del Fatah de Abbas y de la naturaleza podrida de la Autoridad Nacional Palestina”, afirmó Fisk.
Ahora, que el conflicto ha creado una situación todavía más dramática, una solución parece impensable e imposible: antes que el conflicto empeore, mirar hacia atrás y hacia sus causas podría ayudar a entenderlo.
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