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El capitalismo sufre, pero no está

Siempre es reconfortante para el espíritu contar con la invaluable ilustración de los iniciados de la economía capitalista, y más aún si tan menesterosa sabiduría emana del pensamiento único de los acólitos del libre mercado y de los dueños unipolares de la información global, como lo son los “analistas” de CNN.

Siempre es reconfortante para el espíritu contar con la invaluable ilustración de los iniciados de la economía capitalista, y más aún si tan menesterosa sabiduría emana del pensamiento único de los acólitos del libre mercado y de los dueños unipolares de la información global, como lo son los “analistas” de CNN.
Siendo que por mera casualidad, el 21 de febrero pasado, al ubicarme en la habitación de un hotel de “Pérez” (cantón de Pérez Zeledón), sintonicé el canal CNN, mismo que transmitía su sección “Globoeconomía”, cuyo rito me concedió la global dicha de ver y escuchar, de primaria fuente, una de las tesis más pulidas de la sofística postmoderna.
La esgrimieron dos de los ultrasapientes ideólogos de la economía de mercado “libre”: uno que la soñó y el otro que, argumentando hasta alcanzar el éxtasis reflexivo, pudo demostrarla.
La sentencia más o menos rezaba así: según profundas elucubraciones relacionadas con la necesidad de explicar lo que está pasando con los descalabros financieros y productivos en el mundo capitalista, y principalmente en su “Meca”- USA, podemos deducir que el capitalismo hoy sufre de una gran crisis pero no está en crisis (sic., no encomillo, pues no cuento con la grabación que me permitiría inmortalizar tan célebre pensamiento; pero no dudo que CNN protegerá sus derechos de autoría, máxime si se trata de un descubrimiento que conecta al moribundo con un tanque de oxígeno).
Detengámonos brevemente –como lo exige el espacio- en el abismo de profundidad dialéctica  que denota la tesis existencial que aportan los comunicadores virtuales al pensamiento burgués. El mercado no sólo se autorregula (Dios), sino que también piensa; lo que supone una antítesis al ser cartesiano, o sea, “existo (en forma de mercado) y luego pienso”. Es decir, después de autorregularme, pienso; y pienso que sufro pero no estoy… aunque sufra, cosa que en nada contradice la naturaleza divina del capital mercantil.
Y así argumentaban profusamente los emisarios a sueldo de Wall Street… hasta que me “convencieron”… Inferí una marcada diferencia entre la verdad objetiva que siempre ha perseguido el pensamiento científico y la verdad del poder cuya entelequia está en el tener y disfrutar a costillas de los demás. Ese poder no sólo vende, compra y roba lo material, sino que también decide sobre la verdad, principalmente aquella que engrosa el bolsillo del rico, imponiéndose o negociándose. Baste con voltear la mirada hacia las loas a la libertad y al bienestar que el imperialismo norteamericano ha lanzado en la mayoría de países latinindios cuyos pueblos han vivido en la esclavitud y la miseria desde su separación de España y Portugal.
Sufro pero no estoy. Gracias a los avances de la ciencia, la tecnología y la sofística virtual de los interpretadores teomercantiles, ahora se puede sufrir sin necesidad de estar. El análisis sobre la relación semántica de los verbos “sufrir”, “estar” o “ser” es nimiedad socrática del tiempo de los dinosaurios; por tanto, no merece mayor reflexión en la era de la globalidad psicótica del capital, más conocida por algunos como “postmodernidad”. En su lugar llenémonos de gozo y demos testimonio, pues la lógica recién descubierta por los globoeconomistas de CNN nos permite sentir calentura sin estar enfermos, experimentar profunda afectividad hacia alguien sin estar enamorados, sufrir hambres crónicas sin estar desnutridos o, en el más terrenal de los casos, sufrir diarrea pero no estar en crisis intestinal.
¿Mientras no sea que en realidad somos los pobres del mundo los únicos que estamos en crisis, y ellos, al vernos agotados, exprimidos y sin capacidad de adquirir espejitos…, la sufren? ¡Ave Gorgias, el sofista!
 

  • Tito Méndez, Profesor
  • Opinión
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