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Las invitaciones que me hicieran este semestre mis colegas Laurencia Sáenz y Luis Carlos Morales para conversar sobre sociedad, educación y tecnologías digitales con sus jóvenes estudiantes universitarios, me dieron una oportunidad muy interesante de atisbar el mundo de las nuevas generaciones y para comprender que la educación debe evolucionar rápidamente.
Uno de los grupos de estudiantes con quienes conversé, se forman para ser docentes y ya trabajan en colegios de barrios marginales del gran área metropolitana.
La tarde que nos reunimos, pasamos buena parte de la sesión conversando sobre las carencias que tienen estas comunidades y sobre las enormes dificultades que enfrentan las instituciones educativas en esas zonas para ofrecer acceso a computadoras y conexión a Internet.
El diálogo parecía llevarnos a concluir que las y los colegiales de esos barrios están en una franca situación de desventaja pues no tienen acceso alguno a las tecnologías digitales. Sin embargo en el receso y con un café en mano, hablando de otras cosas relacionadas con sociedad y educación me fui dando cuenta que la gran mayoría de las y los colegiales de barrios marginales, que no tienen acceso a computadoras en la institución educativa, se las ingenian para participar diaria, activa y sistemáticamente en las redes sociales virtuales.
Utilizan sus teléfonos celulares y navegan por la red sentándose en la acera, cerca de comercios con señal inalámbrica, o utilizan los llamados café/internet que están a disposición en casi todas partes, en o cerca de Ante tal evidencia no pude evitar preguntarme: ¿qué irán a hacer esos muchachos y muchachas al colegio?
Con el otro grupo de jóvenes universitarios, la conversación tomó rumbos distintos. Quise saber lo que pensaban sobre el impacto que las tecnologías digitales tienen y han tenido en sus vidas, por lo que les presenté algunos escenarios. El primero de ellos fue: “Imaginen que se eliminan todas las tecnologías digitales de las aulas.” ¿Qué pasaría?”. Las respuestas me indicaron que no pasaría mucho.
Ciertamente algunos procesos se atrasarían ; sería mucho más difícil realizar algunas actividades y la búsqueda de información sería más lenta. Pero confiaban en que las y los docentes tendrían formas alternativas de resolver la situación.
Entonces presenté otro escenario: “Ahora imaginen que en su vida cotidiana, les quitamos los teléfonos celulares, las portátiles a quienes tienen y les prohibimos el acceso a Internet.” “¿Qué pasaría?” Siguió un largo silencio. No hubo respuestas. Entonces me dí cuenta que para estas nuevas generaciones un mundo así es inimaginable. Entonces cambié la pregunta: “Si no saben qué pasaría, díganme ¿ cómo se sentirían?
Poco a poco, fueron expresando palabras: una cada quien: Incomunicado, Sola, Frustrado, Abandonada, Triste, Deprimido, Asustada, Perdido, Aburrido, Ignorante, Aislado, Tonto, Desubicada…
¡Qué revelación! Para muchos de nuestros jóvenes la “vida” en las instituciones educativas es frustrante, triste, aburrida (para usar algunas de sus propias palabras), y la tecnología digital que hay allí (en el caso de que esté al alcance) es perfectamente prescindible.
La vida interesante y real, incluye muchos espacios virtuales a los que los y las jóvenes acceden por medio de tecnologías móviles (teléfonos celulares, por ejemplo) y está desconectada de lo que pasa en las aulas.
Las implicaciones para la educación, desde la superior hasta la universitaria, está clarísima. Para ser relevante, pertinente y significativa, (entre otras estrategias) debe moverse rápidamente a utilizar masivamente las tecnologías digitales (preferiblemente las móviles que son más baratas, flexibles y livianas) como medios para el aprendizaje, la socialización y el estímulo de la creatividad.
Pero muy es importante que tomemos conciencia de que estamos frente a un reto mayúsculo. No se trata simplemente de incorporar tecnologías móviles a la educación y diseñar un enfoque pedagógico para utilizarlas. Significa más bien deberemos esforzarnos en comprender el mundo desconocido en el que viven nuestros estudiantes, “nativos digitales”, y tratar de entender cómo se vive, se socializa y se aprende en una realidad que integra de forma indivisible, en un mismo mundo los espacios físicos y virtuales.
El próximo jueves 30 de julio a las 5 p.m. el Dr. Miguel Nussbaum, profesor titular de la Universidad Católica de Chile y considerado uno de los 50 innovadores de ese país, ofrecerá en el auditorio de la Facultad de Educación de la Universidad de Costa Rica la conferencia El Modelo 1:1 en Educación: Aprendizaje Colaborativo y Tecnologías Móviles, en la cual abordará el uso pedagógico de estas tecnologías para potenciar el aprendizaje colaborativo y el desarrollo de habilidades comunicativas y sociales , desde el nivel preescolar hasta el universitario.
Ciertamente la conferencia de Nussbaum será sumamente ilustrativa y las colaboraciones y redes que estamos estableciendo otros académicos e instituciones dentro y fuera del país, alumbrarán caminos para la incorporación de las tecnologías móviles en la educación.
En 1995 Nicholas Negroponte, en su libro “Ser Digital” (Being Digital) nos había advertido que, en algún momento, la computación no sería sobre computadoras, sino sobre la vida.
Llegó el momento.
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