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Unas 100.000 personas podrían perder el empleo este año, si no hay un giro en la política económica.
Hay una contracción generalizada en la economía y el desempleo podría tornarse crítico en los próximos meses, sumado a un estancamiento de los salarios, principalmente en el sector privado. Lo advirtieron economistas de la Universidad Nacional (UNA) al presentar el martes pasado el informe semestral del Observatorio de la Coyuntura, de la Facultad de Ciencias Sociales.
Al igual que lo han venido haciendo en los últimos días economistas de diversas tendencias, los investigadores de la Universidad fustigaron la falta de acción efectiva del Gobierno para encarar la crisis. Principalmente apuntan al Banco Central (BCCR) por mantener una política monetaria y financiera que atiza la recesión originada por la crisis económica global (ver recuadro “Política monetaria errática”…)
Luego de conocido el análisis de la UNA, así como de un informe del BCCR sobre un nuevo desplome de la actividad económica, el Gobierno reconoció a regañadientes lo que economistas adelantaban dos meses atrás (“La economía costarricense ya entró en recesión”, edición 1774 del 25 de febrero) que la economía costarricense se hundió en la recesión.
El índice mensual de actividad económica (IMAE) se redujo en marzo 6,2% respecto al mismo mes del año anterior, con lo que se cumplen seis meses consecutivos en que la producción es menor a la del mismo mes del año anterior, informó el BCCR.
Si se estima que hay recesión cuando la actividad económica se contrae por dos trimestres consecutivos, entonces hay recesión, admitió el presidente de la entidad, Francisco de Paula Gutiérrez, en declaraciones a la prensa. El BCCR ha mantenido la tesis de que para que haya recesión tiene que haber una caída generalizada en los índices económicos, lo cual no sería el caso, según el Banco.
Gutiérrez admitió, a la vez, que probablemente el Producto Interno Bruto (PIB) del país caiga este año. Se espera que en los próximos días el BCCR actualice a la baja la estimación del crecimiento económico para el año, que inicialmente lo había fijado en 2,2% del PIB.
El PIB es el valor de los bienes y servicios que se producen en el país en un año y el IMAE estima la variación de la cantidad de bienes y servicios producidos durante un mes.
El economista Henry Mora, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNA, dijo que si las tendencias se mantienen, el PIB estaría decreciendo este año entre 1 y 1,5%, es decir, una merma mayor de lo que estimó la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que dio un cifra “optimista” de 0,5%.
Si se considera que solamente en el primer trimestre hubo un decrecimiento cercano al 4%, tendría que haber una recuperación muy importante en el segundo semestre del año, para que más o menos se empate el asunto y estemos con un crecimiento cercano a cero o ligeramente negativo, comentó Mora.
Señaló que Costa Rica posiblemente sea la única economía que tenga un crecimiento negativo del PIB este año en Centroamérica, región donde el crecimiento promedio será de 1%. Ese resultado para el país se debe al fuerte impacto que tienen para el cálculo del PIB las exportaciones de la transnacional Intel y las principales empresas de zonas francas, que han tenido una contracción del ritmo de exportaciones cercana al 20 ó 25%.
Roxana Morales, profesora de Economía e investigadora de la UNA, indicó que la crisis económica internacional ha repercutido en una reducción de las exportaciones, las importaciones, el turismo, las remesas, la inversión extranjera directa y el comercio.
Los sectores en los que más ha impactado la crisis son aquellos donde laboran las personas de más limitados recursos, como la construcción y algunas maquilas de las zonas francas. Desde octubre del 2008, cuando la actividad económica empezó a decrecer, hasta marzo pasado, se perdieron 28.000 puestos de trabajo y generaron 20.000, lo que da un saldo negativo neto de 8.059. Los sectores más afectados fueron la construcción, con una pérdida de 12.894 empleos, y la industria manufacturera, con 7.553
Lo positivo es que, a diferencia del 2008 en que la inflación golpeó fuerte, sobre todo por las alzas de precio en los alimentos, este año los indicadores muestran un decrecimiento del índice de precios como resultado de la menor actividad económica y la baja del combustible, especialmente respecto al grupo de alimentos y transportes. Esto aliviará a las familias la compra del diario. La inflación acumulada al mes de abril fue de 1,17%, la más baja en 32 años para ese mes.
