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Terremoto de Cinchona: País trata de recuperar la calma sin que se descarten nuevos sismos

Terremoto de Cinchona genera incertidumbre en la población y los especialistas afirman que es normal la sismicidad en el país.

Terremoto de Cinchona genera incertidumbre en la población y los especialistas afirman que es normal la sismicidad en el país.
Los especialistas han sido claros: Costa Rica posee en su territorio por lo menos 150 fallas geológicas que son capaces de generar terremotos como el reciente de Cinchona y no queda más para la población que estar prevenida y así mitigar los daños de los eventuales nuevos  remezones que mantienen aún en vilo a miles de personas.
Si bien en los últimos días la réplicas del terremoto de 6.2 grados del 8 de enero se han reducido, los expertos en sismología afirman que deberán pasar varias semanas, antes de tener una idea más clara de si otras fallas tectónicas podrían provocar nuevos movimientos.
En una conferencia de prensa que tuvo lugar en la Escuela Centroamericana de Geología de la Universidad de Costa Rica (UCR) el pasado 15 de enero, especialistas de  la Red Sismológica Nacional (RSN) integrada por la UCR y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) recordaron que es normal que tiemble con frecuencia y se produzcan fuertes sacudidas, en razón de las múltiples fallas en el país.
Una de estas fue la falla Ángel-Vara Blanca, generadora del terremoto que causó la muerte de 23 personas y 17 por confirmar (enterradas por aludes y sin aparecer). Este fallamiento ya había hecho un fuerte movimiento premonitorio (4.6 grados) el 7 de enero, y ha continuado con casi cuarenta réplicas.
La falla Ángel-Vara Blanca está rodeada por otros fallamientos locales, cuya posible activación ha mantenido en vilo a los expertos y sobre todo a las pobladores cercanos, ante el temor de que se produzca un nuevo terremoto, evento imposible de predecir hasta ahora.
Lo que sí descartaron por ahora vulcanólogos de la RSN, es que hayan detectado cambios significativos en el volcán Poás, situado a seis kilómetros del epicentro del terremoto, ocurrido superficialmente cerca de la comunidad de Cinchona, a unos siete kilómetros de profundidad.
El reporte sobre este volcán lo dio durante la conferencia de prensa Raúl Mora, geólogo de la UCR quien estuvo en peligro de perecer –junto con otras personas- en la laguna del cráter del Poás, ya que en el momento del terremoto llevaba a cabo monitoreos allí (véase recuadro: “Vivió terremoto dentro del cráter del Poás”).
Otros funcionarios de la UCR que sufrieron las consecuencias del terremoto, son Óscar Alvarado Delgado –de la Rectoría- con daños en su casa ubicada en Poasito, y Max Arce Mora, camarógrafo de Canal 15; este último vio afectada seriamente la vivienda que habitaba él y su familia (véase:”Funcionarios de la UCR afectados”).
Por otra parte, profesionales y estudiantes de psicología de la UCR se preparan para dar en los próximos días soporte en salud mental, a las personas víctimas del terremoto.
Lorena Sáenz Segreda, coordinadora de las Brigadas de Atención Psicológica de la UCR, comentó que aunque la atención psicológica primaria está a cargo de especialistas de la Cruz Roja Costarricense, en una segunda etapa es fundamental trabajar para que las personas afectadas puedan procesar el duelo, la pérdida y el contacto con la realidad, lo mismo que todo lo relacionado con el período de refugio, que se prevé será por un tiempo considerable.
Otros sectores de la UCR también coordinan con diversas entidades estatales, para atender al resto de las personas afectadas por la emergencia.
SISMOS POR DOQUIER
Según explicaron los expertos de la Red Sismológica Nacional, desde el siglo XIX hasta la actualidad, los registros indican que en Costa Rica se han producido unos 48 terremotos, de los cuales 21 fueron por fallas locales y 27 por subducción (roces de placas).
La posibilidad de que se dé un nuevo terremoto por la falla Cinchona-Vara Blanca es muy baja, pero no nula, al igual que uno que tenga origen en otra de las fallas cercana. Las réplicas pueden continuar por días, semanas y hasta años, afirman los sismólogos.
El geólogo Guillermo Alvarado recordó que la carretera de Vara Blanca hacia Cinchona, era la vía que comunicaba con Nicaragua en el siglo XIX, mediante el uso de mulas para el transporte. No había sido destruido en anteriores terremotos, debido a que los epicentros fueron en el sector sur del volcán Poás y no en el este, como el reciente.
