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El mercado, la política y las personas

No es para nadie un secreto que en la actual globalización económica los valores han sido reinvertidos y desplazados por la economía de mercado.

No es para nadie un secreto que en la actual globalización económica los valores han sido reinvertidos y desplazados por la economía de mercado.
Lo ético, lo moral, lo antropológico, lo espiritual y lo afectivo han sido pervertidos en aras de una economía que pone la cultura, la identidad y lo autóctono como valores en vías de extinción. La omnipotencia de la economía neoliberal sobrepone toda ganancia y todo lucro por encima de la persona. “Más mercado y menos estado”, reza la frase de un partido político nacional. Pues bien, esa visión superficial y materialista de la cultura y de los valores, propia de la economía de mercado, quedó al descubierto en meses anteriores con la vergonzosa decisión de la Comisión de Consultas de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa al recomendar al Plenario legislativo la eliminación del “inciso 6 del artículo 78 de la ley de biodiversidad que fue modificado a través del proyecto de Ley de Propiedad intelectual” (Diario Extra 23/9/08).
Desvergonzadamente se eliminó porque el inciso mencionado obligaba  a que se consultara a las comunidades indígenas si se querían modificar aspectos propios de la biodiversidad. Con un claro irrespeto y desprecio por nuestras culturas indígenas se decide eliminar dicho inciso en vez de escuchar la sabia opinión de nuestras comunidades ancestrales. Los partidos tradicionales, sobre todo Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, el PLUSC, se unieron en la Asamblea Legislativa para confabular y traicionar al pueblo que los llevó al poder. No hay duda de que el bipartidismo tradicional, el neoliberalismo, la globalización económica y la economía de mercado agreden dolosa y certeramente al ser humano como tal. La invisibilización de la persona y de los valores quedó al descubierto ante semejante manipulación política. La economía no puede esperar, y menos escuchar, la palabra de nuestros indígenas. Su opinión no importa. Lo que importa es el gran capital, la acumulación de riqueza y la ganancia desmedida.
Aparte de todas las discusiones que este TLC nos trajo, hay algo muy importante que debemos tener presente. Principalmente ahora que se aproximan las elecciones del 2010. Se ha dado en La Asamblea Legislativa, y ahora queda más que claro con la eliminación de este inciso, un contubernio desvergonzado y corrupto entre los partidos políticos tradicionales. El pueblo costarricense, y en particular las comunidades indígenas, solo existen cada cuatro años, cuando le buscan para pedirle su voto y ellos acceder al gobierno.
Después de ahí, y una vez que llegan al poder, los partidos tradicionales se juntan para gobernar de acuerdo a sus intereses y en beneficio propio y de sus clases económicas. Nunca, como en esta ocasión, Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana habían demostrado tanto que entre ambos partidos no existen ni tienen diferencias ideológicas. Unidos en “contubernio escandaloso” se dedicaron a traicionar a los costarricenses, sobre todo a los sectores más pobres de la sociedad, con el único interés de beneficiar a aquellos sectores de poder que durante años les han  financiado sus campañas electorales.
Ni socialcristianos ni socialdemócratas, el PLUSC es neoliberal e inmoral. No se puede tener valores ni sociales ni cristianos ni democráticos cuando se arremete vilmente contra el pueblo, se le arrebatan las conquistas sociales y sus instituciones con el fin de entregárselas a las grandes transnacionales. No hay duda de que el pueblo costarricense debe ir  despertando de tanta ignominia. No se puede ser abofeteado tantas veces y seguir apoyando a partidos que durante años han saqueado las arcas del Estado. En una ocasión escuché a un campesino decir que los partidos tradicionales costarricenses eran “mafias organizadas que colocan gente de su confianza en puestos de mando para que roben y estafen al Estado”. Mejor definición nunca había escuchado. Eran algo así como “la cosa nostra” o “el cártel de tiquicia”. En América del Sur el pueblo ha sido muy sabio y ha erradicado de una vez y para siempre a partidos que durante años asaltaron al erario público.
Con esos partidos se fueron anquilosados líderes que no tenían el mínimo escrúpulo en traicionar los valores patrios en aras de intereses foráneos. Pidámosle a Dios que el 2009 traiga esa sabiduría a los costarricenses para que con su voto en el 2010 podamos empezar a construir una sociedad más limpia, más justa y más honesta.

  • Asdrúbal Marín Murillo, Profesor de Filosofía y Humanidades
  • Opinión
National LiberationNeoliberalism
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