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Un gran número de animales y plantas se extinguen en el país debido a la sobreexplotación, exceso de consumo y la falta de información para prevenir que desaparezcan.
Los esqueletos de corales se hacen más débiles debido a que el nivel de acidez del océano aumenta. Los manglares van perdiendo poco a poco su territorio ya que las aguas donde se asientan están contaminadas y las grandes construcciones a su alrededor les impiden moverse. Especies que solo se han visto en un solo río desaparecen, pues los desechos y pesticidas han acabado con cualquier signo de vida allí.
Las circunstancias recrudecen por la ausencia de regulaciones que impidan la pérdida de la biodiversidad y por la falta de conocimiento para saber qué se ha extinguido y qué se puede recuperar.
En el marco de celebración de la semana del ambiente expertos en el campo de la biología expusieron estos y otros resultados en el ciclo de conferencias Pérdida de la biodiversidad en Costa Rica, el 3 de junio en la Escuela de Biología de la UCR.
A pesar de que Costa Rica guarda dentro de sus fronteras (terrestres y marítimas) un significativo porcentaje de la biodiversidad del planeta, la combinación de acciones propiciadas por el ser humano como la sedimentación, la sobreexplotación de los recursos y contaminación, además del cambio climático y aumento del nivel del mar provocan que esa cantidad disminuya día con día.
RECURSOS EN PELIGRO
El profesor de la Escuela de Biología de la UCR, Jorge Cortés, explicó que cuando se analiza el territorio nacional, no se toman en cuenta los recursos marinos, que representan 3.5% de la cantidad que hay en el planeta.
Empero, la pérdida de estos recursos se nota al ver el decrecimiento de dichas especies. Muestra de esta situación, es que décadas atrás en determinadas zonas costeras, había 500 metros cuadrados de una especie de coral y, en la actualidad, se encuentran solo dos metros cuadrados.
Una de las dificultades, señaló el docente, es que se desconoce “qué había antes”. Es decir, que no se pueden contar las especies que nunca se descubrieron y las que desaparecieron antes de ser descritas.
En Costa Rica, por ejemplo, hay seis especies de corales que no se han vuelto a ver desde 1980. De algunas de estas se han encontrado esqueletos, y cabe la posibilidad de que otras aún vivan. Sin embargo, como es el caso de la galleta de mar, cuyo esqueleto apareció en la Isla del Coco, estas no se han divisado.
Monika Springer, también profesora universitaria, enfatizó en el tema de los ambientes de agua dulce, que se han convertido en sistemas de transporte de toda la contaminación que llega al océano.
Ya sea que el agua corra hacia el mar (ríos, quebradas, riachuelos, canales) o que no fluya (lagos, lagunas, charcas, pantanos), la contaminación rural y urbana afecta de manera grave dichos ambientes. Las aguas residuales y el lanzamiento de desechos sólidos, plaguicidas, fertilizantes y materia orgánica son agentes que dañan esos ecosistemas.
Asimismo, las modificaciones en los cauces por la construcción de represas, la extracción de material y el cambio en el uso de la tierra ocasionan transformaciones en los hábitats, aseveró.
La sobreexplotación a causa del aumento del consumo de agua de los mantos acuíferos (por escasez de fuentes superficiales); el uso de pozos ilegales; la minería metálica y no metálica son causantes de la disminución en el caudal de los ríos, haciendo que varios animales y plantas carezcan de dicho elemento.
Otro punto en detrimento es la llegada de especies exóticas e invasoras, las cuales desplazan o eliminan a las nativas.
Basta que un área específica se contamine para acabar con los seres que allí habitan, al haber especies como peces, insectos acuáticos, anfibios, reptiles y mamíferos entre otros.
La profesional añadió que hay leyes pero no se cumplen y que se carece de un manejo integrado de la problemática. Considera que es esencial lograr una mayor conciencia e información sobre la pérdida de la biodiversidad.
La biodiversidad en números
Algunas estadísticas sobre los recursos naturales:
* En el país hay 6.778 especies marinas. Representan 3,5% del planeta.* La mitad de la diversidad acuática se encuentra en manantiales.* Las libélulas pertenecen al único grupo con especies en lista roja. * Seis de cada 10 anfibios dependen de ambientes acuáticos para su desarrollo. * Más del 85% de los ambientes de agua dulce de Latinoamérica están seriamente amenazados. Ochenta de cada 100 están en peligro crítico. * Hay tres especies extintas de anfibios: Incilius periglenes (sapo dorado), Incilius holdridgei (sapo de Holdridge) y Craugastor escoces (una rana que habitaba cerca del Volcán Barva).
¿Cómo actuar?
La mayoría de las soluciones brindadas por los especialistas para proteger la biodiversidad están al alcance de la población. Otras, son responsabilidad del gobierno.
* Reducir significativamente el impacto de la actividad humana y el consumo.* Disminuir la emisión de gases invernadero.* Minimizar el impacto pesquero y la contaminación.* Fortalecer la educación ambiental.* Desarrollar un turismo ambientalmente amigable. * Al combatir plagas, optar por el control biológico, técnica que consiste en colocar un organismo para reducir la población de otro, en reemplazo de la utilización de químicos. * Basarse en economías basadas en la protección de los recursos naturales y pasar del papel a la acción.
Desarrollan proyecto para proteger animales salvajes
Con el objetivo de evitar la muerte de algunas especies de felinos, el programa Jaguar busca ser un método para proteger la biodiversidad costarricense.
Nathalia Rojas Zúñiga[email protected]
Las acciones del ser humano en detrimento de los animales van más allá de contaminar. En algunas zonas rurales del país, la solución para prevenir los ataques de especies salvajes, es acabar con su vida.
Investigadores del Instituto Internacional en Conservación y Manejo de Vida Silvestre de la Universidad Nacional (ICOMVIS) analizaron esta problemática en las Regiones Huetar Norte y Chorotega, donde los finqueros sufrían pérdidas de su ganado u otros animales, a causa de ataques de pumas o jaguares.
Para combatir esta problemática, la institución se encarga de manejar el Programa Fincas con Felinos, parte del Programa Jaguar, trabajando en conjunto con entidades como el Sistema Nacional de Áreas de Conservación, el Ministerio de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones y el Ministerio de Agricultura y Ganadería.
Ronit Amit, coordinadora de Fincas con Felinos, comentó que este proyecto nació con el fin de sostener poblaciones que se encuentran fuera de áreas protegidas.
La primera etapa comenzó en el 2007, proponiendo estrategias para incentivar el manejo apropiado de jaguares y pumas dentro de esas propiedades y lograr la convivencia con los felinos.
El paso inicial fue la realización de charlas y visitas a subastas ganaderas en las que se evaluaron los reportes de presencia y ataques de grandes felinos a animales en fincas. De seguido, llevaron a cabo campañas de información y asesoría en Upala, Los Chiles, Bagaces, Liberia, Abangares y Sarapiquí.
Luego de este proceso, 8 de cada 10 finqueros reconocieron que si los daños eran controlados, sí permitirían que los felinos estuvieran dentro de sus terrenos.La segunda fase incluye todo el país y se basa en difundir los beneficios de convivir con felinos y brindar asistencia técnica como incentivo.
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