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Ministro de Hacienda estima que el país está preparado para endeudarse.
Después de mantenerse por varios años sin deudas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), Costa Rica explora la posibilidad de adquirir un eventual crédito con ese organismo mediante un “mecanismo de prevención” que sería utilizado únicamente en caso de que fuera necesario.
La noticia de un posible crédito pasó casi inadvertida en diciembre pasado, cuando visitó el país el director gerente del Fondo, Dominique Strauss-Kahn, y el Gobierno anunció la eventual concesión del préstamo.
El presidente del Banco Central, Francisco de Paula Gutiérrez, aclaró a UNIVERSIDAD que “todavía Costa Rica no tiene una línea de crédito con el FMI” sino que “durante la visita del señor Strauss-Kahn conversamos sobre la posibilidad de acceder a una línea de crédito con el Fondo”.
“La idea es contar con recursos externos que apoyen un ‘blindaje’ a la economía ante la incertidumbre generada por el comportamiento de la economía internacional”, declaró Gutiérrez.
El funcionario aclaró que “la actitud del FMI es ahora diferente a la del pasado, en cuanto a la naturaleza de sus políticas” y “recomendaciones” pues, en su criterio, “hubo un aprendizaje después de la crisis asiática”.
Además, estimó que “en circunstancias como las actuales, es mejor tener acceso a esos recursos que no tenerlo”.
Consultado sobre cuál sería el monto del préstamo y las condiciones que ofrece el FMI a Costa Rica, el Presidente del Banco Central dijo que “todavía no hemos hablado de estos temas” y aclaró que “si se llegara a acordar el crédito, sólo se desembolsaría si el país lo considerara conveniente”.
Gutiérrez detalló que “los créditos del FMI son para apoyar la balanza de pagos, esto es, para reforzar la posición de reservas internacionales del Banco Central”.
El funcionario agregó que “afortunadamente la crisis toma al país con una posición fiscal sana; un nivel de deuda pública externa bajo (menos del 12% del PIB); una posición de reservas internacionales adecuada; un sistema bancario con buen estado de suficiencia patrimonial, especialmente después de la capitalización de los bancos estatales, y tasas de desempleo y pobreza bajos para los niveles históricos”.
“La vulnerabilidad mayor está en el desequilibrio de la cuenta corriente de la balanza de pagos, el cual se va a ajustar parcialmente por la fuerte rebaja observada en los precios de los combustibles”, puntualizó el funcionario.
El crédito que el FMI otorgaría a Costa Rica tendría características similares a uno anunciado recientemente para El Salvador por $800 millones, a 14 meses y medio, “con el objeto de ayudar al país a afrontar ‘shocks’ de confianza temporales, las cuales incluyen la incertidumbre relacionada con las elecciones y las consecuencias de la crisis financiera mundial”, según un comunicado de prensa divulgado en la página web del FMI (www.imf.org) el pasado 16 de enero.
El Ministro de Hacienda, Guillermo Zúñiga, dijo a UNIVERSIDAD que Costa Rica “está preparada para endeudarse” pues cuando el Gobierno de Óscar Arias asumió el poder (mayo del 2006), el endeudamiento público era de un 56,4% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que las estimaciones preliminares a enero del 2009 es que esa cifra ha bajado a un 38% del PIB.
Esta disminución se logró gracias al superávit fiscal del 2007 y 2008 y a una mayor recaudación fiscal aunque, de forma paralela, el Estado ha gastado en infraestructura y programa de inversión social.
Gracias a la baja en el endeudamiento “tenemos un espacio enorme para endeudarse sin poner en peligro la hacienda pública”, dijo el ministro, quien añadió que el país tomó la previsión de solicitar diversos créditos ante organismos financieros internacionales y “tenerlos disponibles en este momento es una bendición”.
Condicionamientos
El economista Juan Manuel Villasuso dijo a UNIVERSIDAD que en esta etapa recesiva de la economía, “instituciones financieras internacionales podrían ser fuentes de financiamiento adecuadas sino no fuera porque imponen condicionalidades para el otorgamiento de los créditos, como es el caso del FMI”.
“El FMI aplica las mismas recetas de política económica a todos los países, sin importar sus características en cuanto a estructura productiva y distributiva, marco institucional y estado de la economía”, explicó Villasuso.
