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El inicio del 2009 no ha sido de noticias positivas ni de “buenas nuevas” para la población costarricense. Aunque algunos aún no lo comprendan, la aprobación del TLC ya está generando graves consecuencias para muchos sectores de nuestra sociedad. Sobre todo en aquellos que menos tienen.
El engaño por parte del gobierno al que tanto hacían referencia los sectores del No, ahora se manifiesta. Aunque el TLC se aprobó, muchas empresas privadas están despidiendo personal. Claro, todo estaba fríamente calculado. Desde finales del 2008 se nos anunciaba una supuesta crisis económica.
Se unieron a los malos augurios el terremoto de Cinchona el 8 de enero, el sospechoso incendio de la bodega de la Comisión de Emergencias, la manipulación en la repartición de víveres a los damnificados del terremoto por parte de “poli-ticos de baja monta”, las inundaciones en Sixaola, los frentes fríos, las revanchas entre el Chirriche y el Malacrianza, la persecución y asesinato sistemáticos contra indigentes y travestis; doña Laura diciendo que ahora sí piensa en la gente pobre y don Johnny que afirma no ser un político tradicional y que cree en el poder de la gente (Caperucita roja y el lobo feroz). En fin, podríamos seguir ahondando en las desgracias de este inicio del 2009, pero mejor a lo que venimos.
Y hemos venido a este mundo a hablar a favor del pueblo. Pero del pueblo pobre. Necesitado. Humilde. Excluido. Olvidado. Burlado. Tímido. Sencillo y labriego. Del pueblo que trabaja. Que paga impuestos. Que se levanta temprano. Del pueblo que vota por los políticos, pero ellos una vez que llegan al poder se olvidan del pueblo. Y qué mejor ejemplo de ese olvido y de esa burla del pueblo costarricense que el almuerzo pagado por el exgerente del Banco Hipotecario del la Vivienda, Ennio Rodríguez, en un lujoso restaurante de Escazú. Mientras el pueblo pobre no tiene acceso a las necesidades básicas que demanda la Declaración Universal de los Derechos Humanos y nuestra Constitución Política, los dirigentes del sector social se “atragantaban” mientras “engullían” los mejores manjares y los mejores “vinos espumosos” y casi hasta con “champaña”. Pero ahí todavía no está lo peor. Lo peor de todo esto lo escenifica el Presidente Óscar Arias y su Ministra de Vivienda doña Clara Zomer. Empecemos por doña Clara. Cuando los periodistas le preguntaron que si era cierto que ella había pedido “champaña” y después cambió a vino, según lo dijo don Ennio, argumentó que ahora lo mejor era seguir con lo que tenían que hacer. Supuestamente, según ella, seguir trabajando en vivienda. Pero lo vergonzoso era que hacía unos días doña Clara había afirmado no recordar si en ese almuerzo habían consumido licor. Recuerdan hace algunos años a un expresidente de la República decir “no me acuerdo, señor Juez”.
Como que los políticos tradicionales se mantienen conectados. Bueno, pues quien la “sacó del estadio” fue el flamante presidente Óscar Arias Sánchez. Don Óscar afirma en el periódico de la oligarquía, La Nación S.A., lo siguiente: “Si ponemos en un equilibrio el error de haber gastado ese dinero en un almuerzo y la responsabilidad que yo tengo de tratar de satisfacer las necesidades a grupos de vivienda (…), diay, el equilibrio es que yo prefiero que clarita se quede, admitiendo que fue un error haber ido a un restaurante de lujo”. Se burla nuestro gobernante de las necesidades de nuestro pueblo. “Satisfacer las necesidades”, no implica burlar los más altos principios y valores morales y humanos. El más joven de nuestros estudiantes sabe muy bien que el fin jamás puede justificar los medios.
Cuando en las aulas universitarias los profesores criticamos a los políticos tradicionales, no es que seamos comunistas como lo afirman algunos, es que no podemos hablar bien de quien bien no hace las cosas. Ante este dilema del “almuerzo en un restaurante de lujo”, solo quedan dos posibilidades. O doña Clara Zomer renuncia por vergüenza y dignidad o don Óscar le solicita la renuncia como principio de honestidad. Esperamos que cuando publiquen este artículo alguna de esas dos últimas opciones se haya dado. De lo contrario: ¡Que Dios proteja a Costa Rica y a su pueblo! pues parece que con los políticos tradicionales nuestro país está atado de pies y manos y con un arma en su cabeza.
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