Según Mora, la pérdida de empleos y de ingreso no ha llegado a ser crítica y el costarricense medio no la ha sentido, en parte porque la mayor pérdida de empleos ha sido en la construcción y el sector agropecuario, donde hay mano de obra extranjera. Sin embargo, la repercusión será más fuerte en el segundo semestre, a menos que haya un giro radical en la política económica, y se enfrente de manera más decisiva el tema del empleo y la reactivación, “pero mientras las cosas sigan como están, ciertamente esperamos una situación más complicada”, insistió Mora.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha estimado un aumento de 3% en el desempleo a causa de la crisis. Mora dijo que en Costa Rica podría ser 2 % (adicional al 4,6% actual; ello significa que unas 100.000 personas podrían perder el trabajo). Ello seguramente se reflejará en los índices oficiales de pobreza que se publicarán en julio.
De acuerdo con el economista, el meollo de la política económica tiene que centrarse en la defensa del empleo y los ingresos y, por tanto, la política macroeconómica tendría que dar un giro en ese sentido, incluyendo la posibilidad de incentivos fiscales para el sector empresarial que se comprometa a mantener el empleo. Otros economistas como Jorge Guardia, Luis Mesalles y Helio Fallas se han pronunciado también a favor de mayores inversiones del Gobierno y una política “proactiva” del BCCR para dinamizar la producción.
En opinión de Mora, podría tomarse las medidas que proponen los sectores sociales, para centrar una propuesta en torno al empleo. “Le tomaría la palabra a Mons. Hugo Barrantes (arzobispo de San José), de que necesitamos llegar a acuerdos y evitar confrontaciones como las que incluye el Plan Escudo en materia de flexibilidad laboral, que obviamente no genera ningún consenso y, todo lo contrario, lo que genera es conflicto social y político, en una época en que ocupamos ponernos de acuerdo para sacar la economía del bache recesivo en que se encuentra”, comentó Mora.
El sociólogo Carlos Carranza, también investigador de la UNA, afirmó que Plan Escudo, anunciado por el Gobierno en enero para enfrentar la crisis, no ha logrado proteger a las familias ni la activación productiva que se esperaba. Carranza evocó la polarización de la sociedad costarricense y la incapacidad de tomar acuerdos para resolver la crisis, en torno a la cual han surgido posiciones divergentes y los primeros enfrentamientos y acciones reivindicativas de algunos sectores. Por otro lado, el logro de acuerdos se dificulta por el inicio de loe fuegos preelectorales y la falta de diálogo entre los distintos sectores y entre el gobierno y la oposición, señaló.
La crisis acentúa las brechas de desigualdad y exclusión, y sus efectos son desiguales en los distintos sectores y regiones. “Si no fortalecemos la economía solidaria de cooperativas y otras formas de cooperación de ese tipo, y si no le damos contenido real a la política para pequeñas y medianas empresas que pueden fortalecer el mercado interno, va a ser más difícil salir de la crisis”, aseguró Carranza.
CONTRACCIÓN
Henry Mora hizo ver que a los sectores que venían con tasas interanuales negativas (industrial, hotelero, construcción, comercio y agropecuario) se suma ahora el sector electricidad y agua, que comenzó a tener tasas negativas desde diciembre pasado, según la nueva actualización de datos del BCCR. Esto es extraño consideró Mora, porque el agua y la electricidad la consumen prácticamente todas las casas y empresas, y obviamente una desaceleración en ese sector da cuenta de que la recesión en la economía es generalizada.
A la vez se mantiene la crisis que venía desde hace un año en el sector agropecuario, que no se explica solo por la crisis internacional sino también por los efectos climáticos de algunos productos importantes como el café, melón, piña, banano y algunos granos básicos en meses anteriores.
