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El Día de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre, se conmemoró la firma de la Declaración de Derechos Humanos por las Naciones Unidas en 1948, suscrita por la mayoría de las naciones del mundo.
Aunque este documento ha sido alabado y copiado a través de los siguientes años, en realidad no es más que un pedazo de papel. Los abusos contra la humanidad abundan y la mayor amenaza a los derechos humanos – las guerras y las amenazas de guerra- continúan siendo una opción en las políticas de los diversos países porque sus gobernantes no renuncian a las armas como un medio de controlar poblaciones y recursos, y porque la industria del armamento no esta dispuesta a renunciar a las enormes ganancias que esta actividad proporciona.
En este momento tenemos las guerras en Irak, el Medio Oriente, Colombia, Afganistán, el Congo, Burma, Darfur y Sri Lanka. Estos conflictos han existido por mucho tiempo sin que los problemas que los causaron hayan sido resueltos. Todos han causado muertes de militares y civiles, la destrucción de hogares, fuentes de comida y agua, infraestructura, ambiente y han ocupado los recursos que se necesitan para crear las condiciones necesarias para una vida decente. Al final, todo será resuelto por medio de negociaciones. Las soluciones militares no resuelven los problemas. Crean más.
Las guerras igualmente afectan los países vecinos obligándolos a aumentar su armamento militar a medio de defensa, como esta ocurriendo en Venezuela, Turquía, el Líbano y Pakistán.
La invasión de Estados Unidos a Irak para derrocar a Saddam Hussein e ir en busca de armas de destrucción masiva nos ha llevado a cinco años de guerra. Según las cuentas, han muerto más de 650.000 civiles, herido a otro tanto, obligado a millones a abandonar sus hogares y hasta su país, y ha causado un sinnúmero de enfermedades debido a la escasez de agua potable, comida y medicina, y al aumento de cáncer, leucemia y defectos de natalidad a raíz del uranio gastado en el uso de armas. El daño al ambiente es incalculable.
Aún después de que se firmen los tratados, lleva años para que un país se recupere y vuelva a una sociedad civil normal. Esto lo vemos aquí en Centroamérica donde aún después de 20 años de haber terminado las guerras, los países luchan por recuperarse de los estragos causados por esas guerras.
Pero los presupuestos para la compra de armamentos siguen en aumento. Según el Instituto Internacional de Investigación sobre la Paz, basado en Estocolmo (SIPRI) que monitorea los gastos militares, el año 2007 batió el récord con un gasto de 1.2 trillones de dólares invertidos en armas para aumentar los ya saturados arsenales del mundo. Y la ironía es que los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU son los más grandes productores y vendedores de armas en el mundo.
¿Y qué decimos de los compradores? Muchos son países con graves necesidades en educación, vivienda, atención a la salud y a los servicios básicos como el agua y la electricidad. Ni siquiera están involucrados en conflictos con otros países como Canadá con $2.4 billones o Arabia Saudita con $29 billones. Y el que más invirtió en armas, Estados Unidos, gastó un total de $ 529 billones.
Desgraciadamente, con la cantidad de armas canjeadas en el mundo, la facilidad para comprar armas, nuevas o viejas, para armar a grupos de seguridad privados, rebeldes, narcotraficantes, terroristas y criminales también aumenta. Cualquiera que tenga dólares podrá encontrar a un vendedor de armas.
Costa Rica, como nuevo miembro del Consejo de Seguridad, quiere usar su influencia para hacer un llamado al desarmamento, o por lo menos, a un control más estricto sobre la compra y venta de armas. El gobierno de Arias, reconocido mundialmente por su postura en pro de la paz, insistirá en un Tratado sobre el Traspaso de Armas que obligaría a los países a monitorear las ventas de armas y a prohibir la venta de armas a los países con un record de violación a los derechos humanos. Si se logra firmar un Tratado de esta índole, este podría ser el inicio de un movimiento hacia el desarmamento mundial, y hacia un mundo más cuerdo.
Si el mundo está interesado en promover los derechos humanos, deben inmediatamente dirigir sus esfuerzos a controlar el comercio de armas.
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