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Posibilidad de terremoto en Guanacaste es cada vez más cercana

Predicción de sismo se fundamenta en datos estadísticos y observaciones del OVSICORI.

Predicción de sismo se fundamenta en datos estadísticos y observaciones del OVSICORI.
La península de Nicoya lleva ya 59 años de no ser azotada por un terremoto. Es por ello que los expertos en sismología del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (OVSICORI) advierten que la acumulación de energía en la zona podría desencadenar un fuerte sismo, por lo que recomiendan fortalecer las medidas de prevención.
Según los registros históricos con que cuenta la institución, en la región guanacasteca han ocurrido tres sismos de gran magnitud alrededor de cada 50 años. El último terremoto sucedió en 1950 y tuvo una falla de ruptura que abarca desde Santa Cruz hasta Cabo Blanco.
El sismólogo del OVSICORI, Javier Pacheco, explicó que, aunque los terremotos son imposibles de predecir, los estudios realizados a la Placa Caribe y a la Placa Oceánica del Coco revelan una importante acumulación de energía que en algún momento va a ser liberada a través de una actividad sísmica que rondaría los 7,5 grados en la escala de Richter.
Ambas placas tectónicas se acercan una a la otra a una velocidad aproximada de ocho a nueve centímetros por año. El sismólogo indicó que actualmente las placas sobre las que se encuentra la Península de Nicoya no tienen un movimiento contínuo, sino que están “pegadas” y esto ha ocasionado una deformación de la superficie de la tierra.
“Esta deformación indica que hay una zona debajo de la Península de Nicoya que está acumulando energía a una tasa bastante alta y esta energía se va a tener que liberar muy pronto”, afirmó Pacheco.
La evidencia también se basa en el hundimiento que está sufriendo la costa. Si se compara la línea costera de hace 40 años con la de ahora, se puede notar que la marea llega mucho más arriba y es por eso que hay árboles y construcciones que quedan parcialmente sumergidas en el mar.
HAY QUE EXTENUAR LAS MEDIDAS DE PREVENCIÓN
“No podemos predecir cuándo va a ocurrir este sismo. En este momento no hay una teoría científica ni instrumentación que permitan hacer ese tipo de predicciones. Lo único que podemos decir es que ese sismo va a ocurrir”, aseveró el experto.
Para Pacheco, lo importante no es la fecha en que ocurrirá el sismo, pues no hay nada que hacer para impedirlo, sino que es un llamado a tomar previsiones para evitar que se produzca una tragedia.
El OVSICORI ha sostenido varias reuniones con la Comisión Nacional de Emergencias y con la Cruz Roja, pues consideran que es necesario construir albergues con capacidad para soportar gran cantidad de población por un tiempo prolongado hasta que se levanten nuevamente las casas.
Asimismo, proponen determinar cuáles son las vías que deberían estar en mejores condiciones para facilitar en acceso en caso de un terremoto. Otra de las recomendaciones es que los ingenieros revisen los edificios públicos para discutir si requieren un reforzamiento o si deberían ser abandonas porque no soportarían un sismo de tal magnitud.
“Podemos tomar una serie de previsiones para que en el momento que ocurra el temblor disminuyan las afectaciones y el número de posibles muertes que pueda haber por negligencia”, dijo Pacheco.
Este sismólogo explicó que históricamente los terremotos en Nicoya no han afectado grandemente al Valle Central, pero que en 1950 no existían edificios tan altos como los hay ahora.
No obstante, regiones como Alajuela por lo general se ven afectadas por los sismos que ocurren en otras regiones porque poseen un subsuelo muy blando que amplifica las ondas sísmicas.
De igual manera, la zona de La Sabana está conformada por grandes capas sedimentarias que no se encuentran bien compactadas y por lo tanto es muy susceptible a amplificar las ondas.
“No sabemos cuántos edificios mal construidos hay ni cuántos siguieron el Código Sísmico al pie de la letra, tampoco sabemos si el Código Sísmico tiene todas las variables porque hay algunas que no podemos conocer hasta que ocurra un temblor”.
