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Aparatos armados

Durante la tercera semana de julio “La Nación S.A.” diagramó dos de sus páginas de opinión para ofrecer a sus lectores textos amplios cuya autoría se atribuye a Fidel Castro y a Óscar Arias.

Durante la tercera semana de julio “La Nación S.A.” diagramó dos de sus páginas de opinión para ofrecer a sus lectores textos amplios cuya autoría se atribuye a Fidel Castro y a Óscar Arias.
Por separado, claro. Quizás se quiso que quienes en el país son capaces de leer planas enteras, las cotejaran. Tarea ímproba.
Cómo comparar la arenga de un senil “orate mayor” (juicio de F. Berrocal, alguna vez “insurrecto” precandidato presidencial ‘liberacionista’, 25/07/09) y ‘torturante demente terminal’ (J. Rodríguez, 26/07/09), Castrito, con la palabra del reputado intelectual y genio político universal, Óscar Arias Sánchez, vigente presidente de Costa Rica. Ahorramos otros títulos. Todos lo conocen. Castrito, el tirano loco, y Óscar Arias  el demócrata coherente (Berrocal dice) han existido siempre en ámbitos que nunca se tocarán.
El texto de Arias es el “Acuerdo de San José” redactado para poner fin a la situación abierta por el golpe de Estado en Honduras. Se trata de un documento de 12 acápites entre bellas declaraciones y propuestas que, a la fecha, por desgracia, las partes hondureñas no hicieron suyas. Bueno, ya se sabe cómo son los hondureños, ¡cuán distintos de los costarricenses!
Sin embargo, además de su lirismo y eficacia, hay algo que sorprende en el Acuerdo de San José. No diremos que se trata de un defecto. Imposible. Es más como una ausencia (tal vez se perdió un párrafo en la trascripción, o se lo encargaron al Canciller Stagno o a V. Martín Salazar, Ministra de Justicia). La zozobra está en el apartado 5. Versa sobre las Fuerzas Armadas.
Se recordará que en Honduras se dio un golpe de Estado, negado solo por los golpistas y el Espíritu Santo. El golpe lo tramaron empresarios, políticos/empresarios, funcionarios públicos, aparatos clericales y militares. Los últimos ejecutaron materialmente el golpe (secuestro de Zelaya y envío a Costa Rica) y, junto con la Policía Nacional y grupos paramilitares, se encargaron de la represión posterior contra la población que resiste el golpe y otros alcances.
Esta acción militar es la que inquieta a la OEA. Para esta organización se  trata de la remoción forzada de un electo y constitucional político civil (Zelaya) por  Fuerzas Armadas supuestamente institucionales. La OEA no discute si tras los militares hay Gobiernos, empresarios, transnacionales, iglesias, medios comerciales. La OEA no está para ‘sutilezas’. No importa aquí por qué. Lo que interesa a la OEA y a su Carta Democrática es que los militares no pongan y saquen políticos porque en ese acto se “colocan” a sí mismos. Tampoco se dirá aquí nada acerca de esta obsesión oeana. No se la repute folclore “latino”. En EUA cuando un presidente estorba, lo asesinan. El mundo se acongoja y ya. Cada región con su modo.
El Acuerdo de San José se limita a poner a los aparatos armados hondureños a la orden del Tribunal Supremo Electoral para la próxima elección. ¿Y por qué no podrían ellos administrar esas elecciones? ¿Y para qué elecciones? ¿Por qué no mejor que los militares nombren de una vez quien debe gobernar? Cuando Micheletti y sus socios piden a los militares que secuestren y expulsen a Zelaya se ponen a su vez en sus manos. Ese es el punto de la OEA que el Acuerdo… silencia. En realidad lo ‘resuelve’ haciendo decir a los firmantes que “Reafirmamos el carácter profesional, apolítico, obediente y no deliberante de las Fuerzas Armas hondureñas”. Aquí sí existe algo folclórico. ¡Si acaban de materializar un golpe de Estado!
En América Latina diversos países (Costa Rica, Panamá, México, Cuba, por citar cuatro) han intentado resolver, de distinta manera, el problema político que plantean las Fuerzas Armadas. Éstas, por influjo estadounidense y por tradición propia, son anticiviles. Luego, sí constituyen un problema.
Curiosamente, al momento de escribir esta línea, las FF.AA. catrachas se declaran listas para aceptar el retorno de Zelaya y suscribir en todos sus alcances el “Acuerdo de San José”. ¡Cómo no admirar el genio político de Arias, Stagno y Martín! Sedujeron hasta a los militares hondureños. De maravillas está lleno el mundo. Y uno descreído.
 

  • Helio Gallardo (Catedrático UCR)
  • Opinión
Fidel CastroKidnapping
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