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No más parches en la educación

El VI Estado de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia en Costa Rica, realizado por investigadores de la Universidad de Costa Rica y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la Niñez (UNICEF)  hizo patente que una de las causas principales de la deserción de los y las adolescentes costarricenses del sistema educativo formal es la “falta de motivación”.   

El VI Estado de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia en Costa Rica, realizado por investigadores de la Universidad de Costa Rica y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la Niñez (UNICEF)  hizo patente que una de las causas principales de la deserción de los y las adolescentes costarricenses del sistema educativo formal es la “falta de motivación”.   
Esta es la tesis que hemos venido sosteniendo en diferentes sedes desde hace al menos quince años. Los resultados de este  estudio deben constituir insumo fundamental en la toma de decisiones sobre el rumbo que debe seguir el sistema educativo costarricense, si se desea hacer realidad la “apuesta por la educación” para el desarrollo del país, pero sobre todo para la disminución de los índices de pobreza, tal como lo cuantifica el Informe sobre el Estado de la Nación, que concluye que existe una relación inversa entre los años de escolaridad y los índices de pobreza de las personas.
Sin motivación no hay aprendizaje. Que el sistema educativo motive a los jóvenes es la única posibilidad de que éstos se interesen en continuar los estudios, pero significa, además, según afirma  Papert, el único mecanismo que puede desencadenar los procesos de construcción de conocimiento y por lo tanto, de aprendizajes significativos.
Convertir a la educación formal en una actividad atractiva, supone mucho más que la realización de algunas actividades extracurriculares, que no pernean ni los programas, ni la didáctica dentro del aula, y que podrían más bien influir en los jóvenes para establecer comparaciones desfavorables al sistema mismo.
El sistema educativo costarricense ya no puede ser mejorado con ninguna reforma superficial, necesita cirugía mayor.   Si se desea “apostar por la educación” es necesaria una transformación del sistema, que debe partir desde sus bases: desde pre-escolar, y sobre todo, debe cambiar radicalmente el currículo de primaria, pues es en los niños que se puede despertar el interés por aprender, y las destrezas cognitivas y afectivas que no se desarrollan en la infancia, es muy probable que no se logren nunca.
La escuela debe dejar de ser “la prisión en donde se recluye a los niños para que no deambulen por las calles o estorben en sus casas” (H.Gardner), y debe convertirse  en un lugar amigable y confortable, para que los niños, cuando sean adolescentes tengan la motivación suficiente para continuar con sus estudios.
La preocupación por la deserción estudiantil, sobre todo a nivel secundario, ha sido campo de experimentación de distintas estrategias que, por no atacar las verdaderas causas del fenómeno, se han convertido en paliativos que han estado muy lejos de resolver el problema.   Como los parches que tapan los huecos de nuestras carreteras por algunos días, pero que las inclemencias del tiempo vuelven a destapar, estas estrategias se revelan absolutamente insuficientes para retener a los adolescentes dentro del sistema.

  • Emilia Fonseca Tortós, Profesora Escuela de Estudios Generales
  • Opinión
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