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Mientras en millones de hogares en el planeta se escuchaban aún los últimos cánticos navideños, preparándose además para la pronta llegada del año 2009, un zumbido aterrador atravesaba los cielos de Gaza: aviones israelíes bombardeaban sin misericordia la estrecha franja en donde se da la mayor densidad de población del mundo; la masacre de civiles suma centenares de víctimas entre niños, hombres, mujeres, ancianos (as).
No se han respetado escuelas, mezquitas, casas de habitación, hospitales… Los bombardeos indiscriminados muestran la dolorosa realidad de una limpieza étnica con miles de heridos que la Cruz Roja Internacional no ha podido atender, ante las dificultades de ingreso que pone el gobierno israelí, lo mismo para las organizaciones que aportan agua y víveres a la población. Se ha coartado además la libertad de información, al negársele el acceso a Gaza a la prensa internacional.
Las protestas en diferentes países del mundo, frente a las Embajadas de Israel y de Estados Unidos ( aliado de Israel en esta masacre), han sido permanentes; en San José numerosas personas manifestaron también su repudio a la agresión desfilando por el Paseo Colón con banderas y pancartas. Sin embargo, las operaciones decretadas por Israel como “plomo fundido” y “operación terrestre” siguieron su curso, mientras muchos heridos han muerto esperando la ambulancia, entre ellos niños con sus delantales escolares azules que no pudieron escapar al bombardeo. Las visitas casa por casa de las tropas israelíes, han expulsado de sus hogares a familias que quedan indefensas, enfrentando sin alimento, luz y medicinas, las consecuencias del exterminio.
Han sido las organizaciones de derechos humanos y la población civil en diferentes partes del mundo, las que se han lanzado a las calles en señal de protesta por crímenes de lesa humanidad, y que según la ley internacional se señalan como Crímenes de Guerra o de Exterminio Masivo, es decir, Terrorismo de Estado.
Lamentablemente, la mayoría de los gobiernos, incluido el de Costa Rica, han sido omisos en la condena primero en relación a la construcción de un muro ilegal que confiscó más tierras palestinas, condenando a un pueblo a un cruel encierro que ha incrementado las persecuciones y detenciones, y luego en cuanto a una operación sanguinaria que viola resoluciones de la ONU y del Tribunal Penal Internacional. Estos gobiernos para los cuales la vida de los palestinos se convierte en “prescindible”,simplemente procuran obedecer y no irritar al gobierno norteamericano, el cual no permitió que el Consejo de Seguridad de la ONU frenara el genocidio en Gaza, como tampoco lo permitiera en el 2006 cuando la población del Líbano era bombardeada.
Irónicamente, este tipo de agresión con una superioridad tecnológica gigantesca, este tipo de discriminación y racismo, tiene entre sus más claros antecedentes históricos el aparato de dominio del régimen nazi, con su concentración de poder y violencia. De la misma manera que en la Alemania de Hitler, los soldados del régimen de Olmert, ( y de quienes están utilizando esta matanza para sus apuestas electorales ), representan el sistema de funcionarios que obedecen las órdenes de ejecuciones violentas, usando incluso armas prohibidas, cumpliendo así a cabalidad la lealtad de servicio. La masacre perpetrada en el holocausto fue legitimada en su momento por el silencio de los gobiernos de la época, incluido el Estado Vaticano. Este mismo silencio ha sido nuevamente cómplice durante el baño de sangre derramada en Líbano y en Gaza.
La maquinaria que puso en movimiento el Nacional Socialismo, “ cobró vida propia”, igual que el poderoso armamento israelí, lo que ha provocado una destrucción humana desenfrenada. De esta manera queda anulada cualquier posibilidad de conciencia moral. En palabras de Hannah Arendt: “el mal humano carece de límites cuando no provoca remordimiento alguno, cuando sus actos se olvidan tan pronto como se cometen”. Cuando se ha llegado a esta ruptura de límites, destruida toda pertenencia al mundo de la moral, nos alojamos en la puesta en práctica del terrorismo de estado, en donde todo es posible: tanto el terror del campo de concentración, como el bombardeo de fósforo blanco y plomo fundido sobre poblaciones indefensas.
La indignación ha venido en aumento, incluida la carta de solidaridad con los palestinos de la Red Internacional de judíos antisionistas, los cuales apelan al derecho de cada habitante del planeta a vivir con seguridad, justicia y paz, para lo cual –agregan- “el proyecto colonial israelí debe llegar a su fin”. “ Nuestro compromiso –terminan diciendo- es el desmantelamiento del apartheid israelí, el retorno de los refugiados palestinos, y el fin de la colonización israelí de la Palestina histórica.”
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