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Una esperanza para la ecología

Existen personas que  día a día dan su mejor esfuerzo por vivir en armonía con la naturaleza, por cuidar el medio ambiente y por heredar a las futuras generaciones un mundo natural en equilibrio.

Existen personas que  día a día dan su mejor esfuerzo por vivir en armonía con la naturaleza, por cuidar el medio ambiente y por heredar a las futuras generaciones un mundo natural en equilibrio.
Don Anselmo Rodríguez, es uno de ellos: agricultor de cepa, amante de la tierra y conocedor de sus bondades y necesidades, como lo fueron nuestros abuelos. Hombre sencillo, trabajador incansable por las causas justas, sin miedo al cambio y a las faenas extra que el mismo conlleva, narra sus proezas de solidaridad sin aspavientos, como si fuesen tan solo el resultado del deber cumplido.
La Esperanza es el nombre de su finca ecológica.  Más esta  no nació   dentro de ese modelo, fue trabajada  por muchos años en el marco de las fincas  tradicionales; sus pastizales y hortalizas eran fertilizados y fumigados con agroquímicos, de igual manera se alimentaba su ganado, el cual padecía, con la normalidad que se podía esperar, de  plagas, moscas y enfermedades naturales de su tipo de crianza, hasta que un buen día, hace unos 10 años, se apareció por su lar,  un estudiante de agronomía que le propuso hacer un estudio completo para cambiar su sistema productivo tradicional,  por uno de eco-producción, lo cual iría en beneficio de ambas partes, ya que el joven utilizaría esos estudios para su tesis de graduación. Lo que quizá no contemplaron en toda su magnitud, o quizá sí y por eso lo llevaron a cabo, era el impacto del beneficio que estaban haciendo, a sí mismos,  a la comunidad estudiantil del país, la cual, allí, es siempre bienvenida para realizar estudios, aprender y tomar conciencia de las bondades del sistema adoptado, pero más aún al medio ambiente,  al país y al planeta en general.
Como explica don Anselmo, el inicio no fue fácil. La implementación de equipo y herramientas  diferentes para este tipo de producción es onerosa y necesita una buena dosis de creatividad, así como muchos más jornaleros concientizados y comprometidos con su labor, que la producción mecanizada. No se veían las ganancias, sólo los gastos, pero la paciencia y el amor a la tierra y al ganado, rindió sus frutos.
Hoy, la Finca La Esperanza, cuenta entre sus 6 y 1/2 hectáreas con 1 Ha de bosque,  otra de hortalizas, 4 y 1/2 Ha de pasto. Desarrolla siete empresas ecológicas: ganado bovino y productos lácteos, ganado caprino y productos lácteos, ganado porcino y producción de carne,  producción de abono por lombricarios,  producción de hortalizas, pastizales, biodigestor para producción de gas y fertilizantes.
Dos más están en proyecto  a corto plazo: una granja avícola con su respectiva producción y  una laguna con  tilapia.
El ciclo es completo, las vacas producen boñiga que es procesada por las lombrices para producir abono, el cual fecunda la tierra para producir los pastos, los cañales y otros vegetales con los que se alimentan los ganados sanamente y estos producen leche y carne  de excelente calidad; se reproducen en mayor cantidad y calidad- las vacas pueden tener hasta 10 partos- y viven sanos, sin plagas, enfermedades ni moscas,  en un ambiente libre de malos olores.
El agua, con la que se lavan las lecherías y las porquerizas, va  al biodigestor para producir gas, que se utiliza para el consumo interno, biofertilizante para las hortalizas  y el  agua sobrante es aclarada por las lombrices  para utilizarla en el riego de la finca.  Todo esto sin contaminar el río, el aire, la tierra o los mismos animales.
Los productos-lácteos, carne, hortalizas, abono- son puestos a la venta en  ferias orgánicas,  supermercados y viveros,  y las lombrices se venden en el mercado nacional e internacional.
Los gastos continúan día a día, pero las ganancias ahora sí se ven. Como se ve el fruto del esfuerzo, del empeño, de la perseverancia y la apuesta por un cambio en un estilo de producción, en un estilo de vida, en un medio ambiente más limpio y sano para todos.
Gracias don Anselmo por darnos La Esperanza…

  • Irene Ulloa S. (Estudiante UCR)
  • Opinión
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