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Celebrando a Darwin

Full fathom five thy father lies,Of his bones are coral made;Those are pearls that were his eyes;Nothing of him that doth fadeBut doth suffer a sea-changeInto something rich and strange.-Shakespeare, The tempest-

Full fathom five thy father lies,Of his bones are coral made;Those are pearls that were his eyes;Nothing of him that doth fadeBut doth suffer a sea-changeInto something rich and strange.-Shakespeare, The tempest-
¿Por qué celebramos el bicentenario del nacimiento de Darwin, y 150 años de la publicación de On the origin of the species? No fue el primero en hablar de la evolución ni en proponer la selección natural. Tampoco fue el único que postuló una teoría que albergara principios explicativos de los fenómenos naturales. Y menos fue el principal causante del revuelo y animadversión por parte de grupos tradicionales afianzados en centros de poder.
No fue paladín ni mártir: no sufrió persecuciones, no confrontó las instituciones de su tiempo. Ni siquiera tenía claro en dónde debía situar su actividad. Ninguna de las grandes virtudes promovidas por los victorianos exornan su vida. Galileo, Bruno, Pasteur, Freud, Marie Curie, han encontrado, acaso por su novelesca vida, espacio en la pantalla grande. Charles apenas podría invocar un par de sucesos: una mocedad disipada y vulgar, una enfermedad heredada de su travesía naval. ¡Ah! Es verdad: la infausta muerte de su hijita Annie.Luego, ¿qué tiene de importante este acomodado y acaudalado hacendado inglés, expelido de toda acción heroica, tan escasamente aguerrido, tan burguesamente insípido? El imperialismo que eclosionaba, la organización agrícola, la topografía marítima, la mejora de sementales y la calidad de los textiles encontrarían serios inconvenientes para incrustarlo entre ilusorios antepasados.El legado de Darwin radica en lograr la convergencia de una serie de líneas de investigación que encontraron así su entramado, su amalgama, su cohesión. De ahí la dificultad a la hora de discutirlo; una teoría, un método, un campo, una reubicación, si no de los seres humanos, de los factores por tomar en cuenta para su comprensión, constituyen su legado.Una teoría: lo que sería suficiente. En efecto, al proponer que la explicación del fenómeno de la variedad y diversidad de las especies surge de un mecanismo universal (la selección) y de otros coadyuvantes (como el sexual), ofrece la posibilidad no solo de entender el cambio como una constante derivada de condiciones específicas, sino que se establece la posibilidad de ordenar las causas de aparición de las modificaciones.Un método – donde la dimensión filosófica adquiere su mayor expresión. Se parte de un criterio fundamental: la explicación de las modificaciones no puede situarse fuera del objeto de estudio, sino que está allí mismo. Los propios individuos deben contener el criterio de variación, aunque eventualmente, haya factores externos que aceleren, promuevan o dificulten la modificación.Un campo: diversas disciplinas, hasta entonces emparentadas por lazos empíricamente constatables, encontraron un edificio teórico que las albergaba y les brindaba una cohesión. Botánica, embriología, paleontología, zoología, anatomía, se imbricaron en una fecunda muestra de complicidad a la hora de entender los procesos que permiten el desarrollo de los seres vivientes, lo cual a su vez dimensionó el estatus científico de lo que antes fueran líneas de estudio para convertirse en ramas de un árbol del conocimiento biológico.Una reubicación: la organización y disposición de lo viviente, su clasificación y las razones de la similitud sufrieron un cuestionamiento demoledor. La economía de la naturaleza encontró en la descendencia con modificación el mecanismo para explicar la convergencia de variedades aparentemente disímiles. Linneo se había topado con serios inconvenientes en su labor taxonómica, lo cual siguió causando dolores de cabeza a quienes insistían en desterrar cualquier aproximación material visible desde estados embrionarios. El dogma fijista poseyó siempre un importante corolario para la realeza, que fundaba genealogías míticas para destruir cualquier movilidad social. Pero no fue la única institución en sentirse menoscabada.Esta última faceta le ha generado alguna fama en círculos más amplios, pero además desinformados: la ignorancia ha logrado enseñorearse del asunto, y no ha sido compensada apropiadamente por sus defensores, obnubilados por tópicos insidiosos y discusiones etnocéntricas. Es el sino más curioso: su apacible residencia en la aldea de Down contrasta con las espumosas diatribas que hoy lo mencionan. Una paradoja se trasunta: lo vivo, lo diverso, lo plural, lo cambiante; supervivencia, astucia, deseo, encontraron en el personaje más anodino, aburrido y reposado el develador de su misterio.

  • Juan Pablo Quesada Cerdas
  • Opinión
Imperialism
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