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Efectos de la crisis serán graves y diversos

Expertos proponen buscar defensas mediante cooperación internacional.

Expertos proponen buscar defensas mediante cooperación internacional.
El avión de la economía latinoamericana despegó en los últimos años pero se quedó sin gasolina y ahora no se sabe si podrá planear o si caerá en picada. Con tal imagen uno de los expertos describió la situación regional durante un foro sobre el impacto de la crisis global, celebrado en Panamá,  por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB).
Con el título de “Crisis financiera global: sus impactos en Centroamérica y Panamá”, el foro se llevó a cabo el pasado 30 de marzo con motivo de la inauguración del centro de información de la SEGIB para Centroamérica con sede en la ciudad de Panamá (ver recuadro “Presencia iberoamericana”).
De acuerdo con Enrique Iglesias, Secretario General Iberoamericano y excanciller de Uruguay, “esta es la crisis más importante que ha tenido el mundo desde los años 70”. Es una crisis “inédita, imprevista y muy rebelde”, que avanza a “ritmo de tsunami” y con efectos imprevisibles, afirmó el también expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) durante 17 años.
Es inédita porque su profundidad y extensión es mucho mayor de lo que se pudo haber imaginado, impredecible porque nadie anticipó que iba a tener las características que está teniendo, y rebelde porque no está respondiendo a las “terapias tradicionales” y no se sabe cómo y cuándo va a terminar, apuntó.
La crisis empezó en el 2007, se aceleró en el 2008 y después ha venido teniendo implicaciones sucesivas sobre las bolsas, los tipos de cambio y sobre todo la crisis bancaria que es uno de los aspectos más graves. Su “rebeldía” se manifiesta en que no responde a las intervenciones de los bancos centrales, que son abundantes y enormes en comparación con cualquier otro momento de la historia contemporánea; no responde al salvataje que están haciendo los países a los bancos, en ayudas para liberar de activos tóxicos y en líneas de crédito, explicó.
Figura que impulsó las recetas neoliberales cuando estuvo al frente del BID, Iglesias reconoció ante las decenas de periodistas, diplomáticos y académicos presentes en el foro que con la crisis “la globalización mostró sus aspectos más negativos”.  Cayó “el mito” de la autorregulación de los mercados y se vio el fracaso de los organismos financieros y las agencias de calificación de riesgo, público y privado, que acompañaron la expansión financiera de los últimos años y no previeron la crisis, apuntó.
Por su parte, Francisco Rojas Aravena, secretario general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), al analizar las implicaciones sociales y políticas de la crisis señaló que los impactos en la región “son grandes, graves y diversos.”
Sin bien, por un lado la crisis encuentra a la región con ciertas fortalezas para hacerle frente de lo cual carecía en las décadas de los años 80 y 90, también hay vulnerabilidades no previstas, como problemas de ingobernabilidad, vulnerabilidad de los sistemas democráticos y falta de una respuesta política a la crisis en cada uno de estos países.
“Aparecen medidas económicas, planes de protección, el Plan Escudo, el Blindaje -tiene distintos nombres- pero no tenemos algo equivalente en el terreno político, y eso requiere acuerdos nacionales específicos, y quizás esta es una de las mayores vulnerabilidades que debemos visualizar en el futuro próximo”, señaló.
Comentó que desde que estalló esta crisis en agosto del 2007 hasta que los países latinoamericanos empezaron a tomar conciencia y decisiones en este campo pasó prácticamente un año. Hoy el crecimiento de la economía latinoamericana se prevé que será alrededor de 2%, pudiendo caer según las estimaciones que vengan en los próximos meses. Para la parte norte de la región, la mala noticia es que México decrecerá entre 1 y 5%, lo cual significa que uno de los motores de la economía latinoamericana se detiene.