Pese a que es poco probable que el terremoto que se prevé para Guanacaste desencadene un maremoto, no se puede descartar esta posibilidad. Dado el caso, las olas llegarían a la costa en cinco o diez minutos, por lo que se dificultaría hacer desalojo de las zonas costeras.
“Si la falla rompe directamente la superficie del mar, podría provocar una deformación suficientemente grande como para generar un maremoto”, aseguró Pacheco.
Por su parte el director de la Red Sismológica Nacional Mauricio Mora, afirma que si bien es cierto, hay evidencia histórica de que un sismo en Nicoya puede ocurrir, hay que saber comunicarlo a la población porque la gente se atemoriza o llega a pensar que no es cierto, pues el OVSICORI lleva más de 20 años advirtiendo sobre el posible terremoto.
Desde su perspectiva, la población debe ser educada primero en cuanto al reforzamiento de la parte preventiva, lo que implica un cambio cultural.
“Hay que prevenir siempre porque vivimos en un país altamente sísmico”, expresó Mora.
Para el especialista, lo importante es que la gente aprenda a tomar conciencia del lugar en el que habita y de esta manera, tomar las precauciones necesarias.
¿Está preparada la “U” para un terremoto?
A las 7 de la mañana se abren las puertas de la mayoría de los edificios de la Universidad y se cierran a las 9 de la noche. Un sismo de fuerte magnitud podría ocurrir dentro de este horario. “Aunque predijéramos los terremotos, poco podríamos hacer en el evento en sí. Lo único que podríamos hacer eventualmente es estar preparados para hacerle frente, tratando de que los daños sean los menos posibles”, manifestó Vilma Méndez, jefa de la Unidad de Salud Ocupacional de la Universidad de Costa Rica (UCR).Méndez afirma que la administración ha hecho grandes esfuerzos en materia de prevención para mitigar las consecuencias de un desastre natural. Hace quince años se implementó el Programa de Gestión para la Reducción de Riesgo en Desastres y Atención de Emergencias. Pero no fue hasta hace dos años que se comenzaron a invertir más recursos para que cada unidad académica y administrativa cuente con un plan de emergencia.Todavía está pendiente la etapa de implementación y de práctica de los planes esbozados que requerirá una mayor inversión económica por parte de la Universidad.No obstante, no todas las unidades han elaborado y difundido el plan de emergencia. La experta en salud ocupacional recalcó que es una responsabilidad de la administración de cada edificio la conformación de una comisión para que se capacite en prevención y atención de emergencias.Méndez reconoce que, pese a los esfuerzos, aún hay edificios de construcción muy antigua lo cuales no siempre cuentan con escaleras de emergencia. Las zonas de seguridad no han terminado de demarcarse. La unidad de salud ocupacional cuenta con tres funcionarios para brindar atención a cada una de las sedes, a los centros de investigación y a las estaciones experimentales.Los simulacros, que deberían realizarse dos veces por año, no se han llevado a cabo en todas las facultades. El último hizo el año pasado en Farmacia.Según comentó, estos procesos se ven dificultados por la escasez de presupuesto y por la falta de anuencia de parte de los funcionarios y estudiantes de la comunidad universitaria a colaborar con la realización de simulacros.“No tenemos una cultura de prevención, por lo que cuesta muchísimo hacer que la gente reaccione en los términos en que debería hacerlo cuando hay un aviso de simulacro”. Incluso, ante el riego de nuevos eventos sísmicos luego del terremoto de Cinchona, se dieron casos de profesores y otros que se negaron a hacer caso a la orden de evacuación emitida por la Rectoría pues ya tenían actividades programadas. Aunque los funcionarios de la Sede de Liberia han estado desarrollando el plan de emergencia con el programa dispuesto para tal fin, Méndez reconoce que hace falta reforzar la atención para esa zona por si llegara a ocurrir el terremoto esperado por los sismólogos.
 

  • Gloriana Corrales Retana 
  • Universitarias
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