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Desde los años 80 del siglo pasado, Seymour Papert venía argumentado que, en la era de la computadora se hacía necesario repensar completamente los sistemas educativos.
Pero decía, eso no significaba simplemente llenar las instituciones educativas de computadoras pues sería como tratar de mejorar el transporte del siglo XIX enganchando aviones a carretas de madera. Él era particularmente crítico sobre la forma en que los sistemas educativos aislaban en aulas separadas de todo el resto del aprendizaje y la cultura escolar a las computadoras, las cuales se utilizaban para enseñar lo mismo de siempre.
Papert pensaba que más bien las computadoras debían ser parte integral de todo el proceso de aprendizaje, como lo eran en aquel momento los cuadernos y los lápices. Su visionario sueño era que los y las estudiantes se apropiaran de las máquinas y las utilizaran para aprender de una manera autónoma, activa y constructiva. En 1993 publicó el libro “La máquina de los niños” en el cual, valiéndose de historias de éxito (entre las que incluyó la experiencia de Costa Rica) ejemplificaba cómo los y las aprendices podían utilizar las computadoras para construir su propio conocimiento. Sin embargo, no logró ilustrar (más que con casos aislados) formas en que todos los estudiantes se apropiaban de las computadoras para incorporarlas integralmente al aprendizaje. Y sobre todo, no logró hacer evidente que se hubiese aprovechado el potencial de las computadoras para repensar un sistema educativo, como proponía en el subtítulo del mencionado libro. Porque claro, en 1993 las computadoras portátiles no estaban al alcance de las mayorías por lo que, las que estaban disponibles continuaban aisladas en aulas separadas. Ya para el 2009 las tecnologías digitales han evolucionado al punto de que las computadoras portátiles son cada vez más accesibles poniéndonos ahora, frente a una meta alcanzable: repensar totalmente el sistema educativo. O, si eso es políticamente inconveniente, por lo menos frente a la posibilidad de brindar nuevas oportunidades de aprendizaje interactivo y colaborativo a las nuevas generaciones de estudiantes.En América Latina muchos países ya van avanzando en alguna de esas dos direcciones (repensar el sistema o renovar el aprendizaje) o en ambas, al incorporar masivamente tecnología portátil en sus sistemas educativos. Los proyectos (conocidos como modelos 1:1, es decir una computadora por estudiante) de mayor tamaño están en Uruguay y Perú. Los hay también, en otras escalas en Haití, Paraguay, México, Colombia, Brasil, Puerto Rico, El Salvador, Chile, Argentina y pronto en Panamá, entre otros.En Costa Rica existen algunas pequeñas experiencias piloto del modelo 1:1. Es interesante destacar la que llevó a cabo en una escuela unidocente con 16 estudiantes situada en una comunidad rural de 117 habitantes al norte de nuestro país Claudia Urrea Giraldo, la última discípula de Seymour Papert. Con el apoyo del Programa de Informática Educativa MEP-FOD, Urrea Giraldo inició su trabajo en el año 2005 como parte de su tesis doctoral en el Laboratorio de Medios del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Se planteó como objetivo general estudiar el modelo 1:1 como un catalizador de cambio, más en el aspecto social y personal que en el curricular. Algunos de los hallazgos de Urrea sobre el modelo 1:1 son que, al ir y venir las computadoras del aula al hogar, el impacto trascendió el aprendizaje de los estudiantes en la institución educativa ya que las familias comprendieron realmente el rol de la tecnología como herramienta educativa. Y sobre todo, que hubo una verdadera apropiación de las computadoras por parte de los estudiantes, creándose una cultura de aprender a aprender de manera participativa y autónoma. Urrea observó cómo los y las escolares (en un momento en que hubo que cambiar las máquinas por otras de diferente marca ) no solamente pasaron de un ambiente y sistema operativo de una computadora portátil a otra sin ningún problema, aprendiendo a utilizarlas por sí mismos, sino que fueron capaces de comparar ventajas y desventajas y de expresar sus preferencias. Claudia Urrea describe también cómo, al tener acceso permanente a las computadoras, los estudiantes tuvieron más tiempo y oportunidad de explorar y relata que aprendieron a utilizar por sí mismos el lenguaje de programación que se encontraron en ellas. Finalmente, concluye que la cultura de aprendizaje que se desarrolló durante su trabajo en la escuelita no ha sido exclusiva de los estudiantes con quienes ella tuvo contacto, sino que ellos mismos se han encargado de extenderla a los nuevos alumnos que se han ido incorporando a la institución educativa. Recientemente hemos sabido por los medios de comunicación que, como si fuera un regalo por cumplir 20 años, el Ministerio de Educación Pública ha cuadruplicado el presupuesto para el Programa de Informática Educativa MEP-FOD de nuestro país. Esto significa que podemos dar un nuevo salto cualitativo en relación con el uso de tecnologías digitales en la educación, análogo al que se dimos hace dos décadas. Tenemos la posibilidad de tomar alguno de los caminos que ofrecen los modelos 1:1 (repensar totalmente el sistema o renovar el aprendizaje). O ambos.Hace 20 años, con el salto cualitativo de la incorporación de las tecnologías digitales a la educación Costa Rica se puso en primerísima línea en América Latina. Hoy, si damos muy pronto el salto de generalizar el modelo 1:1, podríamos alcanzar a otros países del área. De lo contrario, seguiremos rezagados.
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