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Arias, el portavoz

La reunión organizada por el gobierno de Costa Rica, entre el vicepresidente Joe Biden y los diversos jerarcas de la región, demostró ser otro intento fallido en la política exterior costarricense.

La reunión organizada por el gobierno de Costa Rica, entre el vicepresidente Joe Biden y los diversos jerarcas de la región, demostró ser otro intento fallido en la política exterior costarricense.
Precisamente, con la negativa de los presidentes de Honduras y Nicaragua a participar en el encuentro por no materializarse en el marco institucional regional, quedó ilustrada la realidad; Costa Rica no pudo cohesionar, y está cada vez más alejada de la integración.
Pero en este sentido, si tomamos en cuenta la actitud de desafío del presidente Arias al enviar al canciller Bruno Stagno a la reunión del SICA en Managua y no firmar los compromisos emanados de ella, es evidente que la intención del mandatario no era concertar una reunión regional con Biden.
Más allá de deseos integracionistas, Arias quería aprovechar la oportunidad para “ser portavoz” del istmo, y sacar provecho a la coyuntura política – adversa a EEUU – que ha surgido en toda América Latina. La respuesta de Biden fue contundente: EE.UU. no ocupa un portavoz. La estrategia de Arias, destinada a enaltecer su ego y a perfilarse de nuevo como ‘líder centroamericano’, falló estrepitosamente.
Precisamente, la política exterior del actual gobierno ha sido un largo y constante intento de perfilar al mandatario de nuevo en el centro de atención; iniciativas como “Paz con la Naturaleza” y el “Consenso San José” han tenido como única y verdadera intención lanzar propuestas frescas y con aspecto progresista para atraer la atención mediática. 
En la práctica, con un Ministro de Ambiente que debió renunciar por cargos de corrupción, y con la visita al país de los afectados por uranio empobrecido solicitando al presidente que detenga la próxima instalación de una fabrica de armamento aquí en nuestro país, dejan claro que la agenda internacional es un cascaron vacío. Al no atraer la atención esperada, poco le importa al mandatario actuar de acuerdo con los principios que pretende reflejar.
Arias ha vivido su segunda administración ahogado en su propia soberbia, cegado por su arrogancia; no ha querido negociar con los sindicatos ni la oposición, ha evadido a la prensa cuando de denuncias se trata, ninguno de sus proyectos – dejando de lado la aprobación del TLC – han tenido éxito, y no ha logrado cohesionar a una polarizada población. Afianzado en glorias pasadas y desteñidas, Arias cree que su encanto de antaño puede catapultarlo de nuevo a la posición de ‘mediador’ al servicio de EEUU. Pero, después de haber ganado las elecciones presidenciales con menos de un 1% y con poco interés en dialogar con sus adversarios, a duras penas puede considerarse portavoz de Costa Rica.
Las contradicciones discursivas del presidente dejan en evidencia, cada vez más, su desesperada sed por popularidad. No debe sorprender que más maniobras de este tipo se conviertan en un patrón a través de este último año. El proyecto de reforma constitucional posibilitando la re-elección o bien la extensión del mandato presidencial, son la raíz de la desesperación de Arias. Sus intereses, como siempre, son coyunturales y personales.

  • Gustavo J. Fuchs A.
  • Opinión
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