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La naturaleza es una e indivisible, es deseable para y por sí misma, por lo que la humanidad se torna su propia enemiga, esta última carece de control y dominio de sí misma.
I Parte
Al carecer de esta facultad, la humanidad para dar respuesta a su desavenencia requiere dominar lo externo, fuera de sí, como lo ha ejemplificado a través de miles de años.
Pero todo parece atinar para el actual gobierno costarricense, que la enemistad histórica (humanidad-naturaleza) ha dado un giro a una amistad situacional (con sus políticas “amigables” con la naturaleza).
La potencialización de las fuentes “renovables” le han posicionado como nación líder ante el cambio climático.
¿Cómo Costa Rica no iba a ocupar tal status ante la comunidad internacional?, si el barco es dirigido por un nobel de la paz, por lo que la congruencia sería que éste oriente las políticas ambientales por medio de la paz con la naturaleza.
La conservación, manejo y uso “amigable” de los recursos naturales son elementos apodícticos, que para el Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (MIDEPLAN), ellos sostienen la vida actual y de las futuras generaciones.
Los componentes que integran la sostenibilidad ambiental de la política en este ámbito son: (1) ordenamiento territorial, (2) recurso hídrico, (3) recurso forestal, (4) calidad del aire, y, (5) residuos sólidos.
El primero, representa uno de los pilares de la sostenibilidad, ya que la tendencia en la Gran Área Metropolitana (GAM) es el proceso de conurbanización y sus manifestaciones en la presión sobre los recursos; situación que genera la degradación de tierras, afectaciones a las zonas de recargas acuíferas y sedimentación.
La polarización social y la tendencia al desarrollo urbano son procesos que desafían la práctica de la planificación territorial como se ha venido gestando en las últimas décadas.
La precarización y la gestión de riesgos son elementos poco abordados por la propia dimensión estatal de protección y conservación, y por los aspectos socioambientales del territorio.
El segundo, ha suscitado el interés gubernamental de declararlo como un bien prioritario para la República; esto por su valor potencial en el largo plazo para generar toda la electricidad que será consumida en el territorio nacional mediante el aprovechamiento de las fuerzas hidráulicas.
Se arguye que es una fuente “limpia” para la producción energética, tan “limpia” que incluye la limpieza de identidades territoriales (aunque se prefiere llamarle reubicación de grupos poblacionales).
El tercero, da cabida a la escasez de estos productos y los servicios de pagos ambientales han perdido el auge que habían demostrado desde su ejecución. Varias especies forestales se han utilizado como materia prima para la producción de plataformas de exportación, lo que ha disminuido la recuperación de estas.
En el largo plazo, un recurso escaso como el forestal no es “productivo”, por lo que en el corto plazo este mismo se transforma “competitivo” mediante el cambio en el uso del suelo, es decir, modificando su hábitat natural por un entorno urbano y de monocultivos (como las plantaciones de piña).
El cuarto, mediante la flota vehicular deteriorada y la concentración industrial en la GAM, agudizan el deterioro de la calidad del aire.
El promedio mundial indica que un vehículo debe cambiarse cada 10 años, pero si se le suma el factor de dependencia, la población “tercermundista” con un ingreso per cápita medio, consume los desechos de la población “primermundista”.
Producto de lo anterior, los controles de emisiones del aire son necesarios, aunque se requiere de un cambio del modelo de consumo y energético (contrario al dominio de los hidrocarburos) mundial.
El quinto, ha sido un tema de mucha diagnosis pero poca ejecución. La emisión de desechos sólidos avanza como llenar un vaso con agua; llegará el momento que se desbordará si no se controla.
El modelo de producción, por ejemplo, produce una bolsa de té envuelta con papel, a su vez inmersa en una caja de cartón, la cual está envuelta en plástico, duplica la generación de estos.
La responsabilidad empresarial para dichos efectos es casi inexistente hasta el momento. El enfoque triple r es uno de los mecanismos de acción y de inversión para la reutilización, reciclaje y reincorporación de materias primas en el proceso de producción que se están tratando de fomentar en la ciudadanía.
En este tema de los desechos, en la actualidad, no se ha considerado; ni se han incluido en las agendas gubernamentales los desechos tóxicos y químicos, emitidos por industrias, hospitales y otros agentes. Este tipo de desechos en un largo plazo se filtran en el subsuelo hasta llegar a contaminar mantos acuíferos.
En fin, las carencias y vacíos en la política ambiental genera por un lado escisiones con la nombrada “sostenibilidad”, y, por otro lado, la paz con la naturaleza expuesta por el gobierno costarricense es más congruente con la perspectiva orwelliana y su famoso lema: “la guerra es la paz”.
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