En cuanto a la mencionada falla, explicó que esta y otras consisten en una grieta o discontinuidad en las capas terrestres, que puede ser de pocos centímetros o de hasta kilómetros, y los movimientos que la afectan son variados.
Alvarado afirmó que el país está “crucificado” por numerosas fallas y prácticamente solo las llanuras de Sarapiquí no han sido encontradas. Las más activas son las situadas en la parte central del territorio nacional y a sus frecuentes sismos debe acostumbrarse la población.
A partir de un estudio que hicieron especialistas de la RSN, se determinó que hay 150 fallas capaces de generar sismos destructivos. De ellas, apenas un 20% han sido estudiadas y solo unas 20 registran sismicidad importante. La carencia de recursos es la razón para no haber estudiado la mayor parte de estas fracturas geológicas.
El conocimiento sobre la falla Cinchona-Vara Blanca existe desde 1985, cuando se comenzaron a hacer estudios en la zona, con miras a construir los proyectos hidroeléctricos Toro, del ICE.
La geóloga Ileana Boschini precisó que en la región del terremoto se dieron desde el año 1851 otros sismos destructores (entre 5.8 y 6.1 grados), causados por las fallas ubicadas en Fraijanes, Toro Amarillo, Sarchí y Río Segundo. El de Cinchona se  convierte en el más fuerte de estos (6.2 grados).
Respecto de las réplicas ocurridas después del sismo del 7 de enero, Boschini puntualizó que fueron 26 mayores a 2.5 grados, entre las 10 de la mañana y la medianoche de ese día. De esta hora hasta la hora en que ocurrió el terremoto (1:21 p.m. del 8 de enero), se sintieron 13 más.
Los movimientos desencadenados por la falla que produjo el terremoto último, tuvieron una dirección de norte a sur; es decir, de Cinchona hacia Vara Blanca.
De acuerdo con mediciones del Laboratorio de Ingeniería Sísmica del Instituto de Investigaciones en Ingeniería de la UCR (www.inii.ucr.ac.cr/lis) con su red de acelerógrafos, en unos de los sitios (Alajuela centro) este alcanzó los 237 centímetros por segundo.
Por otro lado, el experto en sismología Wilfredo Rojas, detalló que la falla Vara Blanca tuvo un movimiento de ruptura de unos 30 centímetros a lo largo de 12 kilómetros durante el terremoto.
Interrogado Rojas acerca de cuáles fallas tienen más potencial para activarse a raíz del terremoto, dijo que la de San Miguel y la de Alajuela serían las más propensas a ello.
De acuerdo con el experto, tras un terremoto como este, tiene lugar un reacomodamiento geológico que no es perceptible, pero que se desplaza como a un kilómetro por día. Por eso habrá que esperar unas cuatro semanas, para determinar cuál es el efecto sobre fallas como la de Alajuela centro, en donde hay una población importante.
En relación con las corrientes o cabezas de agua que posteriormente arrastraron los deslizamientos de tierra y de vegetación que cayeron sobre los ríos Sarapiquí y Quebrada Seca, los datos de la RSN indican que alcanzaron velocidades de 60 kilómetros por hora y en otros casos de más de 100.
¿NUEVO CICLO SÍSMICO?
Ante el terremoto de Cinchona y la sismicidad que se podría desencadenar por eventual activación de fallas cercanas, surge entre la población costarricense la duda de si habrá un nuevo ciclo sísmico.
Para la RSN, Costa Rica es un país geológicamente muy activo, por lo cual las personas tienen que acostumbrarse a convivir con sismos, deslizamientos y volcanes.
Debido a ello, no queda más que construir adecuadamente las edificaciones, con la supervisión de los respectivos profesionales y respetando el Código Sísmico. De igual manera, abstenerse de construir en terrenos no aptos para ello.
Otra recomendación es buscar financiamiento para el desarrollo de investigaciones sobre las fallas, elaborar mapas que contemplen información de éstas y del grado de amenazas que cada una puede acarrear, e incorporar estos datos al ordenamiento territorial en cada cantón.
Uno de los aspectos que debería dilucidarse entre los expertos que estudian estos fenómenos naturales y quienes toman decisiones desde las instituciones del Estado, es si ciertos indicios deberían de servir para emitir llamadas de alerta entre la población y así prevenir desastres.
El geólogo Guillermo Alvarado sostuvo que cuando se declaran situaciones de alerta por eventuales sismos o actividades volcánicas, estas medidas implican costos económicos para algunos sectores y la gente reclama cuando no se produce la situación que amenazaba.
