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Finalmente, después de un arduo y consistente trabajo en equipo, con profundo respeto entre compañeros y siempre mirando hacia adelante, hemos cumplido con la tarea encomendada.
Con enorme satisfacción anunciamos que el complejo pero necesario proceso para que Alianza Patriótica pueda adquirir su estatus de partido en el nivel nacional y de opción electoral real para el 2010, ha finalizado con éxito.
El 10 mayo de 2009 quedará inscrito en la historia democrática y republicana de Costa Rica como acontecimiento, fecha de génesis de uno de los baluartes para la recuperación nacional; punto legítimo de trabajo por la unión de las fuerzas patrióticas, con el fin de retomar los rumbos ciertos e impulsar un proceso amplio, participativo y democrático en la construcción de un proyecto de país por esa vía costarricense que siempre nos ha distinguido.
Pero también, para apartar de la Patria las enfermizas vanidades y las desmedidas ambiciones caracterizadas por un afán desmedido que han demostrado, durante este régimen de los hermanos Arias, a atropellarlo todo: democracia, institucionalidad, libertades públicas, derechos humanos, principios éticos y valores morales, con tal de lograr sus sombríos propósitos.
Las reacciones de felicitaciones y aplausos por haber alcanzado esta deseada meta para bien de nuestra democracia, y nuestra vida institucional, se multiplican por doquier. También se han producido algunos ataques esporádicos, pero más bien parecen ladridos (no hay otra forma de calificarlos) por parte de quienes, o son compinches del régimen, o incautos que se dejan persuadir para descalificar, separar a la gente y evitar lo que en definitiva es la principal preocupación de ese nido de águilas que secuestra partidos y su fin es desmantelar la unión de las fuerzas, que se le oponen, coaligadas en una opción electoral. Algunos de estos ataques se han personalizado y por esta razón me veo obligada a hacer algunas aclaraciones, con el afán de unir y no separar más a los hermanos de lucha contra este gobierno espurio, surgido como bien lo señaló nuestro expresidente Luis Alberto Monge, de un golpe de estado técnico, de una grave afrenta a nuestra democracia.
Auque es hora de tender puentes mirando hacia delante, quisiera aclarar que esa Carmen, a la que se hace referencia en uno de los ataques cobijado en la oscuridad de odiosos anonimatos, no soy yo. Yo tengo un apellido que ostento con orgullo y jamás utilizaré el mismo tipo de artimañas de quienes no dan la cara. Cuando he incurrido en errores los he reconocido y siempre, siempre, he estado dispuesta a ofrecer disculpas y rectificar en beneficio de la verdad y el bien común. Y pongo dos ejemplos: El primero haber creído en Oscar Arias y votar por él. El otro haber incluido a Rolando Araya en una querella contra los falsificadores de las listas de contribuciones fantasmas del PLN, urdida por dos de los más inmediatos secuaces de los Arias.
Alianza Patriótica es una legítima trinchera abierta para todos los ciudadanos y las ciudadanas que decidan incorporarse a ella, pero también un acicate para lograr esa ansiada convergencia nacional que aterrice en una coalición de fuerzas patrióticas. Así que interpreto esos furibundos ataques como señal de que cabalgamos, de que sienten pasos de animal grande. Sigamos trabajando con el propósito de apartar las políticas neoliberales e inhumanas que tanto dolor produce en miles y miles de hogares costarricenses. Sigamos trabajando para borrar la angustia de los rostros de tantos compatriotas.
Sigamos trabajando juntos para disipar los nubarrones que este nido de águilas ha cernido sobre la esperanza de un pueblo que nunca ha renunciado a profundizar sus logros sociales en pos de una sociedad cada vez más justa, libre y soberana, en donde todos sintamos que podemos vivir con bienestar y en paz verdadera. Unidos los costarricenses seremos invencibles, hermanados, indestructibles.
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