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Dice que distintos candidatos llegaron al poder con la bandera de la izquierda, pero se trata de “distintos tipos de izquierda”.
Una visión optimista sobre el desarrollo político de América Latina, – con una democracia que se va consolidando paulatinamente y el surgimiento de una nueva élite política, que ha venido a reemplazar los viejos partidos y dirigentes -, son algunas de las características políticas que Georges Couffignal destacó al analizar los cambios que han ocurrido en la región en los últimos años.
Couffignal habló sobre las “Nuevas izquierdas en América Latina”, en una conferencia pronunciada la semana pasada, en el auditorio de Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica (UCR), invitado por el doctorado en Gobierno y Políticas Públicas.
Director del Instituto de Altos Estudios de América Latina (IHEAL), en Sorbonne Nouvelle, París, Couffignal tiene una vasta experiencia en la región, que se expresa en diversos libros y artículos.
“Las elecciones en América Latina, desde el 2000, han llevado al poder a candidatos que se ubican, ellos mismos, en la izquierda”, destacó.
Pero se trata de distintos tipos de “izquierda”, un tema que ha provocado amplios debates, para tratar de explicar las características de cada uno, y sus diferencias. Se habla de una izquierda más moderada, en la que, generalmente, se ubica al presidente Lula, de Brasil, o a la chilena Michelle Bachelet. La contrapartida de una izquierda más radical, normalmente se identifica con Chávez, en Venezuela, o Evo Morales, en Bolivia.
“¿Qué hay de común entre Lula, Chávez, Kirchner, Bachelet, etc? ¿Por qué fueron elegidos? ¿Cuáles son las expectativas de sus electores?”, se preguntó.
IZQUIERDA-DERECHA
En su opinión, la tradicional división izquierda-derecha, una calificación surgida del escenario político de la revolución francesa, hace más de 200 años, “no permite hacer un análisis adecuado de esta situación”.
“Las políticas neoliberales, definidas en el llamado ‘Consenso de Washington’ se impusieron en toda la región” desde los años 80. Si bien estas políticas tuvieron éxito en cortar agudos procesos inflacionarios, explicó Couffignal, no pudieron evitar sucesivas crisis financieras como las ocurridas en México, en 1994, en Brasil, en Argentina y en otros países.
“La región tuvo altas tasas de crecimiento, pero también un aumento del número absoluto de pobres. En ningún país de la región se ha observado una reducción significativa de las desigualdades”, enfatizó el experto francés, quien reconoce que “hay una cierta desilusión con las políticas aplicadas después de las caídas de las dictaduras”.
“Esto ha provocado desconcierto, pues muchos esperaban que la democracia resolviera los problemas de empleo, etc. Pero ese desconcierto no se ha traducido en movimientos de guerrillas, ni golpes de Estado”, destacó.
Consultado sobre qué se podría entender hoy como “izquierda”, señaló: “El fundamento de las izquierdas, históricamente, ha sido una gran preocupación por la injusticia y la desigualdad. De ahí surgieron los teóricos que buscaron resolver estos problemas, desde Marx hasta los anarcosindicalistas.
Vemos varios tipos de expresión de esa doble búsqueda de justicia e igualdad: hay movimientos, que algunos llaman radicales, de lucha contra el neoliberalismo, y que se manifiestan desde el Foro Social de Porto Alegre hasta los discursos de Chávez, pasando por periódicos como Le Monde Diplomatique.
Hay otras respuestas que siguen más la lógica de aceptar los mecanismos del capitalismo e intentar regularlos para impedir que los procesos capitalistas de libre mercado tengan demasiados costos sociales.
Pero no hay respuestas muy claras. Cuando uno mira los programas de los diversos candidatos, tanto en Europa como en América Latina, es muy difícil encontrar programas que sean totalmente opuestos”, señaló Couffignal a UNIVERSIDAD.
NUEVAS ÉLITES POLÍTICAS
La diversidad del origen de los nuevos líderes latinoamericanos –sindicalistas, indigenistas, exmilitares, exguerrilleros, médicos, etc– es destacada por Couffignal como una de las características del escenario político regional.
“Las élites tradicionales han entrado en crisis profunda. La mayoría de los partidos que existían antes del proceso de retorno a la democracia, prácticamente han desaparecido – como en el caso de Venezuela – o han tenido que competir con nuevos partidos, como en Brasil, o en México.
“Los partidos tradicionales no han sabido transformarse, siguen cultivando sus clientelas tradicionales. Pero el cambio de modelo económico, que ha reducido de manera muy fuerte el Estado, no permite mantener ese esquema clientelista”, estimó.“Estoy convencido de que América Latina tiene mucho más posibilidades de un cambio positivo que Europa, justamente porque tiene dirigentes que están en la búsqueda de respuestas a las demandas de igualdad y de justicia.
“En Europa, los políticos están mucho más estancados. Tratan de frenar el debilitamiento del Estado social que construyeron en el siglo XX en vez de buscar respuestas novedosas a estos problemas. La clase política es más interesante aquí que en Europa”, enfatizó.
Y, de paso, criticó el debate en torno a la idea de populismo: “Yo no pienso que la palabra populista sea de uso conveniente. Cada uno la utiliza con un sentido distinto.
La práctica populista se puede definir como una relación directa con el pueblo, sin pasar por los mecanismos de representación política tradicional. En Europa, cuando se dice ‘populista’, hablamos de la extrema derecha, una derecha excluyente, que se manifiesta, por ejemplo, en el tema de los inmigrantes. Por el contrario, el discurso populista es incluyente en América Latina y da voz a los que no la tenían”.
NUEVAS POLÍTICAS
Para Couffignal, el punto común entre muchos de estos presidentes latinoamericanos es que tratan de luchar contra la pobreza, con el apoyo de un Estado fortalecido. Todos han puesto en marcha políticas sociales que no son de tipo socialdemócrata, que están dirigidas a ciertas categorías de la población más necesitada.
“En el campo económico, las economías latinoamericanas son mucho más sanas de lo que eran hace 20 años. Las tasas de crecimiento son positivas, aparecen nuevas élites políticas, más conformes a la composición social de los países, que se preocupan por resolver los problemas de pobreza. Ya no funcionan como antes, no se mantienen sobre la base de clientelas de partidos”.
Por otro lado, destacó, “hay un distanciamiento con respecto a Estados Unidos. Y no hablo solo de los discursos antinorteamericanos de Chávez. En 2003, Chile, en su calidad de miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, no votó a favor de la guerra en Irak, lo mismo que Fox, en México”.
El eje de separación no es izquierda-derecha, insistió. “Hay cosas que me parecen más importantes: la exaltación de la identidad nacional (y aquí también se puede ser de derecha o izquierda) y criterios como el etnicismo, importantes en los países andinos como en Bolivia o Perú.
“Lo que une a todos estos dirigentes es más el sentimiento de pertenecer a la región latinoamericana, que ha tomado una creciente autonomía en su quehacer político. Pero todos han entendido que hay una creciente interdependencia entre sus países, inclusive con Estados Unidos, con la creciente importancia de las remesas, la lucha contra el narcotráfico, o la importancia de los hispanos en los EE.UU. Todo esto hace que los lazos se aflojen por un lado y por otro, la interdependencia sea cada vez más fuerte.
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