Además, a veces los indicios no son suficientemente fuertes como para fundamentar un aviso de peligro, como sucedió con las réplicas premonitorias del primer sismo del 7 de enero, aseveró Boschini, al argumentar por qué no se advirtió del riesgo de un terremoto a los vecinos de la zona de Vara Blanca-Cinchona. Frente a estas variables, surge la pregunta de si es mejor desarrollar una cultura de prevención, aunque tenga un costo económico para algunos, o si es preferible enfrentar los riesgos ya consumados.
Vivió terremoto dentro del cráter del Poás
A pesar de que con frecuencia se expone al peligro de recorrer los alrededores de la laguna cratérica del volcán Poás, el geólogo de la Universidad de Costa Rica –Raúl Mora- no olvidará nunca la experiencia de vivir un terremoto en este lugar.
El especialista del Centro de Investigaciones en Ciencias Geológicas, corrió el riesgo de morir en la parte más baja de dicho cráter, cuando el pasado 8 de enero lo recorría con su compañero de trabajo Carlos Ramírez y cuatro investigadores de la Universidad de Nuevo México –Estados Unidos-. Por lo general realiza este descenso un par de veces por mes.
Narró que a las 8 de la mañana bajaron para tomar muestras y realizar observaciones. A la hora que ocurrió el terremoto de 6.2 grados (1:20 p.m.) normalmente ya están en el ascenso para salir, pero ese día se atrasaron un poco, lo cual posiblemente le salvó la vida al grupo, pues de lo contrario el socollón les hubiera agarrado sobre las escarpadas laderas, en donde se produjeron numerosos derrumbes de paredes y enormes rocas.
El fuerte sismo los zarandeó cerca de la laguna caliente (a unos 50 grados centígrados), en donde se formaron olas que “parecían pequeños tsunamis”.
“Lo que hicimos fue correr como desesperados y dejamos tiradas las muestras y los maletines. Cuando llegamos a un sitio más o menos seguro dentro del cráter, decidimos regresar por lo que dejamos tirado, y mientras tanto seguían las réplicas y caían deslizamientos y rocas, con un sonido impresionante”.
Mora relató que empezaron a salir por el camino que habitualmente utilizan, pero en cierto punto este desapareció y tuvieron que improvisar una nueva ruta. En la subida      sufrió un desgarre en su pierna derecha y esto le dificultó aún más el ascenso, que pudieron completarlo hasta las 6:15 de la noche.
El vulcanólogo se mostró extrañado de que algunos investigadores de la Universidad Nacional que estaban desde temprano en la parte externa del cráter, nunca reportaron al salir que ellos se encontraban contiguo a la laguna cratérica cuando ocurrió el terremoto.
De acuerdo con Mora, el volcán Poás después del fuerte sismo no ha mostrado cambios que permitan decir que son producto de ese movimiento y que va a incrementar su actividad.
Funcionarios de la UCR afectados
Óscar Alvarado Delgado y Max Arce Mora, son dos funcionarios de la Universidad de Costa Rica (UCR) que junto con sus familias se vieron afectados por el terremoto de Cinchona, al estar sus viviendas muy cerca del epicentro.
Alvarado Delgado labora en la Rectoría y Arce Mora es camarógrafo en Canal 15. El primero tiene su casa en Poasito y el segundo en Vara Blanca.
Arce Mora recordó que al momento del terremoto se encontraba en Canal 15 y tras enterarse que había sido en Vara Blanca pidió permiso para ir allá, lo cual no pudo hacer, pues al llegar a Heredia se enteró de que no había paso.
Allí pudo contactar a su padre –trabajador en una lechería, hasta ese momento-, quien le dijo que estaba cerca, ya que ese día se había venido con su madre y una sobrina a hacer algunas compras.
Pocos minutos después lo llamó una hermana que trabaja en un hotel cercano al volcán Poás y le informó que estaba bien, pero que la casa (construida con una hipoteca) había sufrido serios daños y estaba inhabitable. Un hermano laboraba en el hotel Cataratas La Paz.
Al momento de la entrevista (14 de enero) la familia de Arce Mora estaba viviendo en una habitación prestada en Santa Bárbara de Heredia y además buscaba otro sitio, dado que el préstamo era solo por unos pocos días.
Para cualquier ayuda dio el número de la cuenta 200 010 8008 56850 del Banco Nacional, a su nombre.

  • Eduardo Ramírez 
  • País
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