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En febrero de este año, las Naciones Unidas designó el 8 de junio de cada año como “Día Mundial de los Océanos”.
Esta decisión resalta la importancia de los océanos, que a veces al no verlos en su totalidad, nos olvidamos de su existencia e importancia.
Es pues en el marco de dicha celebración que abordaré uno de los mayores impactos que está afectando nuestros océanos: la sobrepesca.
La semana pasada tuve la oportunidad de conocer a don Federico, un pescador panameño con más de 26 años de experiencia y miles de historias que compartir. Don Federico contaba que cuando empezó a pescar veía frecuentemente delfines, ballenas, tiburones y tortugas. En todos sus viajes, la captura era súper abundante. Además, nos contó que por ignorancia los pescadores mataban hasta 300 delfines que se enredaban en sus redes, durante cada jornada diaria.
Hoy solamente 20 años después, vemos tristemente los efectos de la pesca sin control y pescadores como don Federico tienen muchas dificultades para sobrevivir de la actividad que ha mantenido a sus familias durante siglos. Ahora es todo un evento encontrarse delfines, ballenas y tiburones. Diferentes pesquerías han colapsado o han sido cerradas por agotamiento, y enormes cantidades de tiburones mueren desangrados a causa del aleteo.
Mientras tanto, las tortugas son cada vez más escasas, amenazadas por la pesca de camarón sin los excluidores de tortugas y con palangre. Sus sitios de anidación están invadidos de construcciones y personas; dos factores que las alejan y les impiden cumplir con su ciclo reproductivo. Los nietos de don Federico no van a poder conocer ni una pequeña fracción de los peces que su abuelo pescaba diariamente. Quizás por la falta de divulgación de información, la mayoría de personas no conocen el grave estado de los océanos y las autoridades no priorizan las medidas de conservación. En los últimos años, estudios han demostrado lo que ya saben pescadores como don Federico. Las cifras hablan por sí solas. Científicos expertos afirman que la pesca comercial es la causa principal de la desaparición del 90% de grandes especies de pelágicos como pez espada, bacalao, marlin y tiburones. Una evaluación global de las reservas marinas silvestres demuestra que de 441 grupos de especies estudiadas 52% están totalmente explotadas, 25% sobreexplotadas y 20% moderadamente explotadas.
La crisis de los océanos es pues evidente. La falta de políticas claras e integrales que aborden el problema; la ausencia de mecanismos de control, monitoreo y protección adecuada para estos recursos; y el bajo nivel de cumplimiento de las leyes, regulaciones y tratados internacionales vigentes relacionados al tema; no pueden ser más un pretexto para no defender la posibilidad de conservar la biodiversidad marina y los ecosistemas e incluso, que las generaciones futuras puedan saborear un riquísimo salmón ahumado o un filete de corvina. Costa Rica justamente está frente a una GRAN oportunidad de liderar la protección a los recursos marinos. En estos momentos el INCOPESCA se encuentra redactando el Reglamento a la Ley de Pesca y Acuicultura que deberá ser compartido en consulta pública con la sociedad civil. Sabemos que con el compromiso e intercambio de conocimientos con diferentes expertos en conservación marina y académicos, podemos tener como resultado final un Reglamento modelo: ambientalmente sostenible y de efectiva aplicación. No permitamos que así como los nietos de don Federico, los niños de Costa Rica no lleguen a conocer las bellezas de los océanos.
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