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¿Muy poco, muy tarde? ¿Cómo salir del fondo del pozo? “El plan de Obama es inadecuado e incompleto”, aseguró Martin
Wolf en las páginas del prestigioso Financial Times, comentando la propuesta del nuevo presidente de los Estados Unidos para hacer frente a la crisis financiera por la que atraviesa el país. Obama habló como si su amplio estímulo fiscal fuera suficiente para salir de la crisis, dijo Wolf. El estímulo fiscal es un paliativo necesario, pero el monto y la duración del déficit necesario para hacer frente a esas necesidades es “aterrador”, agregó.
DÉFICIT
La crisis financiera en la que se está sumergiendo Estados Unidos, y en la que, poco a poco va envolviendo a todo el mundo, tiene raíces más profundas, según la opinión de los más diversos economistas.
El origen de esa crisis está en el prolongado período, de más de tres décadas, en que el país vivió de “prestado”, captando el ahorro de todo el mundo para financiar su déficit en cuenta corriente.
Pero esa política tiene un límite el cual parece haber llegado. El sector privado ya no puede seguir financiándolo, pero tampoco está en condiciones de revertir un creciente déficit comercial, sobre todo con China.
Todo eso conduce el país a mantener un déficit fiscal que se va haciendo inmanejable. Peter Orszag, nombrado director de la Oficina de Presupuesto del nuevo gobierno, lo advirtió en el Congreso el pasado 13 de enero: no hay alternativa, el gobierno tiene que actuar agresivamente para enfrentar la crisis macroeconómica y estimular la demanda agregada. Esto implica ampliar el déficit a corto plazo.
El problema es que ese déficit será de $1,2 billones este año, según la previsión de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO).
Esto representa 8,3% del Producto Interno Bruto (PIB) de los Estados Unidos, el más alto de la historia desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Pero este no incluye los montos previstos para el plan de rescate de la economía propuesta por Obama, de unos $800 mil millones, lo cual aumentaría a $1,6 billones.
Las previsiones económicas de la CBO incluyen un crecimiento negativo de 2,2% para este año, y un optimista crecimiento “moderado”, de 1,5%, para el 2010, así como un crecimiento de 9% del desempleo.
En los ocho años de los mandatos de Bush (2001-2009), se perdieron casi cuatro millones de puestos de trabajo en el sector manufacturero en Estados Unidos. El número de desempleados llega ahora a once millones de personas.
Si a esto se suman los 3,6 millones de familias que han perdido sus casas por no poder pagar sus hipotecas, una enorme presión social se agrega a la crisis económica.
¿Podrá el país soportar esa sangría? ¿Cómo la financiará?
“Las finanzas públicas están en un camino insostenible a largo plazo”, aseguró Orszag, recordando, además, que se debe tomar en cuenta los crecientes costos de la salud pública y de las pensiones de la generación conocida como “baby boomers”. “Hoy todavía disfrutamos de un importante margen de maniobra para hacer frente a la crisis porque nuestra deuda aún es vista como la inversión más segura en el mundo”, explicó Orszag. Pero, advirtió, a menos que cambiemos nuestra política, esto podría variar y “limitar severamente nuestra capacidad para hacer frente a futuras dificultades económicas”.
AIRE POLÍTICO
A la gravedad de la crisis económica heredada de la administración Bush se suma el aislamiento y desprestigio de una política internacional que debilitó los organismos multilaterales e institucionalizó la tortura como forma de enfrentar la desastrosa “guerra contra el terrorismo”.
El triunfo de Obama es considerado, por muchos analistas, como una respuesta del ciudadano norteamericano a esta situación.
Para enfrentarla, Obama ha armado un equipo que los observadores de la política norteamericana califican de “centristas”, así como de miembros de la administración Clinton. La “izquierda” del partido se siente algo decepcionada y teme que no habrá la reforma radical prometida. El mundo político norteamericano está dividido entre los partidarios de reducir impuestos y los de incrementar gastos, por lo que Obama ha preferido quedar encima del muro, dando algo a cada grupo.
Queda entonces el escenario internacional, donde podrá adoptar algunas medidas de gran efecto inmediato.
La que se menciona con mayor énfasis es el cierre de la prisión de Guantánamo, en el territorio que Estados Unidos ocupa en el oriente de Cuba y que ha sido escenario de torturas y abusos contra presos acusados de terrorismo, hasta hace poco sin posibilidad de defensa.Pero aún esa medida podría necesitar varios meses para ser completamente aplicada, entre otras cosas por la dificultad para encontrar países que acepten los presos de Guantánamo.
Los ojos del mundo estarán también puestos en Obama y su Secretaria de Estado, Hillary Clinton, enfrentados al genocidio de Gaza, que revela la creciente inestabilidad de la situación en Medio Oriente. La ofensiva israelí, cuidadosamente planeada para las semanas de fin de año, antes de la toma de posesión de Obama, no se lanzó, ciertamente, sin que él estuviera al tanto de lo que iba a ocurrir. Sin embargo, como presidente electo, prefirió mantener una posición discreta, que deberá cambiar al asumir el cargo.
Cualquiera sea la solución de compromiso para poner fin a la masacre en Gaza, la región quedará aun más herida, si eso es posible, con una crisis humanitaria de dimensiones difíciles de cuantificar en esa franja de tierra donde habita cerca de 1,5 millones de personas.
AMÉRICA LATINA
Para América Latina, quizás nada sea tan simbólico como el movimiento de la nueva administración hacia Cuba. El gobierno de la isla, como se sabe, acaba de sumarse a los mecanismos de integración que se han venido construyendo en América del Sur y que crean una realidad política muy distinta a la que existía en la región hace ocho años.
Si bien la nueva administración parece dispuesta a revisar las disposiciones más radicales del gobierno de Bush para impedir los viajes y las remesas de fondos a Cuba por parte de los inmigrantes, nada parece indicar que se pretenda poner fin al embargo económico contra la isla.
Por otro lado, Obama apoyó el Plan Colombia, con el que la administración Bush financió la lucha de Álvaro Uribe contra las FARC, y votó a favor de los $400 millones otorgados al Plan Mérida para “combatir el narcotráfico en México y América Central”. Esto ha recibido diversas críticas en México, donde se le considera un avance inaceptable sobre la soberanía del país.
Obama mantuvo la tradición de reunirse con el presidente mexicano antes de asumir el cargo, dejando en evidencia la importancia del tema para su país, incluyendo la extensión de la iniciativa Mérida, los temas de la frontera común y la inmigración.
Por otra parte, como senadora, su Secretaria de Estado votó a favor de la construcción del muro en la frontera con México, contra el acuerdo de preferencias arancelarias andinas y a favor de una resolución de condena al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, por su discurso contra el presidente Bush en las Naciones Unidas el 20 de septiembre del 2006.
Se estima, en todo caso, que Obama tendrá la oportunidad de dar a conocer su política exterior hacia la región en la próxima Cumbre de las Américas, que se celebrará en abril, en Trinidad y Tobago.
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