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Sin salidas, acorralados por la comunidad internacional, el régimen golpista de Roberto Micheletti no tiene posibilidades de sobrevivir en Honduras.
En un patético discurso a su “compañero de lucha en los procesos de paz de Esquipulas II de hace 22 años”, el canciller del régimen golpista de Roberto Micheletti, Carlos López Contreras le dijo al presidente Oscar Arias que “las propuestas en que usted ha insistido resultan inaceptables para el gobierno constitucional de Honduras que yo represento”.
Así se clausuró la segunda ronda de negociaciones que, el pasado domingo, se llevó a cabo en la casa del mandatario costarricense en la que las delegaciones del presidente Manuel Zelaya y del régimen de facto conocieron una propuesta de siete puntos elaborada por Arias.
En el centro del debate estaba el retorno de Zelaya al poder, del que fue sacado por la fuerza el domingo 28 de junio.Para López Contreras, la mediación “no ha sabido comprender que la pretensión de imponer como presidente al señor José Manuel Zelaya es absolutamente inaceptable”.
Momentos antes, la delegación de Zelaya había aceptado los siete puntos propuestos por Arias, y aunque surgieron declaraciones del mandatario depuesto insistiendo en la reforma constitucional, la importancia del tema fue relativizada por Arístides Mejía, uno de los miembros de la delegación.
En la mañana del domingo, cuando comenzaron a trascender públicamente las divergencias y la dificultad de la negociación, Mejía salió a la prensa para decir que el problema no era la consulta sobre la reforma constitucional o la “cuarta urna”, como se lo ha llamado en Honduras, en referencia a una urna de consulta que se agregaría a las tres previstas en las elecciones del próximo 29 de noviembre.
“El problema de Honduras no es la cuarta urna, sino el régimen dictatorial”, dijo Mejía.La reunión concluyó poco después, dejando en evidencia el impasse a que se había llegado.
López Contreras, que ocupó también la cancillería en los años 80, cuando Honduras sirvió de base para la operación de la “contra”, organizada y financiada por el gobierno de Ronald Reagan. Este negó siempre lo que era una evidencia y que hoy es una historia bien conocida. Para justificar lo que era, a todas luces, una violación del derecho internacional y una agresión al gobierno vecino de Nicaragua, decía que su país no tenía porque cuidarle las espaldas a los sandinistas.
Hoy reclama por lo que considera una intervención ilegítima de Venezuela en los asuntos internos de su país.Pese al fracaso del primer intento, Arias pidió otras 72 horas para continuar las negociaciones.
Con el régimen de Micheletti arrinconado, Arias cuenta con el apoyo de Washington para dar un ultimátum a los golpistas, en lo que serían tres días de intensas negociaciones diplomáticas. El Secretaro General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, salió a la palestra pocas horas después de conocido el impasse en San José, para darle también su apoyo, seguro de que a Micheltti, al final, no le quedará más remedio que devolver el sillón presidencial a su legítimo ocupante, el presidente Zelaya.
RESISTENCIA NACIONAL
A estas negociaciones internacionales se suman las movilizaciones en Honduras, casi todas a favor del retorno de Zelaya.“UNIVERSIDAD” conversó con Andrés Peñaloza, economista, parte de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio, que integra la Alianza Social Continental, y que pasó cuatro días en Honduras, la semana pasada.
Ante una consulta sobre la situación en ese país, Pañaloza señaló que “hay, sin duda, un movimiento de resistencia inédito en el país. La gente reconoce que Honduras ha vivido continuos golpes de Estado desde los años 60 y las reacciones no duraban más de tres días. Pero este movimiento tiene 12 días de una actividad cotidiana prácticamente en todas las provincias, lo que nos da cuenta de que el movimiento de resistencia contra el golpe de Estado es real”, afirmó.
Peñaloza explicó que esas manifestaciones van “más allá que los grupos afines al presidente Zelaya”.
“Muchos de los contingentes que le han dado vida a este movimiento no son necesariamente zelayistas. Hay una representación sindical en el movimiento urbano y popular, además de organizaciones campesinas que trabajan en torno a Vía Campesina, que no identificó precisamente con Zelaya”, explicó.
Por otra parte, agregó, “al grupo golpista lo percibo debilitado por la resistencia popular. Es un factor que no habían calculado suficientemente. Han tenido que mantener las medidas propias de una dictadura, como el toque de queda, las restricciones a las libertades básicas, no solo de libre circulación, sino la autorización para introducirse a domicilios sin órdenes judiciales, la detención de gente, los retenes militares – que no solo van dirigidos contra quienes participan en los movimientos de resistencia – sino a la población en general”, concluyó.
ESCENARIO INTERNACIONAL
En el escenario internacional, parecía crecer una cierta impaciencia por la lentitud de la solución al conflicto.Fue quizás la voz del gobierno brasileño la que expresó más claramente esa posición, cuando el canciller Celso Amorim manifestó su «preocupación» a la Secretaria de Estado Hillary Clinton, por la lentitud en las negociaciones para el restablecimiento de la normalidad democrática en Honduras, según la asesoría de prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil.
Amorim le expresó a Clinton los reparos de Brasil sobre el desarrollo de una mediación que trata «de igual a igual» a los gobiernos golpista y depuesto, llevada a cabo por Arias. “El canciller informó a la secretaria de Estado, quien patrocinó la mediación de Arias, que Brasil no aprueba la posibilidad de que los golpistas impongan condiciones para la vuelta, y mucho menos un gobierno de coalición entre los dos grupos”, señaló. Amorim informó además a Estados Unidos que la mediación de Arias «debe tener lugar en el marco de las resoluciones de la Organización de Estados Americanos». Es decir, con el regreso incondicional de Manuel Zelaya a la Presidencia, según el diario brasileño Folha de São Paulo.
En la OEA, el Secretario General insistió, por su parte, en «unir nuestras fuerzas detrás de la propuesta de Arias, aceptada por el presidente Zelaya, y hacer un llamado muy franco a todo el mundo (…) a que demos las 72 horas que ha planteado antes de sacar ninguna conclusión de esto».
Tanto Arias como Insulza hicieron referencia a una eventual guerra civil en Honduras, un escenario que no parece tener asidero ante la realidad que no hay ninguna fuerza suficientemente organizada y armada capaz de enfrentarse al ejército en ese país.La alternativa al rechazo de la mediación podría ser un incremento de las sanciones que, sin embargo, prefieren evitar, para no dar una victoria total a Zelaya, como seria su retorno sin condiciones a la presidencia.
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