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La memoria

La materia es la esencia de la memoria, en sí es memoria, contiene los códigos que la retienen y activan.  Su auto-organización se debe a la memoria, y, confirma su permanencia en el tiempo y espacio.

La materia es la esencia de la memoria, en sí es memoria, contiene los códigos que la retienen y activan.  Su auto-organización se debe a la memoria, y, confirma su permanencia en el tiempo y espacio.
La materia y la energía son indisolubles, una es consecuencia de la otra; en su inagotable diversidad y transformación son inagotables, indestructibles.
La materia se construye, para sí, los códigos y, guarda su memoria, para su diversa organización en los elementos de la tabla periódica de Mendeleyev; así como sus combinaciones: sales, proteínas, hidratos de carbono, grasas y otras sustancias que forman el universo.
La materia a través de sus códigos, guardados en su memoria, crea los receptores que le permiten detectar los cambios internos y externos para mantener una estabilidad, un equilibro, una homeóstasis, su particularidad, su identidad, que, siempre será dinámica, nunca estática, por lo que se mantendrá una tensión entre el cambio y la conservación de cada particularidad, sin menoscabo de los principios generales de la materia y la energía.

En el desarrollo, de lo simple a lo complejo, en relación con los elementos materiales que detectan los cambios, éstos pueden estar constituidos por escasas células, hasta órganos complejos, órganos de los sentidos, (ojos, oídos, etc.) con el desarrollo de redes que llevan la información a centros de análisis que elaboran una respuesta, la cual provoca una dinámica que en algunos casos, trata de evitar daños, y en otros, dar curso a un efecto positivo.

Como sabemos, la unidad de los organismos vivos es la célula, y, ésta cuenta con una memoria que guarda en su DNA, lo que le posibilita autocopiarse, pero, también hacer una copia del ser viviente a que pertenece, incluyendo al ser humano.  La cúspide del desarrollo de la materia, hasta ahora conocida en el universo, es el cerebro humano, de este órgano surge una memoria cualitativamente diferente, su estructura, su fisiología, le permiten no solamente, tomar la información, analizarla y dar una respuesta inmediata para responder a una nueva situación, sino que, además, guarda la información nueva y la compara con otra vieja, similar, y la “rumea”; en la dinámica surgida se reanaliza, se sintetiza, se abstrae, se amplían horizontes, se profundiza, en fin, se desarrolla el pensamiento humano que, así, es capaz de elevarse en el conocimiento científico – técnico, filosófico, artístico, de sí mismo, de sus semejantes; desarrollará los sentidos complejos de la conciencia: los de la solidaridad, la justicia, el amor, y otros muchos más, que conocemos, pero desgraciadamente, no practicamos.

  • Óscar Morera Madrigal (Médico)
  • Opinión
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