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El surgimiento del Partido Acción Ciudadana (PAC) hace unos años generó muchas expectativas entre la población costarricense.
Se esperaba que un nuevo partido político contribuyera a mejorar el enrarecido ambiente político tradicional, tan venido a menos en las últimas décadas en nuestro país.
Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana ya nada tienen que darle a este país. A no ser que más corrupción y clientelismo político. El PLUSC, como comúnmente se le conoce a esta víbora de dos cabezas, tanto en el nivel ejecutivo como en el legislativo, se han dedicado a favorecer sus negocios personales, familiares y de muchos de quienes les financian sus campañas electorales.
Y ni qué decir del surgimiento del Movimiento Libertario, todavía más a la derecha del PLUSC: su advenimiento a la vida política demuestra que nuestro país está cayendo en la desgracia. Y como si todo eso no fuera nada, aparecen y desaparecen como por arte de magia partidos “turecas” o “personalistas” como el de Guyón Massey, Álvarez Desanti, Walter Coto, Humberto Arce, entre muchas otras ridiculeces de partidos políticos.
Algunos de esos disidentes, que se habían ido porque no les daban “pelota” en sus antiguas maquinarias electorales, ahora han regresado con el “rabo entre las patas”, a ver si aún le pueden escurrir algo más al esmirriado Estado costarricense.
Pues bien, con un futuro tan espeluznante, la llegada del PAC parecía un oasis en medio del desierto. Tan grande fue la expectativa que generó, que el mismísimo don Óscar Arias, impoluto premio Nobel de la Paz, tuvo que ser empujado por el TSE para que solo dejara los “pelos en el alambre” y no el pellejo, como demostraban los primeros conteos de votos en las elecciones del 2006.
El PAC entonces se elevaba como una segunda fuerza política en el panorama electoral y, con 17 diputados, como una oposición capaz de “torcerle el brazo” al gobierno y frenar el TLC que ya conocíamos de antemano traería graves consecuencias para los sectores más pobres de nuestra sociedad.
Tal y como ahora lo estamos comprobando. Pero no, el PAC se volvió, tal y como lo dicen mis ancianos padres, “puro jarabe de pico”. Don Ottón Solís, sospechosamente, cuando se necesitaba de un dirigente duro en la oposición para frenar el TLC, se fue a una universidad gringa a dar cátedra de lo que pasaba en América Latina.
Doña Epsy Campbell, ahora precandidata, silenciosamente aceptó trabajar en una asesoría pagada por el gobierno de Óscar Arias, dejando abandonado al pueblo (a los ciudadanos) ante los embates millonarios de la propaganda del “SÍ al TLC”.
Cuyo financiamiento aún hoy no se sabe de dónde venía. Algunos decían que de las mafias internacionales del narcotráfico y de los lavadores de dinero. Ante la actitud de tales líderes, los ojos del pueblo entonces se volcaron hacia la fracción del PAC en la Asamblea Legislativa. Sin embargo, pocos fueron los diputados que levantaron con fuerza la voz. Una gran mayoría “solo calentó los asientos”.
Se sabía que cada uno de los 17 diputados, tenían una cantidad determinada de minutos para hablar y argumentar contra el nefasto TLC. No lo hicieron. Tenían la posibilidad de presentar muchas mociones de enmienda contra el tratado, nada de eso sucedió. El rompimiento del quórum, ética y moralmente aceptable cuando se trata de defender los intereses de las grandes mayorías sociales, solo se dio de vez en cuando y al final claudicaron ante el gobierno.
Podríamos decir que fue y es una fracción débil, floja y permisiva. En muchas ocasiones parecía que el único diputado de oposición era don José Merino del Río. Al final la insignificante fracción del PAC dejó entrever que no le iban a obstaculizar nada al gobierno para que aprobaran el TLC, tal y como sucedió.
Considero que ideológicamente hablando muchas y muchos miembros de esa fracción, o son de la derecha o les falta formación política. Como ejemplo tenemos el caso de una de sus diputadas que llegó a la curul sin ninguna lucha social, solamente porque la recomendó “una vaca sagrada” del partido. Luego apoyó las propuestas del gobierno. “Por pudor y vergüenza”, como dice un periodista asalariado de la derecha costarricense, mejor no sigo con el resultado final de tan penosa situación, pero que ya todos y todas conocemos lo que pasó después con esta diputada.
Pero a menos de un año de las elecciones nacionales, la fracción legislativa del PAC “la voló por encima del estadio”, sin el más mínimo pudor, exceptuando una diputada, formó parte de los cuarenta y tanto de diputados que aprobaron La Ley de Concesión de Aguas para Generadores Privados, ley que convertirá a muchos de nuestros agotados ríos en secos caños de arena y piedra. Pero quiénes se favorecerán serán los grandes empresarios de las generadoras eléctricas. ¿A cuáles ciudadanos está defendiendo el PAC?
Las esperanzas, los horizontes, las ilusiones y el deseo de construcción de un partido ideológica y políticamente fuerte se esfumaron en el camino. Las clases pobres, los sectores excluidos, las mayorías ciudadanas, los que menos tienen, tendrán que fijarse muy bien “en qué canasta van a poner sus huevos” en las elecciones del 2010. Personalmente considero que el PAC ya agotó su vida política y poco o nada tiene para darle al pueblo. Dice la sabiduría del gran Maestro Jesús: “Por sus frutos los conoceréis”. Y parece que el árbol del PAC ningún fruto logró cuajar.
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