El sector industrial repite una tasa de crecimiento negativa superior al 17%, el sector construcción más del 6%, hoteles una tasa interanual negativa de casi 10% y el comercio con tasas negativas superiores al 5% en este momento.
Frente a la caída del área productiva lo que sostiene un poco la economía es el crecimiento positivo del sector servicios, pero el sector que une a ambos, el comercio, ya también tiene varios meses de crecimiento negativo, apuntó el economista.En general se profundiza el comportamiento recesivo de la economía costarricense, y eso pone más en entredicho la política del BCCR, que incorpora un sesgo recesivo adicional al que la propia situación internacional reviste.
La excusa que ha dado el BCCR para no promover una reactivación, vía tasas de interés, siempre ha sido que la inflación era muy alta, que el déficit de la cuenta corriente era muy alto, lo cual no le daba margen para reducir las tasas de interés y, por ese lado, estimular la economía, pero ahora ese pretexto no existe.
Caso contrario ocurre con los lineamientos de política fiscal, donde Mora reconoció que el Ministerio de Hacienda ha sido más flexible y ha aumentado el gasto. Ello coincide con una fuerte caída de los ingresos tributarios y la desaparición del superávit financiero que tenía el Gobierno.
Hacienda informó que en abril los ingresos por tributos llegaron a ¢179.000 millones, lo que representa 28% menos que el mismo mes del año anterior. La mayor caída fue en la recaudación de aduanas, que se redujo 13% entre octubre y abril, y en el impuesto de renta, 11%.
Según el Ministro Guillermo Zúñiga, con esa disminución de ingresos es imposible pensar en una rebaja de impuestos para estimular la producción. Por contrario, el Gobierno está hablando de crear un nuevo impuesto, sin que haya dicho aún de qué se trata.
Política monetaria errática
El economista Leiner Vargas, catedrático de la UNA, advirtió que “si seguimos en la evolución que vamos, la producción podría caer en 1 o 1,5%, y eso me parece que es desastroso para el país, para el empleo, para los sectores populares e incluso desastroso para los presupuestos universitarios que dependen también de esa variable económica.(…)
Me parece que la política monetaria ha sido errática y eso es lo que ha profundizado más la crisis. Aquí no se ha dado lo que sí se ha planteado en otros países de América Latina, de que en el momento en que la recesión opera se actúa con política monetaria anticíclica. Nosotros nos inventamos un experimento cambiario a finales del 2006, y eso nos ha tenido entretenidos y atados en la política monetaria, y no nos ha permitido soltarle las riendas sobre todo a la tasa básica pasiva (de interés), que ha actuado exactamente al contrario de lo que debería actuar en un momento en que la economía entra en recesión.
Tuvimos una tasa de interés real negativa cuando estábamos creciendo muy fuertemente en el 2006, el 2007 y mitad del 2008, y eso es totalmente contrario a lo que debería darse. Más bien debió haberse tenido una tasa de interés positiva para aminorar la inflación y ahora, que estamos en recesión, el golpe de la tasa pasiva y de las tasas de interés es más bien al alza, lo que genera un fenómeno de profundización de la recesión, porque efectivamente el mercado financiero está siendo estrechado, y eso me parece que hubiese sido un pilar fundamental para enfrentar la crisis.
Por otro lado, los proyectos de inversión del Plan Escudo requieren ser proyectos de emergencia. No puede ser que uno plantee que el Plan Escudo es para hacer inversión y va a durar un año en desarrollarse, y que cuando la inversión se haga la crisis ya nos ha desbordado. Entonces me parece que ahí hubo dos medidas que el Gobierno obvió, y que son dos instrumentos que se perdieron en los primeros meses de la crisis, y que ojalá lo hagamos (ahora). Entendamos que es mejor bajar la tasa pasiva, tenemos margen para eso por la expectativa de inversión, pero me parece que en ese sentido no solo el discurso sino que la realidad nos está desbordando.”
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