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Ciencia, tecnología y política

A principios de noviembre de 2008, asistí a la Ciudad de México a la VII Conferencia de la Unión Iberoamericana de Ciencia y Tecnología, cuyo principal objetivo era acercar a los sectores académico, empresarial y parlamentario que intervienen, decisivamente, en la conformación de las políticas en el rubro y, en esta forma, propiciar un cambio en las políticas de los 21 países que conforman la región iberoamericana.

A principios de noviembre de 2008, asistí a la Ciudad de México a la VII Conferencia de la Unión Iberoamericana de Ciencia y Tecnología, cuyo principal objetivo era acercar a los sectores académico, empresarial y parlamentario que intervienen, decisivamente, en la conformación de las políticas en el rubro y, en esta forma, propiciar un cambio en las políticas de los 21 países que conforman la región iberoamericana.
La participación de nuestro país en las lides de la ciencia y la tecnología no es nada nuevo, aunque sí comienza a serlo la inclusión de la ciencia y la tecnología en las diversas arenas políticas de la sociedad.
Con la llegada del siglo XXI, es evidente que las innovaciones científico- tecnológicas han sido agentes fundamentales que conformaron las culturas propias desde el siglo XX. Así, han formado, de manera decisiva, el conjunto de  formas de vida, los entornos, tanto materiales como interpretativos y valorativos, los modos de organización social, económica, cultural y política junto con el medio ambiente característico de esta época.
La educación general, desde sus niveles básicos, ha vivido el incremento de la presencia de los modernos contenidos científicos en las sucesivas transformaciones de sus programas y planes de estudio. Lo anterior es algo asumido por la sociedad en la cual la formación general del ciudadano debe tener un papel importante, donde el contacto con las heterogéneas realidades científicas y tecnológicas, del mismo modo que la formación superior, se admite como el exclusivismo en cada una de ellas.
Costa Rica, como país con grandes potencialidades de desarrollo, antes de volar requiere empezar a gatear. Requiere palpar la realidad inmediata a su alcance, así como aprovechar, con medida y racionalidad, los recursos naturales, humanos y económicos de los que dispone.
En nuestra vida democrática, lamentablemente la ciencia y la tecnología no han tenido el peso significativo que requieren, a pesar de la creación de instituciones y la elaboración de programas en esta materia.
Nuestros políticos comprenden y viven la ciencia, la aluden, la conocen y también frecuentan sus escenarios y actores. La ciencia y la tecnología irrumpen en la vida cotidiana de todos por igual, de una manera más acentuada cada día.
Si en la agenda nacional los temas de ciencia y tecnología tuvieran el peso que requieren, la respuesta y sensibilidad de los políticos sería otra en la realidad; el gobierno y los legisladores tendrían mayor conocimiento y manejo de las relaciones entre la ciencia y tecnología, y las promoverían en el ámbito nacional, como también promoverían la importancia de la interrelación de estos factores en el desarrollo económico del país. Los países que no invierten en investigación, no tienen esperanza de llevar adelante el desarrollo científico y tecnológico.
Los senderos son claros y los diagnósticos sobran igual que las recetas, y estos van, desde incrementos del financiamiento, el fortalecimiento institucional, hasta temas de políticas de inserción adecuada de la ciencia, en la sociedad y la producción.  De ahí que en la Comisión de Ciencia y Tecnología, de la Asamblea Legislativa, entre otras importantes iniciativas, se analiza una reforma a la Ley de promoción de la ciencia y la tecnología, y se espera poner en vigor una serie de artículos que incentivan la investigación en el Sector Privado y que fueron derogados durante una coyuntura productiva y tecnológica muy diferente de la actual.
Afortunadamente, los partidos políticos han ido incorporando, en sus programas de acción, temas científico-tecnológico que abren espacios para el encuentro entre la ciencia y la política; pero, aun cuando existe una clara coincidencia respecto del valor que tiene la ciencia y la tecnología para el crecimiento económico del país, no se consigue avanzar al ritmo requerido, en cuanto al otorgamiento de recursos como a la promulgación de leyes acorde con una nueva realidad y un nuevo siglo. La agenda política es muy amplia y sobrecargada como para que la ciencia y la tecnología pasen a ocupar lugares de privilegio en el contexto actual, si no existe voluntad política compartida.
Para los legisladores es de suma importancia participar en eventos de esta magnitud, ya que posibilitan la construcción de vínculos que permiten el intercambio de experiencias de éxito y conocer los esquemas de cooperación existentes, que posibiliten la definición de políticas públicas plurinacionales que impulsen la creación de empleo, bienestar social y el desarrollo económico de los países.

  • Federico Tinoco Carmona, Diputado
  • Opinión
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