El economista detalló que “por lo general esas políticas buscan equilibrios globales que benefician a los países más desarrollados pero perjudican a las naciones más pequeñas y en vías de desarrollo, que deben adaptarse de manera inconveniente al entorno externo”.
“Esa ha sido la experiencia con las políticas de estabilización, desregulación y apertura cuyos resultados negativos se están observando en la actualidad”, agregó.
Por esa razón, “para enfrentar la crisis es preferible recurrir a otras fuentes de financiamiento, tanto internas como externas, que permitan un mayor margen de maniobra en cuanto a las políticas económicas que se puedan aplicar en el país”, puntualizó.
“Depender de nuevo del FMI para que defina la estrategia que debemos seguir para mitigar la crisis y retomar el crecimiento es ponernos en manos de una institución cuyo interés principal es la estabilidad del entorno internacional, pero no los intereses de Costa Rica”.
Secretismo y libre flujo de capitales
El economista Luis Paulino Vargas dijo que en el caso del FMI “seguramente hay un condicionamiento. Lo grave es que no lo conocemos y, además, que hay un secretismo (…) que se vuelve muy sospechoso”.
Vargas dijo que un crédito con un organismo de este tipo “está destinado a consolidar una situación que al país no le conviene: la completa liberalización del movimiento de los capitales”.
“Este es un tipo de política que, a la luz de la crisis mundial y la tremenda inestabilidad de los flujos financieros mundiales, hay que revisar”, señaló.
“Se puede presuponer que el FMI da el dinero, pero no se puede tocar esa religión de libre comercio de capitales. Me imagino que una de las condiciones será que toda esa liturgia neoliberal es intocable”, explicó Vargas.
Por su parte, la economista Anabel Ulate, de Observatorio del Desarrollo de la Universidad de Costa Rica, explicó que en octubre pasado el FMI aprobó una facilidad de préstamo denominada Facilidad de Liquidez de Corto Plazo (SLF por sus siglas en inglés) que difiere de las líneas tradicionales de crédito porque no exige condiciones para que el país lleve a cabo reformas sino que “más bien el FMI establece que los países elegibles deben mostrar una trayectoria de políticas macroeconómicas sólidas”.
En ese sentido, la posibilidad de que Costa Rica pueda acceder a esa facilidad de crédito “podría ser interpretado más bien como un reconocimiento de las políticas económicas seguidas por el país”, afirmó la especialista.
Ulate destacó como fortalezas del sistema costarricense la existencia de un sector financiero mixto, con bancos estatales y privados, así como una mayor flexibilidad en el régimen cambiario.
Sin embargo, a juicio de la economista, “el FMI va a ser de las primeras instituciones en ser revisadas y reformadas una vez que los efectos de la crisis internacional disminuyan”.
FMI: Amado por unos, odiado por otros
El Fondo Monetario Internacional (FMI) se creó en 1945 para “promover una economía mundial sólida” por medio de políticas económicas y financiamientos temporales que ayuden a evitar las crisis en los sistemas monetarios de los países.
El Fondo tiene su sede en Washington y es administrado por los gobiernos de 185 países miembros. La entidad posee 2.635 funcionarios y se financia con las cuotas de sus miembros, las cuales eran de $338.000 millones (al 30 de setiembre de 2007).
Si bien las políticas del Fondo son aplaudidas por muchos, otros, como Joseph Stiglitz, exjefe del Banco Mundial y Premio Nobel de Economía 2001, las han criticado de forma muy severa, particularmente por los condicionamientos que el organismo impone a los países en vías de desarrollo para el pago de su deuda o para otorgarle nuevos préstamos.
Dentro de esos condicionamientos figura el saneamiento del gasto público a expensas del gasto social, eliminación de subsidios, reducción de aranceles, reestructuración de los sistemas tributarios, eliminación de barreras cambiarias, implementación de una estructura de libre mercado y políticas de flexibilidad laboral, entre otros.
En América Latina, el FMI se ganó una “mala fama” en la década de los años 80, cuando impuso este tipo de condicionamientos a países como Argentina o Brasil, naciones que entraron en profundas recesiones a finales de la década de los 90.
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