Como lo expresara la secretaria ejecutiva de Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Alicia Bárcenas, después de cinco o seis años que había despegado el avión de la economía latinoamericana, y países como Panamá crecían a tasas asiáticas, de un momento a otro se le corta el gas, y no sabemos si este avión va a lograr planear en esta crisis o vamos a  tener una caída en picada, afectando esencialmente las metas del desarrollo que fijó Naciones Unidas en este campo.
Lo más significativo es la importancia de la caída de los bienes que exporta la región. Si bien no se ha llegado aún al nivel de cinco o seis años atrás cuando inició el crecimiento, hay una caída importante de precios (el cobre bajó más de 50%, el petróleo cayó de $160 a $40 y la soya también cae), y lo preocupante es que con excepción de Panamá, 90% de la población latinoamericana depende de productos básicos de exportación. Es decir, el conjunto de la población está de una u otra manera ligado a un producto de exportación primario, y al caer en esta magnitud se verá afectada la vida de cada uno de los latinoamericanos,  explicó Rojas.
Esta crisis no “es lineal” y llega a la región con efecto retardado, a ritmos y profundidades diversos según los sectores, y hay vulnerabilidades poco estudiadas como el endeudamiento externo del sector privado de la región, que está atado a préstamos internacionales en divisas, en un contexto en el cual la devaluación de las monedas ocurre a ritmos que en el caso de Chile es de un 30%, en Brasil 40% y Costa Rica alrededor de 30%.
Los impactos en la región son la caída del producto, el intercambio y de las remesas; las dificultades en el acceso crédito, mayor proteccionismo, mayores asimetrías entre los países latinoamericanos.
Con el fin de evitar las amenazas a los logros y los avances en los objetivos de milenio (de reducción de la pobreza fijados por Naciones Unidas) es necesario mirar no solo la crisis financiera. “Antes de la crisis financiera estábamos preocupados de la crisis alimentaria, y hubo una reunión especial en Managua para analizar este tema. De igual forma hay que tener presente la crisis energética, y particularmente la crisis de violencia que recorre América Latina”, anotó Rojas.
SOLUCIONES CONJUNTAS
El secretario de FLACSO recordó que desde que la región comenzó a ocuparse del tema de la crisis, en octubre pasado, se han celebrado 21 cumbres, donde los puntos comunes de las declaraciones han sido señalar que esta no es una crisis provocada por los países en desarrollo, sino que la generaron los países desarrollados. Por lo tanto, éstos tienen una mayor responsabilidad y deberían hacerse cargo de los mayores costos que su solución conlleva.
Se requiere una nueva arquitectura internacional, que dé participación a todos en las soluciones, y sobre la base de la reunión de Naciones Unidas en el ámbito técnico hay que establecer una mayor regulación en el mercado de capitales. Se señala también que la integración es la alternativa para enfrentar la crisis, y ello requiere fortalecer los vínculos entre las distintas iniciativas de integración regional, y la demanda más urgente es que América Latina tenga una visión concertada.
En ese sentido, América Latina tiene una oportunidad de hacer escuchar su voz, pues representa el 15% del denominado Grupo G-20, con la participación de México, Brasil y Argentina, pero lamentablemente estos países líderes no han sido capaces de ponerse de acuerdo y representar al conjunto de los latinoamericanos con una sola voz,  con lo que se pierde una gran oportunidad.
Rojas mencionó los diversos procesos electorales que se realizarán este año o ya se han realizado en los países de la región, lo que tiene que ver con la escogencia del liderazgo que será determinante en la manera como se enfrente la crisis, pues el liderazgo puede verla como una oportunidad para concertar y establecer políticas de Estado, o bien puede llevar a una mayor polarización social y política en la región.
 “En este marco es necesario que pensemos que los problemas locales son a la vez globales, y que éstos son problemas locales. No resolveremos el tema del medio ambiente por sí solos, tampoco el crimen organizado y el de las finanzas internacionales.
