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Debe valorarse lo que ha significado para el mundo obrero, el trabajo de las ocho horas diarias.
Esta conquista se remonta al 1 de mayo de 1886 día en que llegó al máximo la huelga de trabajadores en Chicago, muchos de los cuales fueron injustamente enviados a presidio o condenados a la muerte por su lucha a favor de la justicia laboral. Junto con una jornada digna, exigían mejores condiciones laborales.
La jornada de trabajo ha de ser suficiente para que el ser humano pueda descansar (reponer sus fuerzas) y dedicarse a labores que van en provecho personal y de su familia, por ejemplo estudiar, educar a los hijos, recrearse y dedicarse a la vida personal, a la cultura y a la vida familiar y social en general: no solo trabajar ha de constituir el sentido de vida de las personas.
Esta jornada límite se establece luego de que la humanidad tuvo que enfrentar jornadas extenuantes hasta de dieciséis horas diarias en las peores condiciones ocupacionales. Muchos niños murieron en las minas a causa de trabajos infrahumanos para ayudar a sus padres a llevar alguna ración más a su empobrecida mesa. El promedio de vida no superaba los primeros años de la maltratada adolescencia. Marx denuncia con vehemencia las condiciones que imponían los patronos a la gente trabajadora, la cual en edad madura, consumida y caduca, era arrojada al montón de obreros excedentes. En nuestro medio, superamos la época en que el jornal se remuneraba con boletos que solo se podían cambiar en los comisariatos administrados por las compañías bananeras y con productos que esas mismas compañías decidían qué o no abastecer (no faltaba por supuesto el guaro para embrutecer las conciencias). Aún hoy, los recolectores de café cambian el producto de su trabajo diario por boletos que deben hacer efectivos al finalizar la semana, sin ningún tipo de contrato o protección social.
En esta época de flexibilidad, muchos patronos optan por el pago de servicios especiales, a fin de no incluir en las planillas a las personas que trabajan a su servicio, por cuanto eso les significa cubrir cargas sociales que les restan competitividad. También algunos patronos optan por reportar un salario menor al devengado por el trabajador, para, en esa misma proporción, economizarse el concepto de cargas sociales a su cuenta. El mismo concepto de “carga social” es un indicativo de que para lo que los patronos es una carga, para los trabajadores significa un derecho.
En la actualidad se está planteando el horario flexible, de tal forma que se labore doce horas diarias durante cuatro días a la semana para tener como descanso tres. Cuatro días seguidos de doce horas para completar las cuarenta y ocho van, a modo de ejemplo, de lunes a jueves, de tal forma que se tendría libre de viernes a domingo. Si la persona estudia, ya no lo podría hacer por cuanto si inicia a las siete de la mañana, iría terminando su jornada a las siete de la noche, sin considerar el tiempo invertido en ir y venir del lugar del trabajo. Los padres y madres que tienen que ayudar a sus hijos con sus deberes escolares, han de iniciar tal tarea a eso de las nueve de la noche y terminar como a las once tratando de darse a entender en sumas, restas y clasificación de las oraciones gramaticales. O bien, deberán pedir a los maestros que las tareas se las acumulen para el fin de semana, con lo cual su descanso se convertirá en el calvario de revisar cuadernos, recortar en el periódico, o buscar en Internet qué significa el año del mono en China.
Algunos trabajos son físicamente más duros que otros: el trabajo de la construcción, siempre muy mal pagado y en condiciones de explotación en muchos casos, es uno de estos casos. No me imagino un peón de construcción, mal alimentado y en condiciones ocupacionales desventajosas, laborando una jornada de este tipo por el resto de su vida. Un trabajador de un servicio de salud, aumentaría su factor de riesgo propio y contra terceros: un cirujano es más diestro luego de una jornada de descanso, contrario a si una cirugía la practicara después de muchas horas de trabajo acumuladas. Los conductores de autobús o de camiones, son personas que se exponen a mayor riesgo y contra terceras personas, conforme la jornada acumulativa los lleva a los límites del cansancio.
La enfermedad ocupacional está asociada a jornadas extenuantes y a horarios rotativos o extraordinarios. Posiblemente durante la juventud una persona pueda desempeñar jornadas de doce o más horas al día, pero llegará el momento en que su cuerpo no resista y en vez de optar por una jubilación y disfrutar de la vida, este tiempo lo consumirá en citas en la clínica e internamientos hospitalarios… si es que de aquí allá aún esos servicios estén dispuestos gracias a la seguridad social que se sostiene con el derecho al trabajo.
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