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Por dicha no ocurrió el concierto de la Universidad Latina en el mes de mayo del 2008. Hubiese sido aun más macabro pensar que cuarenta años después de la revuelta de mayo de 1968, lo único que se generó en el país fue la búsqueda desesperada de un concierto ridículo.
Casi lleva a meditar y reflexionar sobre el ocaso. Tantas cosas que hoy están averiadas y lo único que se le ocurre a esa juventud es protestar sus derechos a embrutecerse con licor y ensordecerse con música poco significativa. En verdad, hay que preguntarse, si se ha estado generando una juventud adicta al placer de una nada, que llega a aniquilar el nivel significativo y con ello la dignidad del ser humano.
Se ha dicho en bastante literatura científica, que toda droga adictiva genera un perfil similar de comportamiento, a saber, la búsqueda de reforzamiento inmediato en vez de reforzamiento planificado a largo plazo. No se espera por nada o nadie y se producen patrones de hostilidad cuando la droga no es obtenida. También se producen patrones de conductas criminales y hostigamiento hacia quienes no les dispensan la droga, a tiempo de sus necesidades neurofisiológicas y psicológicas. Sería muy interesante estudiar la distribución socioeconómica de aquellos integrantes de esa revuelta tan ridícula. Me atrevo a pensar que provienen de familias más acomodadas que lo usual, adonde es posible que la adicción al placer ha sustituido al ser humano. Solo quedan el egoísmo y la impaciencia del hedonismo. Una juventud bombardeada con simbología de compra y cuyas señales internas llegan a existir como una avería del lenguaje de la búsqueda del hombre de metas reales, en vez de metas hedónicas . La ausencia de ese Homo Viator de que habla Gabriel Marcel, es dolorosa y como dice la investigadora Mónica Vul, en su excelente artículo de la Nación del 7 de agosto, se asemeja más al cambio ontológico y conductual del Señor de las Moscas de William Holding. Y es que la adaptación a la democracia viviente, es solamente aparente. Por debajo se debaten las necesidades negativas, en un diálogo entre la nada y lo no significativo. En mi tiempo solíamos hablar de jóvenes excesivamente “chineados” por sus padres y que se les daba cualquier cosa que deseasen, sin tener que producir conductas de trabajo o buen comportamiento, para obtenerlas. Las cosas se complican más cuando examinamos que la adaptación a un medio social y económico, al estatus quo de la cultura y de la misma historia , carece de una crítica polémica al respecto de los valores reinantes de ambos. ¿Es acaso correcto adaptarse a una sociedad caracterizada por una crisis de granos y una globalización económica que los causó en forma irresponsable. Al menos el papado, en su viaje al Brasil, ha comenzado a denotar síntomas de reforma verdadera. También Benedicto llama a examinar el enriquecimiento (que llama ilícito), de quienes generan a través de ello la miseria. Adaptación significa muchas cosas, más aun cuando se carece de los elementos transformativos de una crítica del estatus quo actual. Adaptarse a la ocurrencia de crímenes de una cultura de cuello blanco, más condenar los de cuello azul, no es válido como argumento de transformación, ni de creación de mejores perfiles de simbología. Esto amerita la creación de cuadros de nuevos intelectuales y de una nueva burguesía. Es interesante el reflexionar, que quizás la burguesía es la responsable de crear intelectuales y la clase media de mantener la democracia. Si dicha creación no se puede llevar a cabo, se va a recaer en una adaptación como permiso de los errores terribles ya cometidos. Al menos el principio de los derechos humanos, parece predicar un cambio en la evaluación del ser humano. Por ejemplo, el respecto a las minorías, implica un cambio en la misma concepción de la democracia como sociedad viviente. No basta una mayoría estadística para establecer los derechos humanos. No basta que las mayorías sean blancas o heterosexuales, para imponer esos factores a las minorías que no lo son. El derecho humano amerita hoy en día una valoración cualititativa de la existencia del humano y no solamente de la mayoría de humanos que votan. Esto ha cambiado profundamente la historia y la cultura humana. Por otra parte, no basta con ser una minoría para tener un derecho, es necesario examinar la naturaleza del rasgo en cuestión. Si no, los criminales podrían aducir persecución en su contra, pues son una minoría. Incluso los jóvenes que no entraron al concierto podrían reclamar su derecho de hacer una revuelta en la Universidad Latina. Es también lo valorativo y significativo del rasgo. Por eso es que creo que debería en la Universidad de Costa Rica, alargarse a cuatro semestres los Estudios Generales. También es necesario respaldar la Vicerrectoría de Investigación aún más. Creo que llegaremos a ser una de las mejores universidades del mundo.
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