Ello nos obliga a pensar de qué manera tendremos inversión conjunta en el ámbito de la infraestructura, cómo facilitar el comercio y la inversión y cómo tenemos un plan iberoamericano en energía y alimentos. Todo ello requiere más integración y esencialmente que seamos capaces de tener una voz concertada en el sistema internacional”, insistió el secretario de FLACSO.
Enrique Iglesias hizo hincapié que los alcances de la crisis actual no tienen nada que ver con las crisis de los años 80 y 90, cuando eran solo algunos países los afectados y éstos recibían ayuda. Hoy en cambio es difícil la asistencia, porque nadie escapa al impacto del fenómeno, aunque por supuesto a algunos los golpea más que a otros.
“Estamos en una situación donde el año 2009 las previsiones bajan todas las semanas. Vamos a tener un crecimiento negativo, algunos hablan de menos 05%, otros hablan de 2%, hecho insólito en la historia contemporánea. Junto con eso una cosa muy grave es la caída de 9% en el comercio mundial, lo que es muy excepcional”, dijo.
A juicio del secretario iberoamericano, el origen de la crisis estuvo en la abundancia de recursos baratos que tuvieron los países, sobre todo EE.UU., “lo que abonó para que se dieran las especulaciones de la peor especie que hayamos conocido, acompañadas por una gran falta de regulación y supervisión por parte de las autoridades gubernamentales. Es un hecho que está en la base de esta crisis, en la que de alguna forma la globalización mostró sus aspectos más negativos”, dijo Iglesias.
Explicó que en los últimos 20 años el sistema financiero salió de los canales bancarios convencionales para entrar en fondos de inversión y toda una ingeniería financiera que escapó a los bancos centrales y no fue controlada y fue el origen de lo que ha pasado.
Hay enseñanzas que deja la crisis como que no se puede vivir permanentemente sobre la base de lo prestado, como pasó con EE.UU., que estuvieron consumiendo el 70% de los ahorros del mundo, y eso dio lugar entre otras cosas a que se formaran grandes desbalances entre países que acumulan grandes reservas y otros que no las pueden tener.
Otra lección –añadió- es “el fracaso del mito de la autorregulación.”  “La autorregulación no fue un descuido, sino un principio filosófico, de que había que dejar al mercado porque sabía hacer, y eso no es verdad. La prueba es que esto llevó a los excesos que ha venido destacando el propio (Alan) Grynspan, que estuvo en el centro de todo esto (como presidente de la Reserva Federal de EE.UU.), cuando se sintió profundamente defraudado por las conductas de la banca frente a la tesis de la autorregulación”, comentó Iglesias.
CAMBIO DE MAPA
Una enseñanza más es que la geografía del mundo, económica y financiera, está cambiando de forma muy violenta, y por tanto el mapa que tenemos por delante es muy distinto al que tuvimos en el pasado. En los últimos años han aparecido las economías emergentes de grandes países como China, India, Rusia, Brasil y México, que aportan el 50% del Producto Interno Bruto mundial. Esto significa que hay una nueva realidad y un nuevo poder económico que debe ser reconocido y que tiene implicaciones económicas, políticas y eventualmente militares.
De esta crisis tendrá que salir “una nueva arquitectura financiera”, lo que significa un nuevo orden financiero que tenga que ver en primer lugar con el fortalecimiento de los organismos de control financiero de una forma más democrática. “Creo también que si el Fondo Monetario Internacional (FMI) va a ser el centro del sistema, tendrá que tener mucho más recursos que los que tiene ahora, y contar con instrumentos mucho más flexibles. La crisis actual no es lo mismo que una crisis de balanza de pagos. Es una crisis que tiene que ver con fenómenos en los que uno esperaría que el FMI tenga políticas más flexibles y en las últimas semanas se han estado anunciado una serie de políticas que tienen que ver precisamente con una mayor flexibilidad. Creo que va venir una nueva vigilancia, con reglas más estrictas, incluyendo elementos que controlen la conducta de los banqueros”, opinó Iglesias.
