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Un barco a la deriva-derecha

En Costa Rica la violencia aumenta en proporción similar a la desigualdad social.  El barco de la patria  no encuentra su ruta. Marcha a la deriva porque continúa en la dirección equivocada: hacia la derecha.

En Costa Rica la violencia aumenta en proporción similar a la desigualdad social.  El barco de la patria  no encuentra su ruta. Marcha a la deriva porque continúa en la dirección equivocada: hacia la derecha.
Es tal la tempestad, el caos en la tripulación y la incertidumbre respecto de las posibilidades de llegar a algún puerto, que la bitácora solo podría indicar virar a la izquierda.
Y, cuando decimos izquierda no vengamos al cuento del “coco” del  comunismo de la “guerra fría” o del socialismo  al estilo Chávez o Lula. 
Se trata, simplemente, de atender a la ley del  movimiento pendular: la búsqueda de equilibrios, tan necesarios y legítimos, que se imponen como si fueran una ley natural.
El país líder mundial del capitalismo de libre mercado  ha virado hacia la “izquierda”: ese otro lado donde se le ponen frenos al mercado y  se le marca la cancha a los “halcones de la guerra”. Mientras tanto, aquí seguimos pensando que los problemas de la pobreza y el desempleo se solucionan con una  mayor cuota de sacrificio por parte de los trabajadores. ¿Qué le pasa a este gobierno? ¿No han sido casi cuatro décadas de pedirle sacrificio a los mismos de siempre? ¿Por qué se sigue postergando, entre otras medidas sustantivas,  una verdadera reforma tributaria?
En tiempos difíciles, como los actuales, la Junta de Gobierno de los 18 meses, encabezada por don Pepe, le impuso un 10% al capital  que vino a  fortalecer las arcas del Estado. Posteriormente, se creó la banca nacionalizada y otras instituciones, como el ICE, que le dieron viabilidad a un modelo de Estado social de derecho. Sin duda, un viraje  a la izquierda.
Hoy este viraje, más allá de lo ideológico, ha de ser  político, cultural y económico.  Político porque es necesario que un nuevo sujeto social acceda al poder  para redireccionar al país.  Cultural porque solo desde una nueva conciencia ciudadana -con sentido patriótico- será posible crear las condiciones para que una nueva clase política pueda marcar el rumbo. Económico porque no se puede “hacer chocolate sin cacao”. Y el cacao está en muy pocas manos.
El sacrificio que debemos aportar, para servir la mesa, tiene que darse de arriba hacia abajo y no al revés. Para ello es necesario buscar acuerdos: el consenso de las (os) costarricenses, que no es ningún milagro “mesiánico” que nos viene de afuera. Tampoco una carta que se saca de la manga, a raíz de una iniciativa de propuesta de los sectores sociales, para maquillar de “diálogo” una gestión de gobierno autoritaria, donde la tecnocracia ha sustituido a la democracia. Ese consenso tenemos que construirlo las hijas e hijos de esta “matria-patria” nuestra.    
Una nueva ciudadanía costarricense, que hace rato dejó de creerles a los políticos de la demagogia, el cinismo y el miedo, está  decidida a  poner la mano en el timón y virar en la dirección correcta, sin mirar hacia atrás. Puede hacerlo votando o absteniéndose.  He ahí el reto para quienes buscan  redimir la política de los vicios del caudillismo y la partidocracia.

  • Álvaro Vega Sánchez (Sociólogo)
  • Opinión
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