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En ciudad Utopía, la cual fue desarrollada por la subdesarrollada burguesía local, aparte de la patología universitaria, está viviendo el juicio de Pinocho.
Los medios no cesan de informar que Pinocho en tremendo bizcocho se metió. Aquel que se definía a sí mismo como de puro roble, estaba todo carcomido por el comején. ¡Hay comején, hay comején! Así, en otrora héroe, se vio expuesto en su verdadero y carcomido ser. ¡Sí había comején!
El pobre niño rico se había inmiscuido en política desde su niñez (época en que extrañamente su revoltosa hermana murió) y fue entonces cuando su sociopatía fue adquiriendo forma hasta convertirse en aquel narizudo emblema del CSUP. Pinocho llegó incluso a la Presidencia de Utopía. Durante ese periodo presidencial, Pinocho nombró a Geppetto entre su gabinete e incluso al proveedor de madera de su creador. Poco a poco él fue trayendo a todas sus patas, ubicándolas en puestos clave para el correcto manejo de su empresa. Perdón, gobierno. Su gobierno terminó como quien lo ejerció, o sea, sin pena ni gloria.
Eso sí, con muchos millones más, los cuales nunca se hubiera ganado en su taller de ebanistería, ya que, su quehacer es pésimo. Hay que recordar que a Pinocho le regalaron el título en la Universidad de Ciudad Utopía, por ser hijo y creación de Geppetto (gran ebanista). Pinocho dejó el puesto pero no su red social (término muy común entre los gendarmes genocidas del sistema capitalista, los administradores). “Uno no sabe cuando será útil tenerla a mano”, pensaba Pinocho.
Tiempo después apareció la posibilidad de negociar con el Pekinés. El Pekinés quería hacer una venta de garaje y necesitaba un comprador que se llevara toda su basura. Perdón otra vez, su sofisticado y nuevo equipo. En eso apareció Imperio (Reich en alemán – raro nombre, parece novela venezolana) quien quería hacerse de unos cinquillos con el negocio. Para eso, Pinocho era esencial, ya que él poseía una complicada y patológica red social.
Para no hacer el cuento largo, Pinocho se cayó allá por los Campos de Eliseo, creo que esto está en Francia, y en la caída aparecieron unos papeles comprometedores que hoy lo tienen hasta el cuello.
El caso es, entonces, que Pinocho estaba grave, en sí de su letargo no volvía, al ver que el Imperio lo cantaba y lo dejaba como un ladrón. Así, llegó el jefe del CSUP (su partido político) y viendo que Pinocho se hundía, le mandó mentir. Ahora Pinocho se prepara para hacer lo único que su poca inteligente y sociopática mente sabe, mentir. Desde ese momento, Pin-quince se llamó. La metamorfosis se cumplió totalmente.
Mientras tanto, el judío errante había cambiado los estatutos del CSUP con el fin de buscarle un segundo periodo presidencial o una diputación a Pinocho, para salvarlo de la cárcel, mediante la inmunidad de esos cargos. Mientras tonto, digo tanto, el pinochismo sigue fiel a su líder. Aunque todavía hay una carta bajo la manga. Este es un país de patólogos.
Carta o no carta, las amenazas recibidas contra Imperio nos hace confirmar que sí hay comején. Es tan así que a Imperio lo quieren fumigar. Y con tanto abogado, nuevamente disculpen, fumigador corrupto, la limpieza podría darse en cualquier momento.
Yo preferiría, siendo Pin-quince, esperar. Si basta una muestra para ver la objetividad de la justicia de Utopía. Un señor que construía Casas (la mayúscula es un error tipográfico), de oficio fascista (consultor internacional en lenguaje utopiano), quedó libre, a pesar de la contundente prueba que el señor en un puesto público y en una acción de carácter y consecuencias públicas. Pinocho podría obtener algo como esto. De por sí, la burguesía local lo necesita para seguir lo iniciado por el actual Premio Nobel en Literatura y presidente de Utopía: la venta de Utopía al diablo mismo (suena hinkelammertiano).
Para suerte de todos ellos, estamos en Utopía. En Costa Rica, ellos ya hubieran sido víctimas de levantamientos populares y de una rápida acción social liderada por la Universidad de Costa Rica (como es la costumbre, especialmente en esta administración). Con nuestro brillante guía, don Óscar Arias, el caso Pinocho tendría un solo desenlace, la condena y el encarcelamiento de Pinocho. ¡Qué suerte la de Pinocho de vivir en Utopía y no aquí! Aquí lo hubieran hasta hecho explotar. El caso es que Pin-quince estaba grave… ¡Miente Pin-quince! Pin-quince, Pin-quince… pobre Pin-quince.
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