Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Más allá de comentarios especulativos acerca de lo que fuere una muy extendida marea roja cerca de la costa guanacasteca, compartimos con ustedes esta información.
Empezamos señalando que, para este caso en particular, jamás se podría atribuir su causa a supuestos contaminantes provenientes del desarrollo urbano costero, pues ni en otros países, y mucho menos en Costa Rica, científicos responsables se han atrevido siquiera a afirmar tal cosa. Lo que sí parece favorecer una marea roja es la presencia de agroquímicos cerca de ciertas desembocaduras de ríos, o la descarga de contaminantes localizadas en ciertas áreas marinos.
Pero lo cierto es que no se ha demostrado, en lugares mejor estudiados como las regiones costeras del golfo de México, que las mareas rojas como la reciente tuvieren origen humano. Por el contrario, se reconoce su origen natural, causadas por numerosas especies de fitoplancton (organismos fotosintéticos microscópicos) productores de neurotoxinas capaces de provocar la muerte de algunos animales. En situaciones en que estos microorganismos se reproducen hasta alcanzar poblaciones de tamaños impensables, principalmente en aguas tropicales y subtropicales ricas en nutrientes bajo ciertas condiciones climáticas, es cuando se produce el desequilibrio ecológico con sus consecuencias.
Tales afloramientos de microalgas, incluyendo al medio centenar de dinoflagelados productores de toxinas (dentro de más de 2000 especies conocidas) generalmente se presentan en sitios donde las aguas están más quietas por la ausencia de corrientes, lo cual contribuye también a que se acumulen organismos en descomposición que demandan consumo excesivo de oxígeno. Con ello, muchos animales no solo podrían morir por el efecto de las toxinas sino también por asfixia, como aparentemente sucediera en la recién pasada marea roja en Guanacaste.
Asimismo, hay en tomar en consideración que en algunos casos las toxinas son de tal potencia que los animales marinos mueren casi instantáneamente al penetrar el tóxico por sus agallas, por lo que análisis de los organismos muertos (como se anunció se iría a dar) muchas veces no permite detectar las bajas concentraciones de este. En estos casos, se recomienda buscar la toxina en organismos vivos, preferiblemente filtradores, quizá más resistentes donde el efecto de la toxina no hubiere sido tan fulminante y se encontrare en mayores concentraciones.
La duración de la marea puede incluso ser de varias semanas, por lo que es necesario reactivar los mecanismos tempranos de su detección para contar con respuestas preventivas más oportunas, y así disminuir los daños potenciales. Tarea que corresponde atender a los entes gubernamentales y académicos con ese deber.
Este documento no posee notas.