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Un grupo de peces venenosos y carnívoros conocidos genéricamente como “pez león” invaden la costa Caribe. Por el momento los depredadores de nuestros mares no están adaptados para reconocerlos, por lo que podría tratarse de un riesgo si no se controla.
Los científicos del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR) de la Universidad de Costa Rica junto con la Escuela de Biología dieron a conocer la noticia el 1° de junio.
Ingo Wehrtmann, investigador del CIMAR, dijo que las introducciones accidentales de especies son muy peligrosas, ésta en particular puede producir cambios drásticos en la estructura de los ecosistemas marinos y su biodiversidad. Incluso la especie podría llegar al Pacífico a través del Canal de Panamá.
El CIMAR trabaja en la costa caribeña desde hace 20 años y eso les permitió descubrir la presencia de la especie rápidamente. A mediados de abril cuando los pescadores y los buzos de Punta Uva dieron el primer reporte de pez león, se inició el trabajo intenso con el CIMAR.
A partir de ahí se realizan reuniones con las personas que habitan esa zona y se ha decidido operar desde cuatro frentes: monitoreo, control (o eliminación), investigación y divulgación y acción social.
El director del CIMAR, Álvaro Morales, indicó que un equipo trabaja en el monitoreo y la investigación constante y profunda para generar el conocimiento que permita a las organizaciones tomar las decisiones más adecuadas.
El director de la Escuela de Biología, Gustavo Gutiérrez, mencionó que la Escuela debe estar en la discusión nacional para impulsar la participación permanente, crítica y activa en los problemas ambientales o biológicos nacionales que ameriten una respuesta inmediata de las organizaciones internas o externas de la UCR.
RÁPIDA DISPERSIÓN
Se trata de dos especies, el pez león rojo (pterois volitans) y el pez diablo de fuego (pterois miles), ambos de la familia Scorpionidae, la misma del pez piedra, que es natural del país. La forma en que llegaron a estas costas no está clara, pues los peces son originarios de la costa indopacífica y del Mar Rojo.
Los especialistas expusieron algunas teorías sobre la llegada al Caribe, entre ellas que el huracán Andrew, de 1992, el segundo más destructivo en Estados Unidos, provocara una liberación que pudo haber sido intencional o accidental, desde algún acuario en el sur de la Florida.
Otra causa probable es que el agua de balastre de los barcos cargueros haya trasladado algunas larvas al puerto de Miami. El agua de balastre es el agua que los barcos cargueros de líquidos, generalmente los petroleros, toman del mar y bombean en los tanques de las embarcaciones para mantener su estabilidad.
Los especialistas criticaron al Gobierno por no tener controles sobre estas operaciones de los barcos en nuestras costas.
Estos animales se dispersaron por las corrientes marinas durante años hasta llegar a la región centroamericana y las Antillas Mayores. Las cálidas corrientes marinas de alrededor de15 grados Celsius atraen a estos peces, así como su tranquilidad, por eso bajaron hacia esta zona.
Primero llegaron al archipiélago de Bermudas en el 2000; cuatro años más tarde a las islas Bahamas y de ahí se extendió a Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y Jamaica.
Belice reportó sus primeras observaciones el año pasado y lo mismo ocurrió este año en el resto del istmo. Ya alcanzó Colombia continental y en varias semanas podría propagarse a las Antillas Menores.
ECOSISTEMAS EN PELIGRO
Estos peces pueden encontrarse desde la superficie del mar hasta los 50 o 60 metros de profundidad, especialmente en aguas tranquilas como bahías y ensenadas. En el Caribe son capaces de invadir zonas con pastos marinos, manglares, naufragios y arrecifes artificiales.
Los enemigos naturales del pez león son los meros grandes y los tiburones. Sin embargo, la sobrepesca, la pérdida de hábitats saludables, el cambio de clima global y la contaminación costera están haciendo estragos con estas poblaciones, por lo que es difícil controlarlos naturalmente.
La especialista en ictiología (estudio de peces), Helena Bonilla, afirma que el pez come gran cantidad peces pequeños y con una rapidez mayor en estos ecosistemas. Además consume presas más grandes de lo esperado.
Bonilla resaltó que en Bahamas un solo individuo causó una reducción del 79% en las densidades de peces jóvenes en un arrecife. Además 23 de las 35 especies analizadas son de vital importancia para los arrecifes caribeños, por ejemplo el pez loro, que es de los principales peces herbívoros.
HERMOSOS PERO PELIGROSOS
Las tres clases de espinas venenosas no pueden causar la muerte a una persona, pero sí producen un dolor muy intenso y una incapacidad temporal. Por eso es mejor “ver y no tocar”.
En caso de herida, si esta no es tratada debidamente, podría ocasionar infecciones secundarias que desemboquen en el ahogamiento. Y si la víctima tiene antecedentes de riesgos cardiacos o alergias, hay peligro de muerte.
Bonilla indicó que como primeros auxilios en caso de un ataque, lo recomendable es consultar tan pronto como sea posible a un médico. También es necesario elevar la extremidad afectada y sumergirla en agua caliente durante una hora y media. Si el dolor se intensifica se debe volver a remojar el miembro en agua caliente.
Los científicos de la UCR indican que la única forma de controlar este pez es mediante esfuerzos regionales coordinados, porque aunque un país realice acciones, sus vecinos también deben tomar medidas, porque de otra forma no se puede controlar.
Sin duda, una de las medidas importantes es recuperar a los grandes depredadores nativos, como los tiburones y los meros grandes para erradicar de forma natural al pez león.
“Lo particular de los meros es que es ser una especie que nace como hembra y solo los viejos se convierten en machos. Es una especie de crecimiento indeterminado. Las especies longevas son sumamente vulnerables a la pesca y por tanto les cuesta más la reproducción”, aclaró Bonilla.
En Costa Rica la capacidad de reacción ha sido rápida y ya se trabaja en una comisión interinstitucional de carácter permanente.
Instituciones como el Sistema Nacional de Conservación; el Servicio Nacional de Salud Animal; el Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura; el Ministerio de Salud; las organizaciones no gubernamentales con presencia en la región; la comunidad científica y además los buzos y los pescadores de la zona son los ejes fundamentales del plan.
La idea es crear alianzas estratégicas para coordinar los esfuerzos nacionales y compartirlos con los países de la región.
Carlos Jiménez, especialista en ecología de arrecifes, mencionó que los peces son extremadamente curiosos y salen a inspeccionar a los buzos, por lo que normalmente salen en parejas o en grupos. También instó a las autoridades a prohibir el comercio nacional de esta especie como pez de acuario para evitar que llegue al Pacífico.
“Hemos realizado entrevistas en la zona y podemos certificar la calidad de la información. Aún nos falta monitorear la especie pues es más activa en la noche y en los crepúsculos y a esas horas no hemos investigado aún”, agregó.
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