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Los miedos que construyen los medios

La prensa parece, cada vez más, el escenario del cinismo posmoderno. Cometer un acto cruel disfrazándolo de bondad es igual a tratar de convencer a la gente de una mentira, y más aún con una careta de advertencia que se pinta del color que conviene.

La prensa parece, cada vez más, el escenario del cinismo posmoderno. Cometer un acto cruel disfrazándolo de bondad es igual a tratar de convencer a la gente de una mentira, y más aún con una careta de advertencia que se pinta del color que conviene.
La mentira se puede pintar de crisis o de democracia, de “libertad de expresión” o de “objetividad periodística”.
Es el cinismo escandaloso que permite que la investigadora mexicana Rossana Reguillo catalogue a los medios como constructores sociales de los miedos.  
Los miedos que construyen los medios necesitan de sus monstruos; es decir, aquellos que muestran la diferencia. En el escenario político lo hacen varias industrias mediáticas  sobre todo cuando se trata de dar cobertura a esos personajes que manejan discursos más radicales a los que la socialdemocracia nos ha acostumbrado. Los nuevos monstruos  son la obra más perversa de las industrias mediáticas desde que una serie de gobiernos de izquierda se han ido fortaleciendo en la región latinoamericana.
El día sábado 1 de agosto el editorial del Diario La Nación acusó irresponsablemente al presidente ecuatoriano Rafael Correa de haber encendido, junto con Hugo Chávez, “la chispa del enfrentamiento con Colombia”. Digo “irresponsablemente” porque, según La Nación  la “evidencia” que el gobierno de Uribe tiene para acusar al gobierno de Ecuador es el video en que un líder de las FARC declara a sus soldados (a una cámara exactamente) haber brindado ayuda económica a la campaña presidencial de Correa. Nada dice La Nación acerca de que ese video fue entregado a la OEA y que posteriormente fue analizado por la Cancillería ecuatoriana hasta declararlo adulterado.
Tampoco menciona nuevas “evidencias” como el diario de Raúl Reyes que está siendo actualmente investigado y a partir del cual, evidentemente, resultará más difícil que el gobierno de Uribe invente noticias a conveniencia, como sí lo hizo con la presunta computadora que se recuperó en la violenta incursión del ejército colombiano en Ecuador el año pasado. (Aún podemos recordar que la INTERPOL constató que la computadora había sido adulterada antes de ser entregada a este organismo para su revisión).
Como expresión del cinismo al que nos referimos La Nación asegura que Chávez y Correa han optado por “crear una cortina de humo mediante una cadena de ataques y bravuconadas de la peor calaña”, cuando en realidad el cinismo es el que opera como cortina de humo para impedirnos ver que los cientos de miles de ciudadanos colombianos que actualmente trabajan, estudian y ayudan a construir el Ecuador, no están ahí por desamor a su patria, sino por procurar la vida de los suyos alejándose de la guerrilla, el narcotráfico, la para-política y otros males que ayudan a que el presidente Uribe construya su discurso de política interna con un tono belicista, o que el ex-ministro de defensa, Juan Manuel Santos, predique sin ninguna vergüenza la doctrina de la guerra preventiva aún a estas alturas de la historia.
Ni en Costa Rica ni en ningún país, se precisan diarios que creen miedos y monstruos a través del discurso mediático como quien comente un acto de bondad o busca advertirnos apocalípticamente de lo que se avecina. Ese cinismo ya lo emprendió hace varios años el  diario El Tiempo de Bogotá que pertenece a la familia del actual Vicepresidente de Colombia (Francisco Santos Calderón) y al ex-ministro de Defensa (Juan Manuel Santos).  
Tampoco se necesitan diarios que nos informen con ese estilo maniqueísta de dividir a los actores de la política en buenos y malos (monstruos y héroes). Es pertinente un periodismo que nos sirva de insumo para enriquecer críticamente nuestro imaginario social y político y  expresar nuestro poder como ciudadanos pensándonos como región latinoamericana y caribeña.
 

  • Jorge Daniel Vásquezi (Estudiante de Filosofía UNA, Profesor ULASALLE)
  • Opinión
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