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La democracia costarricense está de fiesta al celebrarse 60 años del voto femenino.
En 1949 se promulgó la actual Constitución Política y en ella, se reconoce por primera vez en la historia el derecho político de las mujeres a elegir y ser electas.
Nuestras madres y abuelas votaron por primera vez en 1950 en un plebiscito para decidir la pertenencia territorial de La Tigra y La Fortuna, y las primeras elecciones nacionales en las que participaron se llevaron a cabo en 1953. En esa ocasión tres mujeres lograron una curul en la Asamblea Legislativa.
Para ello, debieron cruzar un largo camino. Desde 1890 el presidente José Joaquín Rodríguez solicitó el voto femenino en el contexto de una propuesta de reformas electorales, pero el tema de ahí no pasó.
En 1923 un grupo de mujeres fundó la Liga Feminista, con su primera presidenta Ángela Acuña Braun. La Liga presentó una propuesta legislativa para reconocer el derecho femenino al voto. Esta y otras siete propuestas recibieron el rechazo legislativo en los años siguientes.
No fue sino hasta que, terminada la Guerra Civil de 1948, en la efervescencia del reconocimiento del papel de las mujeres en la defensa de la democracia y el ambiente internacional de apertura frente a sus derechos, que la conquista se concretó.
Hace 19 años ocurrió otro hecho importante, se aprobó la Ley de Igualdad Real de la Mujer, cuyo artículo 5 habla de la obligación por parte de los partidos políticos de dotarse de mecanismos efectivos para nombrar un “número significativo de mujeres”, en sus estructuras internas y en sus papeletas electorales. Luego se interpreta como un 40 por ciento mínimo y así queda recogido en las reformas al Código Electoral de diciembre de 1996.
Pero en el tema de la paridad de géneros hay todavía un gran vacío. Por eso el pasado 2 de junio, junto con otros diputados, presenté un Proyecto de Reforma Constitucional para que la paridad de género en puestos de elección, representación diplomática y cargos de dirección sea una realidad.
Se trata de la Reforma Constitucional más importante para las mujeres, desde que se instituyó su derecho al voto en 1949. Dicha iniciativa adiciona un nuevo párrafo segundo al artículo 33 de la Carta Magna que dice: “La participación y representación ciudadana deberá ser igualitaria entre hombres y mujeres. El Estado promoverá acciones afirmativas y garantizará la paridad de mujeres y hombres en la participación y representación de ambos en todos los procesos de elección, nominación y ejercicio de cargos públicos en sus instancias de dirección y decisión, así como de representación en el plano internacional”
Pese a que las mujeres constituyen más del 50% de la población nacional, persiste el trato discriminatoria en su contra. Las estadísticas demuestran que los varones siguen ocupando en nuestra sociedad el espacio que les corresponde a ellos, pero además un alto porcentaje del que les corresponde a ellas.
Considero que el compromiso para eliminar la brecha de desigualdad existente por razones de género, no debe ser simplemente un elemento que adorne los discursos políticos, sino que se hace necesario que los políticos demos señales claras y contundentes de que realmente estamos avanzando en este tema.
Es el momento oportuno para que todos los candidatos y las candidatas que aspiran a la Presidencia de la República se pronuncien a favor de esta reforma constitucional, para que el pueblo pueda determinar cuan coherente es su discurso con la praxis política.
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