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Albores de la fotografía en Costa Rica

II Parte

II Parte
La fotografía en Costa Rica fue una actividad que tomó auge a raíz de los avances socioeconómicos y culturales que experimentó la ciudad de San José a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En el decenio de 1850, se destacan los nombres de los siguientes fotógrafos y retratistas extranjeros:
J. Hobart, Faber, William Claude Buchanan, Thomas C. Rhodes y Lorenzo Fortino. Se trataba de un pequeño gremio de fotógrafos, no precisamente organizados,  pero sí con una sólida presencia en el universo urbano josefino.
Puede afirmarse que en la década de 1850, el mercado fotográfico del retrato fue privilegio de los citadinos con capacidad económica. Éstos podían guardar y conservar sus imágenes en estuches de terciopelo y piel repujada; sortijas; medallones; cartones de passe – partout; entre otros formatos. Tal y como anunció J. Hobart en La Gaceta del Gobierno de Costa Rica, en junio de 1850: «…los retratos serán de lo más perfecto que puede producirse, i se colocarán según se exija, en sortijas, prendedores ó cajitas; obligándose á recibir aquellos que no quedasen á satisfacción del interesado…»                                                                                                                     La divulgación de unos cuantos avisos o comunicados, evidencia el interés por vender equipo fotográfico y promocionar el moderno gusto por la fotografía. Así, en 1853, el viajero y escritor alemán Wilhelm A. Marr informó en La Gaceta del Gobierno de Costa Rica que «…vende un aparato completo de Daguerrotipo, con 150 placas, y los quimicales necesarios. Las personas que deseen comprarlo, pueden ocurrir á la casa de D. Luciano Paut, calle de la Puebla». Y, en agosto de 1857,  W. C. Buchanan advirtió en las páginas de Crónica de Costa Rica, que la fotografía era un arte superior,»…no solamente en razón de su duración, sino también por la conveniencia que presentan [los retratos] para ser remitidos á cualquier parte del mundo, dentro de una carta ó de alguna otra manera». Contemplarse a sí mismo y poder mostrarse ante otras personas era la novedad.                                                                                                                             
Los talleres fotográficos se instalaban, en la mayoría de los casos, en inmuebles de uno o dos pisos. Ahí se utilizaron todos los materiales posibles para las composiciones fotográficas. Justamente,  en mayo de 1859, Thomas C. Rhodes en su Galería -ubicada en la Calle del Cuño Núm. 12-  ofrecía a los interesados: «…sacar retratos en papel, vidrio, placas de fierro, etc…»
En apretada síntesis, el invento fotográfico fue introducido en Costa Rica por extranjeros, quienes trabajaron en la capital josefina en distintos momentos de la segunda mitad del siglo XIX.

  • Guillermo A. Brenes - Tencio (Docente, miembro del Grupo de Estudios de Arte Público)
  • Opinión
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