Una de las preocupaciones es que tras la crisis habrá una “gran mortandad de las pequeñas empresas como consecuencia de la baja en la demanda interna y externa. Otra de las preocupaciones es tratar de no perder las ganancias que se habían logrado en la región en la lucha contra la pobreza, así como los avances en materia macroeconómica. En ese sentido señaló que las presiones que van a venir por el lado del gasto son muy grandes; en subsidio al desempleo, la construcción de infraestructura, la baja de la recaudación tributaria, presiones sobre el tipo de cambio, pues las monedas se han depreciado y esto va a continuar. Esta presión sobre las monedas tiene en sus componentes una subida del nivel de precios y hay que tener cuidado con la inflación, advirtió.
Uno de los retos es encontrar nuevas fuentes de la demanda global, pues una de las cosas que más preocupa es la caída espectacular del consumo. Esto, que es bueno en algún sentido, desde el punto de vista del funcionamiento del sistema es negativo.
Ante esta realidad, el consumo social, por parte del Estado, va a tener un papel importante en los próximos años.La crisis no nos debe paralizar, hay que pensar en el futuro y aprovechar las oportunidades que ofrece para hacer las reformas que faltan en materia de competitividad, educación, de cambio climático, energía, señaló.
Hay que generar defensas a partir de la cooperación regional. Tanto en el  nivel global como regional la crisis siempre estimula el proteccionismo. En ese sentido la idea de formar acuerdos entre países en el nivel público y privado puede ser una manera de hacerle frente.
Estos señalamientos fueron expuestos en Panamá, un país que supuestamente estaba al margen de la crisis pero donde las autoridades económicas empiezan a revisar sus pronósticos.
Guillermo Chapman, empresario, consultor económico y exministro de Planificación, reveló en el foro que la exportación de bienes y servicios (que aportan el 75% del PIB panameño) crecerá este año, en el mejor de los casos, un 0.2%, en vez del 13% de años anteriores, lo que afectará sensiblemente la economía del Canal, los puertos, el turismo y la Zona Libre de Colón (ZLC), el mayor puerto de reexportación del continente.
Con esta baja Panamá tendrá un crecimiento económico de 3% este año, en contraste con el 9,5% del año pasado. Con un crecimiento de 3% lo que va a ocurrir técnicamente es una caída del ingreso per cápita que será al menos de un 1%. El empleo técnicamente crecerá, pero en la práctica el número de desempleados va a aumentar por el incremento de la población y la demanda de empleo y el empleo informal, por lo que en el 2009 podría haber 10.000 nuevos desempleados, dijo Chapman.
 

Presencia iberoamericana
La SEGIB es responsable de organizar, dar seguimiento y coordinar el cumplimiento de los mandatos de las cumbres iberoamericanas de los jefes de Estado y de Gobierno.
Con el fin de proyectar una presencia directa e interactuar con los gobiernos y la opinión pública de los países, la SEGIG ha inaugurado oficinales regionales en Montevideo (Uruguay), para el Cono Sur Latinoamericano, y ahora en Panamá para la región centroamericana. Próximamente inaugurará oficinas en Brasil y México para ese país, República Dominicana y Cuba.
Ubicada en la llamada Ciudad del Saber (antigua zona del Canal) la oficina de Panamá está dirigida por el costarricense Luis Guillermo Solís, analista político, historiador y exjefe de Política Exterior de la Cancillería.
El Foro realizado por la SEGIB en Panamá fue concebido como una oportunidad para profundizar sobre la gran crisis global que afecta  la economía y las finanzas de todo el mundo, y reflexionar sobre las opciones a disposición de los países de la región para sortear sus efectos, explicaron los organizadores.
Participaron periodistas de la región, embajadores, jefes de misión, coordinadores de cooperación de los países centroamericanos y académicos de las universidades de Panamá.

  • Jorge Araya 
  • País
Violence
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